Chapter 7

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– ¿Cómo que no tienes novia? Si hace una semana la vi.- aunque ella se veía normal y preocupada por fuera, por dentro saltaba de alegría.
– Tuvimos unas diferencias y mejor decidí terminar esa relación de una vez, la verdad no me hacía nada bien, esa mujer era desgastante.
– Wow, no sé que decirte, hace mucho que no consuelo a nadie por un corazón roto.
– ¿Y el tuyo? - lo miró desconcertada.- Perdón, fui grosero, pero se que te divorciaste.
– Ese corazón ya se había roto desde hace mucho, pero se volvió a pegar sin ayuda de nadie, el divorcio solo fue para barrer los restos de aquella relación.- le dedicó una sonrisa sin fuerza.
– Lo siento, no debí decir nada.-
– No te preocupes, ¿qué tal si tú y yo salimos hoy en la noche, para distraernos de todo? - mencionó y realmente esperaba un "no" por respuesta, pero se sorprendió al escuchar todo lo contrario.
– Claro que si, me encantaría.-
– Bueno, te espero aquí a las 7 y nos vamos en mi coche.– sonrió como niña.
– Yo invito, Gabrielle, al cabo mi jefa me acaba de pagar.-
– Estas loco, no dejaré que gastes el dinero que yo te pagué, en mi, invito yo y no voy a aceptar un "no".- su boca se torció pero aceptó.-
- A las 7 entonces.- sonrió y con un gesto se despidió de ella, quien aún no se lo creía.

La correcta Gabrielle, se atrevió a invitar a un hombre 15 años menor a cenar con ella, ¿qué de malo podría tener?, se dijo en su mente.

Tras haber terminado unas cuentas pendientes que tenía, decidió tomar una ducha, pues la cita con su contratista era en menos de tres horas y a ella le gustaba demasiado la puntualidad.
No sería un restaurante súper lujoso, pero tampoco sería algo corriente, ella lo llamaría, casual.
Así que cuando terminó en la regadera, optó por usar un vestido ceñido al pecho y vientre, y con vuelo al final, era de color vino y ya que no hacía frío, podría llevar solo su bolso y sus zapatos de cintillas cruzadas color negro de tacón bajo.

Se maquilló naturalmente, no quería exagerar y cuando finalizó de arreglar su cabello, en una coleta con algunos rizos al final y flequillo recogido en un pequeño crepé, escuchó sonar la puerta, aún faltaban cinco minutos, pero ya estaba lista, tomó su bolso con sus cosas y se dirigió hasta la puerta principal, bajando las escaleras con lentitud y nerviosismo.
Al abrir, ahí se encontraba él, llevaba jeans oscuros, al igual que sus zapatos, una camisa blanca de botones junto a un saco negro muy elegante, su cabello se veía desordenado, pero no de una mala manera, sino algo cool, y su barba lucían increíblemente cuidada.
– Wow.- dijo él y de su espalda sacó tres Margaritas de color blanco.- Luces preciosa, te compré esto.
– No te hubieras molestado, están hermosas, tu igual te ves muy radiante esta noche José.- dijo mientras se llevaba las flores a la nariz.- sólo las pondré en un florero y nos vamos.- se escabulló hasta la cocina y ahí busco uno de los jarrones de cristal azul que tenia, cuando por fin lo encontró, lo llenó de agua fresca y ahí colocó las flores.
Regresó a la estancia y vio como el joven, se encontraba curioseando entre sus fotografías, se quedó viendo una de ella cuando era joven, de unos 20 años tal vez, vaya que fue hace mucho, se dijo en su mente.
– ¿Eres tu? - preguntó sin retirar la mirada del retrato.
– Sí, soy yo, hace 20 años o menos, recuerdo que esa fotografía me la tomó mi madre cuando dejé la casa para ir a la universidad a estudiar publicidad.
– Lucías hermosa, no más que hoy claro.- ella se sonrojó, este muchacho era muy directo.- ¿estás lista? - Por fin la miró, ella sólo asintió.
Gabrielle le entregó las llaves de su coche, él le abrió la puerta del copiloto y una vez dentro, corrió para llegar al otro lado.
– ¿Sabes dónde se encuentra el restaurante? - le preguntó mientras salían del vecindario.
– Sí, no te preocupes.

**

Así pasaron tres semanas, cada viernes salían a cenar y los dos individuos se sentían en completa paz y felicidad al estar juntos.

Esta noche ella decidió llevarlo al teatro, donde estarían presentando la obra de Edipo Rey.
Ella estaba emocionada, pues era una versión para adultos del Rey León y después de eso él tomaría las riendas e irían a comprar hamburguesas y malteadas en un lugar de comida rápida.
Ella lo sentía distraído en cada acto de la obra, pero cada que preguntaba si algo le incomodaba, él salía con algún comentario que ella no esperaba.
– ¿Viste que la mujer del vestido azul, casi se cae?...... Tiene pinta de homosexual...... se ven los cables, míralos...- y así toda la noche.
Al terminar iban con los brazos entrelazados, subieron al coche y se dirigieron al lugar donde comprarían las cosas.
Pararon en un mirador para comer, donde pudieron sentarse encima del cofre del carro y apreciar el cielo, que estaba maquillado con algunas nubes que formaban distintas figuras.
– ¿No lo ves? Mira los ojos y la trompa.- exclamaba emocionado mientras apuntaba una nube con su dedo índice.- y luego las orejas, totalmente parece un elefante, cerca de esa estrella.-
– ¡Ay! ¡Ya lo vi! .- gritó emocionada.- Me tardé un poco pero ya le tomé forma.- le dio el último sorbo a la malteada.
– Vamos, hay que llevarte a casa Gabrielle.-
– Hablas como si fueras mi Padre y te recuerdo José que la mayor aquí, soy yo.- le sacó la lengua y subieron al coche.

El regreso al vecindario fue tranquilo, solo la radio sonaba, era una canción de las Spice Girls, ella la tarareaba por inercia y él la miraba asombrado, era un choque de épocas muy diferente, pero aún así lograban encajar a la perfección.

Cuando llegaron a casa de la mujer los dos bajaron del coche, y una vez en la puerta principal se miraron.
– Me la pasé de maravilla hoy contigo José.- dijo sonriendo.
– Igual yo, nos vemos pronto.- se acercó a lentamente a ella y dejó un besó en su mejilla, Gaby un tanto decepcionada y frustrada se atrevió a decirle.
– ¿Qué pasa José? -
– ¿De qué? - preguntó algo confuso.
– Está es la cuarta vez que salimos y te despides de mí como si yo fuera tu tía.- mencionó decepcionada.
– No quiero faltarte al respeto Gaby, me gustas, pero también te admiro.
– José, al diablo con el respeto.- entrelazó sus brazos en su nuca, y lo pegó a su cuerpo.- bésame.
Él colocó sus manos en su cintura, de lineando cada parte de ella con sus pulgares, relamió sus labios y por fin los juntó contra los de Gabrielle.

Mayor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora