Todo iba excelente, la comida se estaba cocinando en el horno, nada poco común, era pollo relleno de queso mozzarela, espinacas y una salsa de champiñones exquisita, verduras al horno, también se veía una pasta de crema y de postre un excelente pay de limón que se deshacía en tu boca con solo meterlo en ella.
Cuando alguien le importaba de verdad se esmeraba para que todo saliera a la perfección, faltaba poco menos de hora y media para las ocho y aunque sabía que todavía tendrían que esperar a que él terminara de asearse, quería todo listo para esa hora.
Comenzó a hacer sus ritos habituales de baño, llenó la tina con agua y burbujas, colocó lo que se pondría encima de la cama, una falda de tubo negra, con una camisa del mismo color y unos tacones rojos, si, iba a comer en su casa pero la visita ameritaba verse lo mejor posible.Tras unos largos minutos en el baño, por fin salió cuando escuchó la campana del horno, rápido se secó el cuerpo, para no escurrir toda la casa, envolvió una toalla en su cabello y la bata de baño en su cuerpo y bajó rápidamente a la cocina, apagó el horno, sin embargo no sacó la comida, para que no se enfriara. Volvió a su habitación y comenzó a alistarse para su cita de la noche.
Pasó el tiempo y alrededor de las 8:15 se escuchó a alguien tocar el timbre, ella apresurada abrió la puerta y lo pudo ver ahí, parado en el portal, con cinco margaritas blancas en su palma derecha, se veía hecho un desastre, tenia el cabello despeinado, un poco de pintura en sus jeans, pero la sonrisa la tenía clara en la cara.
– Perdón por el retraso, te ves hermosa.- fueron sus primeras palabras.- estas son para ti, creo que las otras ya hace tiempo han de haber marchitado.- dijo mientras pasaba a la casa.- quiero abrazarte y darte un beso, pero te ves tan impecable que no quiero ensuciarte.- los dos rieron.
– Bueno.- aceptó las margaritas y se percató que en el otro brazo él traía un pequeño bolso, donde suponía llevaba sus cosas.- déjame poner estas hermosas flores en agua y te acompaño a la habitación para que puedas asearte.- dijo y desapareció por la puerta de la cocina, regresó minutos después con las flores en un jarrón color lila y las puso en el centro de la sala.- ¿cómo sabes que las margaritas son mis favoritas?
– Gaby, las tienes plantadas por toda tu casa, unas en el pórtico, otras en tu patio cerca de la piscina y tienes varias playeras con margaritas estampadas, sólo fue cuestión de prestar un poco de atención.- dijo restándole importancia, pero para ella era el gesto más dulce que alguien había hecho por ella en meses, ponerle un poco de atención.
– Anda te llevo a la habitación para que puedas acicalarte bien.- lo tomó de la mano.
– Acicalarte.- dijo en tono de burla.- que sofisticada palabra.- acicalarte, acicalarte, si lo dices muchas veces ya no suena como una palabra normal, acicalarte, a-ci-ca-lar-te.- soltó una risita.- que raro.- ella lo miró con asombro y una pizca de diversión, era increíble como con una simple palabra podía decir tantas cosas.-
– Bueno, esta es mi habitación.- dijo al abrir la puerta.- ya la conocías, puedes poner tus cosas en la cama, en este estante de aquí hay toallas, la llave izquierda es la caliente y si ocupas algo sólo me llamas.- se iba a dar media vuelta pero él la tomó del brazo.
– Perdón no me puedo controlar, te voy a besar ahora.- dijo y la pegó a su cuerpo y luego comenzó a besarla.
Era un gesto inocente, lleno de dulzura y tranquilidad, pero su mente comenzó a jugarle sucio y la intensidad del beso comenzó a subir, si no se detenía pronto, esto terminaría en una mala noche, bueno no tan mala, pero arruinaría sus planes de llevar todo con calma. Terminó besándole el cuello y luego la miró.- Perdón, otra vez, eso ha sido muy atrevido, no quiero que pienses otra cosa de mi.- mencionó avergonzado.-
– Tranquilo, no sólo fuiste tú, ahora anda a bañarte que la cena espera.La velada fue magnifica, comieron todo lo que ella preparó y solo estaban en la sala viendo algunas fotografías en un álbum de cuando Gabrielle era joven.
– Wow, ¿eras porrista? - dijo al ver una foto de ella con un leotardo.
– No exactamente, yo era gimnasta, las porristas son algo parecido, pero no tienen la gracia suficiente.- dijo modesta, pero aún así los dos rieron.- aun conservo muchas habilidades, pero ya estoy muy vieja para eso.- le dio un sorbo a su copa de vino.
– Claro que no eres vieja, deja de decirlo, solo provocarás sentirte así y no deberías, eres una mujer muy bella, llena de cualidades, lo que menos debería importarte es la edad.- mencionó el joven mirándola fijamente a los ojos, era tan inspirador.- y me encantas.- ella se acercó y le dió un casto beso en los labios.-
– Y tu a mi, José.- ella pasó la pagina del libro y era una de ella sosteniendo a su primer hijo, Porter.
– ¿Quién es? - y Gabrielle apenas se dio cuenta que nunca había hablado con él acerca de sus hijos.- O sea, sí, eres tu, pero ¿él bebé? - y algo en su mente hizo clic.- ¿es tu hijo?
– Sí, se llama Porter, es el mayor, tiene 22 años, en la siguiente pagina sale mi otro hijo, Rafael, él tiene 20.- le dieron vuelta a la hoja, del lado izquierdo se veía ella en el hospital con el bebé en brazos y del lado derecho estaba con su difunto esposo, Porter con solo dos años y el bebé sostenido por ella, toda una familia.- él.- señaló al padre de sus hijos.- era Max, fue mi primer esposo, él falleció hace 13 años, de cancer en el hígado, fue muy trágico.- una lágrima rodó por su mejilla pero antes de limpiarla ella, José se adelantó.-
– ¿Lo amabas mucho? - dijo mientras levantaba el rostro de la mujer con su mano en la barbilla.
– Claro, fue mi primer amor, mi primer esposo, el padre de mis hijos, perderlo de esa manera fue muy duro para mi, mas por mis niños, Porter tenia solo nueve años y Rafael siete, ellos no entendían muy bien lo que sucedía, el por qué su padre debía estar a veces días enteros en el hospital y por qué cada día se veía mas débil, eso hasta que Max decidió quitarse la vida voluntariamente en una clínica especial en suiza. Quería que sus hijos lo recordaran como una persona buena y "sana" si podría decirse así, no quería que lo vieran sufrir por quimioterapias inútiles, pues su cancer era terminal.- y aunque de sus ojos caía una que otra lagrima su semblante era sereno, estaba tranquila.- así que lo apoyé, era su ultimo deseo y lo acompañé, volé junto a mi esposo e hijos a suiza, él se despidió de mi, de sus dos pequeños, yo fui lo último que él vio, antes de que lo durmieran, me tomó de la mano, sonrió y me dijo que siempre me amaría, después de eso solo sentí como se le escapaban las fuerzas del cuerpo.- José la escuchaba con atención, ella solo lloraba por nostalgia, ya no le dolía, desde hace mucho había asimilado la muerte de su esposo, simplemente que recordarlo le traía tan buenos momentos a la mente, que no podía evitar extrañarlo.- regresé a casa con mis dos hijos y una caja de cenizas. Él me pidió que no sufriera tanto por su partida, que siempre estaría cuidando de mi, también quería que fuera muy feliz, que me volviera a casar y tuviera mas hijos, que siguiera con mi vida.- se limpió las lágrimas.- y así lo hago.
– Wow, Gabrielle, perdón m, no sabia que fuera un tema tan sensible.- dijo un poco avergonzado.
– No, no es algo que me duela o me ponga triste.- le sonrió.- Max fue todo para mi y yo hace mucho que sé que no vale la pena estar triste por alguien que ya no está fisicamente con nosotros, por que su espíritu y su recuerdo siempre seguirá vivo dentro de uno mismo, yo lo amé en vida y amo a los dos hijos que junto con él vi crecer, pero la pagina la cambié desde hace mucho, uno no puede seguir anclado a su pasado, José, tu eres mi presente y eso es lo único que me importa ahora.- lo miró y él la besó.
– Me alegra escuchar eso, porque tu también eres mi presente, el presente es lo único que hay y es contigo, mi vida, con quien puedo sentir que merece la pena vivir.*********
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Mayor que yo
FanfictionA mi no me importa que usted sea mayor que yo, hoy la quiero en mi cama y no malinterprete mi intención, es que no aguanto las ganas, dame u chance.