Las cosas con Andrea siempre tienen altibajos, pero no puedo evitar querer la, aunque mi orgullo sea grande estoy más que seguro que el de ella, es mucho más grande. Por lo tanto aquí estoy de camino a su casa para disculparme.
El frío del invierno ya se hacía notar y sólo a mí se me ocurría salir sin algo que me abrigarse.
-Maldición que frío- dije en voz alta mientras me cruzaba de brazos y los frotaba, para tratar de darme un poco de calor, en eso siento un fuerte golpe en mi cabeza y algo caliente que va bajando por mi cien derecha.
Veo a un chico corriendo en mi dirección, pero se me borra un poco la visión, así que prefiero sentarme en donde estoy.
-Disculpe no fue mi intención, de verdad disculpe me- el joven que se acercó a mí sacó un pañuelo y frotó por donde ahora sabía, había sangre- no pensé que patearía esa roca tan fuerte.
Era más joven que yo, unos dos o tres años. Ojos azules, como el cielo despejado. Labios un poco gruesos, lo suficiente sin ser voluptuosos. Su ropa indicaba que era de una familia con dinero. Si algo había aprendido de la madre de Andrea, es que las telas hablan mucho de las personas que las llevan puestas.-No te preocupes-dije algo atontado aún por el golpe- no fue nada.
-señor debe haber sido un golpe muy fuerte o debe estar acostumbrado a esta clase de tratos, porque yo no calificaría esto - dijo acercando otra vez el pañuelo a la herida- como nada.
Sin pensarlo se me escapó una leve risa, que envés de tranquilizar al chico, parece ser que se asustó más. No era mi intención, es solo que algo en el se me hace familiar. Traté de levantarme, pero el chico me agarró del brazo para que no lo hiciera.
-De verdad estoy bien muchacho- por su cara puedo suponer que no le gusta que lo llamen así- ahora te puedes ir a lanzarle piedras a alguien mas- dije con una sonrisa de lado, a lo que el se colocó rojo como un toma. No pude evitar una sonrisa completa, de esas que según Andrea desarma a cualquiera <Aclaro salen involuntariamente> y poso mi mano sobre su cabellera negra. El chico me ve directamente a los ojos y así nos quedamos, lo que pareció una eternidad, hasta que el se tensó. Volteó la mirada primero a la izquierda y luego a la derecha, agarró mi brazo y me jaló en dirección a un callejón entre dos casas. Nos escondimos detrás de unos barriles fuera de la taberna del señor Wellington, y me indicó que no hiciera ruido. Justo en el momento en que iba a preguntarle al chico lo que sucedía, me plantó un beso, que me dejó sorprendido. No entendía nada, no sabía que sucedía o porque. Lo único de lo que estaba seguro, era que algo en mi no quería apartarlo. Sabía que debía hacerlo, que no era normal lo que estaba sucediendo, pero no me separé, no lo empujé, ni le di un puñetazo.
-¡oh mi Dios, Cecil!- en el acto nos separamos, volteé y allí estaba plantada una chica castaña con un recogido sencillo y con porte elegante. Parecía una dama de la corte, ¿pero que haría allí?- ¿que significa esto? ¡se supone que eres mi prometido!- vale eso si no lo esperaba. La joven me miró con desdén, sentí como la sangre subía a mi cara.
El chico se levantó con elegancia, como si no hubiera sucedido nada- si pretendes seguir con este disparate, no tengo otra opción que mostrarte mi verdadera naturaleza. Entiende que nunca te voy a querer. Si sigues con esto siempre tendrás presente ésta parte de mi y me odiaras, pero más te odiaras a ti misma por atarte a la fuerza a alguien que sabías desde un principio que jamás te iba a querer. Será mejor para ti que rompas el compromiso.- No pienso hacer eso- sonrió la joven con malicia- haré que dejes esos vicios tuyos, y sí eres tan tozudo como para no querer dejarlos- dijo la joven mirándome con asco- haré que todo aquel que conozca el apellido de tu familia, se entere de lo enfermo que estas. Tu y tu familia caerán en la deshonra y serán repudiados por todos- terminó con una sonrisa de superioridad, la cual no le duró mucho, porque el joven a mi lado se echó a reír, lo cual nos tomó por sorpresa tanto a la joven como a mi.
-Has lo que quieras, la que está cavando su tumba eres tu- el joven le sonrió con malicia. Volteó a verme, me tendió la mano la cual tomé sin pensarlo y nos alejamos de la joven.
Yo aún sin entender, solo seguí caminando, y si fuera poco, ya al estar lo suficientemente lejos. El joven a mi lado se echó a llorar, lo cual me dejó aún más desconcertado. ¿ Que rayos esta pasando?, ¿ quien es este joven?, ¿ por que llora? Y lo más importante ¿ por que rayos me besó?
-¿Que rayos te ocurre?- solté más por impulso que por enojo o preocupación, solo lo dije y ya. El joven que estaba ahora en frente de mi, que hasta hace un momento ocultaba su cara detrás de sus manos, alzó la mirada. Sus ojos azules parecían destellos, las lágrimas resaltaban ese tono tan particular que poseía. El joven limpió vagamente su cara con la manga de su abrigo y se quedó mirándome fijamente por un rato sin decir una palabra.
-Lo siento no fue mi intención involucrarlo en semejante escándalo- el joven trató de parecer calmado, pero un ligero temblor en su barbilla lo delataba- disculpe lo sucedido y le pido que de igual forma lo olvide.
-¿Quien eres?- pregunté ignorando sus palabras obviamente. Es decir ¿quién puede olvidar ser agredido con una roca y luego ser besado por la misma persona?. El chico pareció sorprendido por mis palabras, bajó lentamente la mano y me la tendió
- Me llamo Cecil
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Eres mio y yo soy tuya. #Dammys2018
Teen Fictionnunca pensé que me iba a enamorar de alguien. Desde hace mucho tiempo el amor para mi no existe. Me han lastimado de tantas formas que se me olvidó que se podían sentir tantas cosas por alguien...pero todo cambió... por él Se prohíbe la copia y...