ix. Sueños de fiebre

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"Dolía.

Mi cabeza, mi cuerpo entero.

Podía sentir un calor abrumador instalado en mi frente y algo similar a un ardor extendiéndose a través de mi garganta con cada respiración.

Sólo había oscuridad detrás de mis párpados cerrados, y un matiz anaranjado que la interrumpía cada vez que la fiebre se intensificaba y me hacía jadear.

Siempre me había considerado, tanto yo como los demás, un joven fuerte y vigoroso, con una salud espléndida y hasta envidiable. Sin embargo, ahí estaba ahora, abatido por una fiebre que luchaba contra la infección de una herida obtenida durante un entrenamiento en el bosque.

Antes que dolor, y a pesar de la intensidad de éste, sentía incomodidad. Odiaba ser vulnerable, odiaba que otros pudiesen verme así. Había intentado ocultar mi condición por un par de días y lo había logrado con éxito, pero finalmente sucumbí ante la fiebre y terminé desplomándome en el dojo justo antes de que el primer oponente del día se plantase frente a mí.

Cuando desperté, no sólo desperté con el dolor de la herida y el calor de la fiebre sobre mí, también con la vergüenza de haberme visto débil ante la clase entera y, sobre todo, ante los ojos del sensei Kusho y de Shen.

El sólo rememorar ello me hizo gruñir y apretar los dientes. Jamás había visto a Shen enfermar, mucho menos desmayarse. En Shen todo era equilibrio. En mí... todo era caos.

Me removí sobre el futón, inhalando hondamente, y al intentar cambiar de posición sentí un peso sobre uno de mis hombros y algo húmedo posándose sobre mi frente.

Alguien estaba conmigo. O, mejor dicho, alguien estaba cuidando de mí.

¿Pero quién?

Sensei Kusho jamás había sido la clase de hombre que mostrase un interés íntimo hacia sus alumnos. Cada acción y palabra de ese hombre era séptica y métodica, incluso hacia Shen, su propio hijo. A pesar de los años que habíamos compartidos, jamás había visto al sensei Kusho expresar su afecto hacia Shen de alguna forma. ¿Por qué habría yo de ser la excepción?

Entreabrí los ojos, ansioso por descubrir a quién pertenecía la mano que reposaba sobre mi hombro, y al hacerlo mi corazón dio un vuelco y el calor de la fiebre pareció arder específicamente en mis mejillas.

Shen...

Volví a cerrar los ojos, intentando que el gesto pareciera normal, y recé para que Shen no se percatase de que estaba consciente.

Si es que realmente lo estaba.

Había pasado tanto, tanto tiempo desde la última vez que Shen y yo habíamos compartido un momento a solas, un momento en el que no fuéramos rivales sino únicamente dos jóvenes impacientes por descubrir qué eran en realidad.

Aunque no podía sentir el contacto directo de las manos de Shen, saber que sus dedos sujetaban el paño que enfriaba mi frente bastaba para hacerme sentir un millón de mariposas en el estómago.

Maldita sea. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué debía hacerme sentir, una vez más, que todo estaba bien, que la brecha que él mismo había creado había desaparecido y que tenía la oportunidad de volver a estar con él?

De pronto, el dolor se volvió rabia y la rabia frustración.

Quería abrir los ojos, abrir la boca y cuestionarlo. Pero temía que hacerlo lo alejase y terminara con ese momento que, aunque odiase admitirlo, adoraba y añoraba más que cualquier otra cosa que pudiera imaginar.

Aun siendo vulnerable, tenerle a mi lado bastaba para sentir una satisfacción reconfortante. Más que vulnerable, me sentía seguro. Aunque mi orgullo anhelaba protestar, el deseo de volver a sentir el afecto de Shen era mucho más fuerte y vociferaba de manera infernal, silenciándolo por completo y haciéndome olvidar todo lo demás.

A pesar de que siempre había odiado el silencio de Shen, esta vez parecía oportuno. Aunque no oía su voz, podía oír, de vez en cuando, la cadencia de su respiración acompasada y el ruido de los árboles crujiendo fuera de la habitación.

No tenía ni idea de si era mañana, tarde o noche— sólo sabía que quería que el tiempo dejase de existir para poder tener a Shen así por más tiempo; para mí, ahí, mío de una manera que únicamente yo podía explicar.

Intenté permanecer despierto por cuanto me fuera posible, disfrutando de la presencia de Shen. Y, aunque todo permaneció igual, el dolor comenzó a mermar hasta volverse somnolencia.

Sentí cómo Shen me quitaba el paño de la frente, seguro para refrescarlo una vez más. Ya había memorizado el proceso y sabía que le tomaba entre 20 y 30 segundos volver a sumergirlo en agua y enjugarlo antes de ponerlo otra vez sobre mi frente.

Esta vez, sin embargo, no sucedió. Temí que eso significase que Shen se iría y estuve a punto de abrir los ojos para comprobarlo, pero pronto sentí una nueva presión sobre mi frente y suspiré hondamente al identificarla como la mano de Shen.

Su mano era larga y tibia y cubría por completo mi frente. A pesar de los entrenamientos su piel era tersa, y sentirla tocarme bastó para enviar una corriente de electricidad a través de mi cuerpo.

Más, quería más de eso. Quería abrir los ojos y pedirle que no se alejara de mí, que no dejara de tocarme. Pero en vez de eso sentí cómo un cansancio pesado comenzaba a devorar mi energía hasta arrancarme la conciencia por completo.

Entre sueños, recordé a Shen. Recordé cuando le conocí, cuando me acogió como un hermano, cuando sonreía para mí y cuando dormía a mi lado. Recordé todas las veces que le oí reír y recordé, también, cómo esas risas se habían ido apagando conforme crecía.

En mi mente sólo estaba Shen y los recuerdos. Sólo él. Había dolor y amor— había rabia y esperanza. Quería a Shen de vuelta, a ese Shen que amaba y conocía. Quería a Shen de vuelta, a ese Shen que me amaba y me protegía.

Lo quería, tanto que...

Todo pensamiento desapareció de mi mente cuando sentí como una suave caricia se posaba sobre mis labios.

Aunque sólo veía oscuridad, un relámpago iluminó mi cerebro y entonces volví a sentirlo, esta vez sobre mi frente. Intenté despertar, pero el cansancio me lo impidió y volví a ver reflejado el rostro de Shen en mi cabeza- el rostro que conocí antes de que desapareciera tras una máscara y un estoicismo doloroso.

—¿Shen?

Finalmente logré abrir los ojos, y cuando lo hice me encontré solo en la habitación.

Me incorporé del futón y toqué mi frente, como si la impronta del beso pudiese estar tatuada sobre ella, pero lo único que comprobé fue que mi temperatura había vuelto a la normalidad.

Shen... ¿Acaso lo había soñado?

Toqué mis labios con las puntas de los dedos.

No tenía manera de saber si aquello había sido un sueño inducido por la fiebre o realidad...

Y, aunque mi razón se inclinaba a creer lo primero, el fuego que ardía en mi corazón me sugería que quizá, sólo quizá, el Shen que tanto echaba de menos no estaba tan lejos de lo que yo creía." 

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2017 ⏰

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Hey unloving, I will love you { LOL Yaoi Shen x Zed }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora