5. ¿Quieres salir conmigo?

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Logan echó un vistazo a mi dirección mientras avanzábamos hacia el auto de sus padres

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Logan echó un vistazo a mi dirección mientras avanzábamos hacia el auto de sus padres. Tenía una mirada inocente de no entender nada de lo que estaba sucediendo.

—Tengo que irme a casa.

—¿Por qué? —Su ceño se frunció en confusión. ¿Estaba preguntando en serio? No se daba cuenta de que debía marchar. Resoplé exasperada.

—Porque sí. Mi madre debe estar inquieta que no regrese del instituto. Me mentiste cuando subí a tu motocicleta. Me llevarías a casa y no fue así. Sin olvidar el pequeño detalle de ir por un helado contigo y tu hermanita.

Las comisuras de sus labios se curvaron en una divertida sonrisa. Abrió la puerta del auto para mí como si fuera un caballero.

—Quiero dar una vuelta contigo. Me lo prometiste.

Habíamos dejado a su hermanita luego de volver de la heladería. Sacudió la cabeza en una simple seña para que subiera al auto. Esperaba impaciente.

—¡Yo no te prometí nada! Creo que lo mejor será ir a pie. —Tenía el presentimiento de que no iba a dejarme en casa.

—¿No confías en mí? —Su sonrisa desapareció. La mueca de disgusto fue evidente.

—¿La verdad? No, no confío.

—¿Por qué? —Sus ojos azules no dejaban de observarme con inquisición.

Comenzaba a sentirme intimidada. ¿Por qué explicar algo que era evidente? No podía confiar en alguien como Logan con su fama de mujeriego.

—Porque sé que si subo a tu auto me llevarás a cualquier otro sitio menos adonde en realidad tengo ir. Así que prefiero ir caminando. —Su rostro malhumorado me hizo resoplar.

—Prometo llevarte directamente.

Lo miré desconfiada. Un movimiento en la ventada de enfrente de la casa llamó mi atención. Allí estaba una mujer muy sonriente. ¡Demasiado!

Logan se giró y observó en la dirección que yo lo hacía.

—¡Oh, mierda es mi madre! Súbete al auto.

—¿Por qué? —pregunté confundida.

—Mi madre sería capaz de raptarte de verdad.

—¿Eh? —Su irritación a mis preguntas lo exasperó.

—Porque de la manera en que sonríe debe creer que estamos juntos.

Te hará entrar, preparará la cena y no te dejará ir quién sabe a qué hora.

—¿Qué? —dije horrorizada—. ¡No puede ser cierto!

—Oh, sí, Julieta, conozco a mi madre.

No hizo falta que me lo repitiera. No quería llegar tarde y ser regañada. Subí al auto cerrando la puerta antes de que Logan lo pudiera hacer por mí. Él lo rodeó y subió detrás del volante. Arrancó y mientras avanzábamos pude ver a la mujer salir de la casa. Suspiré aliviada. ¿De verdad era capaz de hacer aquello su madre?

Por un momento me sentí engañada. Quizás Logan lo dijo para conseguir que subiera. Minutos después comprendí que no mentía al decir que me llevaría directo a casa. No hubo ningún paseo de por medio.

Todo esto lo sentía extraño. Logan actuaba de una manera muy diferente. Iba serio, pensativo. ¿Sus pensamientos tenían que ver conmigo? Dejé de verlo y miré por la ventana. El cielo estaba nublado. Seguramente una tormenta se desataría en la noche.

Las casas comenzaban a ser conocidas. Habíamos llegado a mi barrio. Le indiqué cuál era la mía. Estacionó enfrente. Sin querer verlo, tomé mi bolso y antes de poder abrir la puerta, su mano me detuvo. Tuve que levantar la cabeza y se encontraron nuestras miradas.

—¿Nos veremos mañana?

¿Lo decía en serio? La duda revolvió mi estómago.

—Claro, en clases. —Mi respuesta no le agradó. Vaciló respondiendo un simple, ah...

—¿Ah? —repetí.

—Sí, es que yo, cómo decirlo... —volvió a titubear.

—No quieres que nos vean juntos en el instituto, ¿verdad?—. Su silencio fue claro. Volvía a convertirse en el estúpido engreído—. Si es lo que me quieres dar a entender, entonces directamente no hablemos. Es más, olvidemos lo de hoy.

—Ok, como digas—. Su fría repuesta no me sorprendió. Dejó de sujetar mi muñeca y giró la vista hacia adelante apretando el volante con fuerza.

¿Quién lo entendía?

Suspiré. Decidí bajarme. No tenía tiempo ni ganas de pelear por lo que fuera esto. Como si fuera que me importaba ser su amiga.

Azoté la puerta. Unos instantes después lo escuché acelerar quemando las llantas en el asfalto. ¡Exagerado! Dejé los ojos en blanco y entré a casa.

Por suerte mi madre me creyó la historia de que me atrasé por estar en la biblioteca estudiando. Fui a mi habitación, colgué el bolso en la silla de mi escritorio y luego me tiré en la cama. El día sin dudas había sido raro. Me perdí en mis pensamientos. Logan fue diferente.

De pronto mi celular comenzó a sonar y fruncí el ceño al darme cuenta de que en la pantalla aparecía el nombre de "Soy ardiente", ¿qué, qué? Esto era una broma, ¿cierto? Contesté luego de hacerlo esperar.

—¿Te castigaron?

No podía verlo, pero imaginé que sonreía.

—No, no lo hicieron. Has agendado tu número en mi celular.

—Sí, para poder hablar. Mandé un mensaje de tu celular al mío.

—¿En qué momento? —Entonces recordé cuando acompañé a su hermanita al baño. Lo dejé sobre la mesa—. Logan, quiero que sepas que tocar el celular de otra persona sin su permiso no es correcto.

—Lo siento, pero si te pedía estaba seguro de que no me lo darías.

—¿Por qué crees eso? —Hizo una pausa. El silencio llenó el auricular.

—No lo sé, Juli.

¿Juli? Sonreí por su forma de llamarme. Recordé a Delfina como lo llamó cuando golpeó la puerta de su habitación. No estaba segura de decirlo, pero la palabra salió sin permiso de mi boca.

—Loggie...

—Juli... —repitió.

—Loggie... —lo imité.

Nos quedamos en silencio. Toda esta tontería de adolescentes coqueteando por primera vez me estaba sacando de las casillas. Me molestaba la rara situación. Comenzó a reír y yo también. Hasta que mi risa quedó atorada en mi garganta al escucharlo.

—¿Quieres salir conmigo?

¿Qué era lo que estaba tramando?

Criminal - Mi Rompecorazones [+18] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora