4. El lado dulce del engreído

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Las palabras "Te llevaré a casa" no fueron exactamente lo que creí que serían

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Las palabras "Te llevaré a casa" no fueron exactamente lo que creí que serían. En realidad, me había llevado a la suya.

Una vez que llegamos me quedé de pie a su lado con el casco en la mano mientras el bajaba. Sonrió travieso luego de dejar ambos cascos sobre la moto.

—¿Qué sucede? —preguntó, tomando mi mano. Mi corazón se aceleró y me sentí nerviosa. Sus dedos se entrelazaron en los míos y me guió hasta entrar—. ¡Ya llegué! —anunció. Y sin soltarme subimos a la siguiente planta. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Me puedes soltar? —Cuando se dio cuenta de que tiraba de mí sin mi consentimiento comenzó a reír.

—¡No...! —respondió sin mirarme.

—Logan —supliqué.

Fui completamente ignorada. Siguió por un pasillo hasta que entramos a la que imaginé que era su habitación. Cerró la puerta y me arrinconó por esta.

¡Ya nos encontrábamos en lo mismo una vez más! Nuestras bocas quedaron peligrosamente cerca. Podía sentir su respiración acelerada. Sus ojos fijos en mis labios. Un escalofrío viajó por todo mi cuerpo logrando que temblara. Estaba cansada de este maldito juego.

—¿Por qué no lo haces de una vez? —farfullé. Negó con la cabeza.

La tensión nos rodeaba. Los dos atrapados en una burbuja cargada de deseo sexual. ¿A quién engañar? Lo estábamos deseando.

—Porque no quiero, deseo que lo hagas tú.

—No voy a besarte.

—Pero lo quieres —Contesta con la voz ronca.

—¡Lo quiero! —Confesé y dejó de ver mis labios para mirarme fijamente.

—Yo también lo quiero, nena. —Se acerca más.

— ¡Bésame...! —Ordené y sentí nuestros labios rozarse al hablar.

—No. Bésame tú, Julieta.

No quería hacerlo. Siempre besaba a quien le daba la gana y conmigo no. ¿Por qué no terminaba de una vez la tortura? ¿Por qué quería que lo hiciera yo? ¿Qué diferencia había?

¡Maldición! Si lo besaba saldría ganando como lo hacía siempre. No dejaría que eso sucediera. Si quería besarme como yo a él, entonces debería dar el primer paso.

La puerta sonó detrás de mí con dos pequeños golpes en la madera y me sobresalté. Una vocecita dulce se escuchaba del otro lado.

—Loggie, ¿puedo entrar?

¿Loggie? ¿Quién estaba del otro lado?

Se me escapa un gritito cuando coloca las manos en mi cintura para levantarme con fuerza y quitarme del medio y no estorbar. Sonríe con arrogancia. Al abrir la puerta, una niña de cabello castaño, con una muñeca en sus manos, nos miraba con sus labios fruncidos haciendo un puchero. Clava sus ojitos del mismo color azul intenso que Logan, para dirigirme una extraña, inocente, pero a la vez molesta mirada.

Criminal - Mi Rompecorazones [+18] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora