En horas de la tarde se encontraban Mariana y Karina dialogando sobre trabajo como mejores amigas que son desde hace años. Las acompañaban algunas tazas de café y unos cuantos cigarrillos para ponerse cómodas y así soltar la lengua de mejor forma. De un momento a otro transcurre Samuel algo exaltado por el pasillo principal del departamento.
—Mariana. —respira hondo— ¿Aún no sabes nada de Christian?
—No amor, la última vez que logré verlo fue en la fiesta.
—Sí, me lo has dicho. —pasa su mano por la nuca— Solo que ya han pasado cuatro días y aun no se nada de él.
—Seguro debe estar con la chica pelirroja, estaba bastante feliz con ella aquella noche.
—¿Y si no es así? ¿Y si le sucedio algo?
Parece muy preocupado.
—No te preocupes, ya él es un adulto y sabe cuidarse solo.
—Bueno, iré a esperar en mi habitación. —se marcha.
Karina ve a su mejor amiga de forma extraña, como si no entendiera su conducta ante esta situación. Para ella solo es un conocido que apenas acaba de llegar a sus vidas y no debería tener tanto drama su paradero.
—Ami, ¿no será que te ocultan algo aquellos dos? —indaga Karina.
—¿Ocultarme algo? ¿Qué podría ser?
—No tengo idea, —entrecierra los ojos— es que Samuel se comporta muy raro.
—Todo es porque discutieron aquella noche en la fiesta. —bebe café— Y por ello siente algún sentimiento de culpa o eso creo.
—Ouh. —Karina bebe también y ríe.
Luego de algunas tazas más de café, cayó la noche alrededor de la cuidad. Las amigas escupe veneno desalojaron el departamento dejándolo totalmente vacío para irse a un club cercano por la zona residencial.
Samuel busca de comida en la heladera, logra conseguir fideos y una coca-cola para matar la ansiedad. Su cansancio llego al límite de quedarse dormido en el sofá de cuero color negro, tal vez jugar de explorador buscando lo que no se ha perdido debe ser agotador. Afirmando lo ya mencionado, se abre lentamente la enorme puerta de madera siendo Christian quien ingresa al hogar. Intenta no hacer ruido pero Samuel es muy inestable para conciliar el sueño y despierta.
—Con que allí estas ¿Donde estabas?
No suena nada agradable.
—Buscando. —da media vuelta y se dirige a la habitación.
—¿Con eso te refieres a mi no? Porque fui yo quien te busco por todos lados sin saber nada de ti.
Lo persigue por el pasillo pero christian ignora su presencia por completo y comienza a tomar sus pertenencias.
—¿Eso piensas hacer? ¿Ignorarme?
—Vale, parecemos marido y mujer y no tengo porqué darte explicaciones. —continúa llenado su mochila— Igual ya me largo.
—No tienes a donde ir. —dice Samuel confundido.
—Si tengo, me ire a Vallejo.
Antes de que Christian intente salir por la puerta, Samuel se coloca justo en medio de ella impidiendo el paso.
—¿Qué haces? Hazte a un lado.
—No lo haré.
Christian respira hondo e intenta lidiar con toda esta discusión.
—¿Qué quieres de mi Samuel? —lo mira fijamente.
—Solo... —hace una pausa— Que me expliques ¿Qué es lo que sucede entre nosotros?
—No sucede nada, ahora déjame ir.
—Entonces que me besaras, no significó nada para ti.
Christian ve a su alrededor, buscando por donde escapar de esta situación. No quiere decir nada, no desea liberar esa parte de él.
Pero aunque no quiera, explota sin querer hacerlo.
—Me gustas.
Queda sin aire, siente que ha dejado a la luz lo que tanto temía.
—Por ello te he besado, no podía contener las ganas de sentir tus labios con los míos, porque me gustas, me gustas mucho.
Samuel queda totalmente perplejo sin poder decir ni una sola palabra, siente que su mente colapsa en su totalidad y no logra tener una idea concreta ante esta situación.
—Ahora lo entiendes ¿No? —suelta Christian dejando el silencio— Debo irme, será lo mejor para ambos.
El cuerpo de Samuel se convierte en una pluma ligera, que se hace a un lado sin tener alguna fuerza. Para no hacer este momento más doloroso, Christian pasa por su lado rozando un poco su espalda hasta que logra salir de la habitación.
Todo el espacio que los rodeaba quedó en total silencio, Samuel gira hacia la puerta y logra ver como intenta abrirla y no puede creerlo. Realmente está conmocionado por el hecho de darse cuenta que también le gusta Christian, y hasta ahora lo entiende.
—No. —grita— Espera.
Se acerca paso a paso hacia la entrada algo confundido pero con cierto punto de seguridad de lo que hará, cree que es una locura pero solo le hace caso a su corazón.
Toma a Christian por sus mejillas y lo observa por unos segundos.
—Creo que tu también me gustas, mucho.
Poco a poco, sus labios se acercan hasta que se convierten en uno solo. Después de algunos segundos lo toma por la nuca y lo presiona junto a él con fuerza; logra sentir cada parte de su cuerpo, cada latido de su corazón, cada porción de aire que respira, básicamente él en todos los aspectos. Ambos continúan con su beso apasionado y lleno de deseo. Christian se deja llevar y cierra la puerta con seguro colocando sus cuerpos dentro de aquel cálido hogar donde se inundara de placer, porque si algo es seguro es que no jugaran a ser los mejores amigos.
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COMPAÑEROS DE PISSO ©
Short Story"¿Hacemos un trío?" Algunos dicen que tres son multitud, pero creo que si te atreves a leer esta historia podrás conocer como las cosas no siempre son lo que realmente aparentan.