06 | ÚLTIMO OTOÑO.

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El coche continuaba marchando a toda velocidad por el Oaklnd Bay Bridge de San Francisco, las ventanillas se encontraban abajo y lograban sentir aquel aire que resoplaba muy deprisa sobre sus rostros. Ambos no lograban explicar todo ese batido de sentimientos que poseían en su interior, sólo estaban dispuestos a seguir el camino hasta llegar al éxito.

Mariana decide colocar alguna música para llenar sus oídos de algo que no sea silencio y el reproductor automáticamente coloca Brooklyn Baby de Lana De Rey. Los dos comienzan a sentir la buena vibra de aquella melodía dejándose llevar sin darse cuenta de ello, era increíble como los novios aun seguían compartiendo buenos momento después de todo lo sucedido hace algunas noches.

—¿Crees que esta correcto lo que estamos haciendo? —dice ella insegura.

—Quizá no, pero es lo que sentimos y no podemos dejarlo.

Es la respuesta de Samuel, mientras va conduciendo.

—Tal vez no debimos haber venido. —mira por la ventanilla.

—Nunca entenderé a los que desean algo y no mueven ni un dedo para conseguirlo.

La observa de reojo y sonríe, sabe que ellos no son esas personas.

Mariana ríe un poco sintiendo un abrazo con dichas palabras las cuales tranquilizan un poco su desespero.

Los novios algunas horas antes estaban sumergidos en la agonía sin saber que hacer. Samuel no hallaba su vida sin sus dos amores y Mariana padecía del mis sentimiento. No querian quedarse alli lamentandose y quisieron hacer algo al respecto.

No quería perder a Christian.

Por ello estuvieron en contacto con algunos de sus amigos de la agrupación de baile, ellos no tenían idea de su paradero hasta que una chica trabajadora del mismo gimnasio comentó que se iría a Vallejo. Samuel de inmediato recordó cuando le dijo que le gusta y que se marcharía a una cabaña abandonada ubicada al sureste de la ciudad.

 Samuel de inmediato recordó cuando le dijo que le gusta y que se marcharía a una cabaña abandonada ubicada al sureste de la ciudad

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Recorrieron toda la ruta 80, la cual estaba rodeada de árboles con hojas de otoño que caían desde el cielo por todo el lugar.

—Mariana, despierta. —le da un golpe en el hombro.

—Eh, eh, ya voy.

Ella estira sus extremidades en lo que puede y bebe un poco de café del termo que ya se encuentra frío.

—Agh, esto sabe realmente asqueroso.

—Creo que estamos cerca, no estoy seguro. —dice Samuel agotado.

—No había notado esta belleza, las hojas caen.

Mariana observaba cada una de ellas con gran admiración, hasta que sus ojos logran identificar una motocicleta en algunos menos de ellos, entrecierra los ojos para definir en su totalidad a la persona y logra reconocer la mochila en su espalda indicando que era él.

COMPAÑEROS DE PISSO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora