❥Capítulo trece I Segunda parte

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Lana estaba caminando por los pasillos de la escuela y a mediado se encontraba una linda muchacha intentando vender el periódico. La castaña intentó ignorarla por completo y seguir su camino de largo, pero su plan fracasó por completo cuando la chica le gritó, atrayendo su atención y obligándola a acercarse a ella.

—¡Hola amiga, ¿no te gustaría comprar una copia!?. Nos ayudarías bastante para seguir publicando y que el director no nos cierre esta idea por no tener respuesta de parte de los estudiantes —suplicó con una mirada de cachorrito—. Te prometo que no te arrepentirás por nada del mundo y querrás comprar otra edición la semana siguiente.

Lana asistió con la cabeza. Alexa ya les había comentado con anterioridad sobre su proyecto y el grave peligro que corrían si las copias no se vendían. Así que dirigió su mano hacia el bolsillo de su pantalón en busca de un par de monedas. Cuando las encontró se las entregó a la chica amigable y tomó el periódico.

—Muchas gracias por apoyar a la causa —agradeció con una sonrisa muy pronunciada en los labios—, que aproveches tu compra.

Lana giró sobre sus pies para seguir caminando, debía de encontrarse con Coral en las bancas del patio porque le iba a explicar un par de problemas que no había entendido de la tarea de matemáticas, así que trotó hasta llegar al patio. Miró a todo el alumnado jugando y comiendo, siguió corriendo hasta que finalmente se encontró con la rubia que hacia muecas cuando uno que otro estudiante pasaba por su lado y se reía.

—¿Qué traían ese par de sujetos contigo? —cuestionó Lana cuando llegó a su lado para sentarse.

Coral se encogió de hombros para después entreabrir sus labios, y así poder narrar lo que había sucedido desde que llegó a la escuela en la mañana.

—Todo se volvió bastante raro Lana, cuando llegué a mi casillero sentía como si alguien se estuviera burlando de mí, ¡y así era, un grupito me señalaba con el dedo y murmuraba un par de cosas sin sentido!. Después fui a mi primera clase y sucedió exactamente lo mismo que sucedió en la mañana. Ahora estoy aquí y pasa lo mismo. ¿Es que acaso traigo changos en la cara o qué? —dijo preocupada mientras con ambas anos se inspeccionaba la cara.

Su cabello no le estorbaba porque lo llevaba atado en una cola de caballo.

—No, estas tan linda como siempre. En serio no entiendo que fue lo que ha sucedido para que todos te miren burlones. —Lana frunció su ceño y acariciaba su cabello, intentando unir las piezas del rompecabezas. Pero en su cabeza no aparecía ninguna explicación lógica.

—Mira, he comprado el periódico. ¿Lo quieres ver?, dudo que Alexa haya puesto otra vez la foto del amor de tu vida. Eso fue la semana pasada.

Coral asistió muy poco convencida. Alexa era capaz de volver a re-imprimir la foto para poder venderlos. Las dos empezaron a hojear cada página del periódico. Pero Lana abrió sus ojos de par en par y su boca casi cae al suelo gracias a la ingrata fotografía que estaba en un articulo de cómo decirle al chico que te gusta indirectamente.

Coral miró a Lana cuando dejó de moverse y hacía un ruido extraño con su garganta que no podía describir.

—¿Qué es lo que te pasa? —preguntó preocupada.

A Lana le hacían falta las preguntas, así que con la mano que no sostenía el periódico, señaló la fotografía de ella en blanco y negro. Coral miró en dirección de la foto y se quedó congelada por completo.

Su fotografía era tomada de perfil, su dedo esta justo detrás de su nariz y desde ese ángulo parecía que se estaba hurgando la nariz, y esa mueca no ayudaba para nada. Hizo una mueca y se mordió la lengua mientras negaba con su cabeza. ¿Cómo era posible que algo como eso estuviera pasando y especialmente a ella?.

Eso debió de ser magia de Alexa, ó al menos esa fue la conclusión que llegó rápido.

—Eso no es la peor parte —murmuró Lana leyendo el pie de la fotografía.

—Chica moco. Fotografía por Tristan Lewis —leyó Coral en voz alta—. Esto es una broma, ¿verdad?.

—Al parecer no —Lana hizo una mueca de desagrado.

—Debe de ser una broma, Tristan no debió de haber hecho algo como esto.

—¿Por qué crees eso? —indagó la castaña.

—Porque todas sus frases me han hecho creer lo contrario.

—Pero que tal si nosotras malinterpretamos todo —sugirió Lana.

Y eso puso a pensar a Coral. Ella jamás buscó otra razón a los mensajes de Tristan que no fueran amorosos. Pero..., ¿y si nunca fueron amorosos?. Eso debía de ser una pesadilla de la que necesitaba despertar. Además, aparentemente todo tenía lógica porque la semana pasada estuvo cerca de ella y se alejó en seguida, y tenía una sonrisa vengativa.

¿Sería por eso que él nunca se animaba a hablarle en persona?.

—¡Me estaba rascando la nariz! —gritó con desesperación a un par de chicos que murmuraban entre ellos mientras la miraban con desaprobación—. ¡Además no es ningún delito sacarse el moco si lo estuviera haciendo, pero no lo hacía!.     

Teléfono descompuestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora