Teléfono descompuesto

❥Tercer capítulo l Segunda parte

Lana salió detrás de su compañera rubia después de haber abandonado el laboratorio. Ambas se dirigieron al baño para intentar arreglarse un poco, pues ya habían comunicado a sus padres para que pasaran por ella cuanto antes para que pudiera descansar.

Coral se miró al espejo por unos instantes, sus ojos azules estaban un poco irritados y rojos, al igual que su piel. Su cola de caballo ya no estaba impecable como antes, pues estaba revuelto. La chica abrió la llave del agua y juntó ambas manos para poder refrescarse la cara una vez más.

—Eso estuvo de locos —rió la castaña mientras se recargaba en la pared del lavamanos y la observaba.

—Sí, me puse un poco nerviosa cuando él se puso a lado mío —asistió con un intento de sonrisa.

—Lo que no entiendo es el por qué te pusiste nerviosa, eres muy dedicada.

—No tanto como tú —halagó mientras que con ayuda del borde de su camisa se limpiaba la cara, miró su reflejo del espejo y se confundió—. Espera, estaba intentando halagarte, ¿es eso uno?.

Lana frunció sus cejas y negó con la cabeza de un lado al otro, y también se encogió de hombros para restarle importancia—, realmente no tengo ni la menor idea, pero qué más da.

—Pero Tristan me confundió bastante.

Lana asistió con la cabeza para darle hincapié a que continuará.

—Tres "mensajes". —Hizo comas con ambas manos—, me ha enviado y parece ser bastante dulce, tanto que, puede darte diabetes. Pero hoy fue muy extraño, me ignoró en la campanera y me bufó. Parecía que le desagradaba estar en mi presencia. ¿Y si lo que me dice no es verdad?. Tu has oído los mensajes.

Lana abrió sus ojos sorprendida, ¿acaso habían cambiado al Tristan que conocía de lejos?.

—Seguro también estaba nervioso por estar a tu lado, no te apures con eso. Vamos, eres una chica bastante alegre, inteligente y eres porrista. A todo el mundo le encantaría tener tus porras.

Coral sonrió con ternura—. Quizás también tú deberías ser porrista —sugirió media coqueta.

Lana rió sarcásticamente mientras se acomodaba las gafas—. Tú estas completamente loca, nunca seré porrista. Eso no va conmigo. Eso es lo tuyo.

La puerta del baño fue abierta con una fuerza grande que rebotó y casi le pega en la cara a las dos chicas que estaban a punto de entrar.

—Co, ¿qué te pasó? —preguntó una pelinegra bastante baja preocupada—, escuché algunos rumores del laboratorio y supe que fuiste tú. ¿Estas bien?, ¿ya fuistes al médico?.

Lana cerró al escuchar una pésima falta oral, ¿por qué todos añadían una "s" a la palabra?.

—Alexa, ni mi madre me pregunta todo eso.

—Porque ella no esta aquí, babosa. —Golpeó la parte trasera de su amiga—,por cierto; hola, soy Alexa. Y esta señorita de acá. —Hizo un breve suspiro—, no quiso tomar ninguna clase conmigo porque no sé que tanto. Rompiste mi corazón.

—Es que eres bastante parlanchina y jamás me dejas poner atención mujer. Tú tienes la culpa.

Alexa rodo los ojos.

La otra chica desvió su mirada del celular y saludó con su mano.

—Y ella es Stacy, y es una viciosa de todo lo de internet.

—Soy yo. —Alzó la mano la chica de cabello recogido en una cebolla.

Lana rió.

—¿Entonces estas bien? —insistió Alexa.

—Dentro de lo que cabe, pero él se comportó muy raro.

Stacy alzó la cabeza curiosa—. ¿Tristan qué hizo?. Me parece extraño que él envíe notas. Lo he visto en mi clase de Física y es bastante antipático.

—Los opuestos se atraen, no la desilusiones —reprochó la morocha a su amiga—, y no seas envidiosa que después caerá tu príncipe azul.

—Sinceramente no creo que él sea el chico romántico que casi todas deseamos tener, solo digo. —Volvió su vista al celular y se dedicó a escuchar a su amiga, pero una bocina las interrumpió.

—Coral Miller favor de pasar a la dirección.

—Esa es mi salida, las veo después.

Coral salió a paso lento del sanitario de damas y caminó con prisa. Al llegar a la oficina central se encontró con la grata sorpresa que ahí se encontraba su enamorado, pero él, al igual que Stacy, estaba embrutecido por el celular. La pequeña llama de esperanza se apagó cuando su mamá salió con una sonrisa acogedora y Tristan ni siguiera se indignó a mirarla.