3. El almacén.

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Después de horas abrazando el cuerpo inerte del que había sido mi mejor amigo, un par de profesores nos encontraron, escuché unos gritos que en ese momento me parecieron lejanos. Por más que forcejeé intentando permanecer junto al cadáver de Walt, los maestros consiguieron separarme y me ataron mientras yo seguía deshecha en lágrimas.

Pasaron unas horas en las que yo miraba a la nada en shock, pensando en lo que había hecho la noche anterior, la directora aprovechó mi estado para avisar a una familia de cazadores para que se ocupasen de mí.

Yo seguía atada en el sótano, la imagen de mis garras traspasando la piel de Walt se repetía una y otra, y otra vez, yo sabía que nada volvería a ser lo mismo, yo no volvería a ser la misma, me había convertido en una asesina, en ese monstruo que todos veían cuando dirigían su mirada hacia mí... Todos menos Walt. En ese momento vinieron a mi cabeza miles de preguntas:

¿Cómo sobreviviría sin Walt, sin ese chico al que amaba?
¿Cómo viviría sabiendo que había sido yo misma la que había terminado con su corta vida?
¿Cómo podría seguir viviendo siendo consciente de que le había arrebatado ese mismo derecho a la persona más buena e inocente que había conocido nunca?

Muchas ideas se me pasaron por la cabeza, pensé que merecía todo lo que me fuese a pasar a partir de ahora, pensé en que tal vez todas esas palizas, castigos y experimentos eran la penitencia anterior que la naturaleza me había impuesto sabiendo el acto atroz y horrible, imperdonable, que cometería más tarde. Pensé en terminar con mi corta y asquerosa vida, sin Walt ya no valía la pena vivir, era la única persona que alguna vez en mi vida me demostró un sentimiento positivo, afecto, cariño, me ofreció su amistad sin pensarlo dos veces ¡Joder! ¡¿Cómo había sido capaz de asesinarle?!

En ese precioso instante mis ojos se inundaron de lágrimas, estaba completamente destrozada, nunca en la vida había sufrido tanto como en ese momento, de repente, un hombre y una mujer entraron en el sótano y me miraron, la mujer hizo una mueca de asco y se acercó, se agachó a mi altura.

- ¿Entiendes ahora por qué os asesinamos aunque no esté demostrado que hayáis derramado sangre humana? Para que estas cosas no ocurran. -Me miró de tal forma, con una seriedad tan profunda que sollocé con tristeza y miedo.

- Yo... Hacedme lo que queráis, lo merezco, soy un... Un monstruo. -Murmuré entre llantos desconsolados.

- Claro que lo mereces, y no dudes un segundo en que lo haremos, ni tampoco dudes que mereces todos los daños que vamos a infligirte, todas las torturas. -Sonrió ampliamente, eso me demostró que el hombre era bastante más psicópata que la mujer, ella era mucho más lógica y fría, calculadora, mientras él era un psicópata que simplemente disfrutaba haciendo daño a la gente.

Le miré bastante asustada, estaba claro que ese hombre estaba loco, yo había oído rumores de un código de cazadores, pero el tipo que había venido a recogerme me había dejado muy claro que él no lo seguía, que tenía su propio código "Matar antes de que hayan víctimas".

Me desataron y me condujeron por los pasillos hacia la salida, conforme andaba notaba cómo las miradas de los que habían sido mis compañeros se clavaban en mí, acusadoras, ellos eran conscientes de lo que yo le había hecho al pobre e inocente Walt, Wally me echó una mirada de asco que escondía furia, él había tenido claro desde siempre lo que yo era, y no se había equivocado.

La pareja habló un poco con la directora y a los pocos minutos yo ya estaba dentro de una furgoneta con las manos atadas a un banco como los de los coches patrulla, yo, una niña de 13 años, era ahora una criminal que sería juzgada por esa gente  y evidentemente encontrada  culpable para más tarde sentenciar mi castigo y hacerme pagar por haber arrebatado la vida a un pequeño niño de mi misma edad.

A las horas llegamos a una especie de almacén, el lugar era enorme y a lo lejos se escuchaban gritos, en esos mismos momentos la luz titilaba, mi imaginación se puso en funcionamiento y no tardé en deducir qué le estaban haciendo a aquella persona. Me llevaron a una sala y ataron mis extremidades a una verja, el miedo invadió mi cuerpo y comencé a temblar, sabía perfectamente que merecía cualquier castigo, pero eso no impidió que mi cobarde persona sintiese un miedo terrible ante la idea de lo que dentro de unos minutos me sucedería.

- Alice Cassidy, 13 años, mujer loba, asesinaste a tu mejor amigo, Walt Peters, la pasada noche de luna llena... -Por la puerta entró un hombre con un informe en la mano, mi informe. ¿Cuándo diablos lo habían hecho?- Fuiste abandonada nada más nacer en el orfanato Amanecer, siempre has sido la chica rara a la que todos marginaban por ser mujer lobo... ¿A qué idiota se le ocurrió dejarte vivir allí sabiendo lo que eras? -Me miró como esperando una respuesta, yo guardé silencio, básicamente porque llevaba toda la vida haciéndome la misma pregunta. - En mi opinión, debieron acabar con tu vida en cuanto se enteraron o llamarnos a nosotros.

Le miré totalmente callada, estaba demasiado asustada como para pronunciar palabra, él lo notó y se puso a reír.

- Alice... Eres un ser sobrenatural, los de tu especie deberíais haber sido eliminados hace siglos, y no creas que por ser menor tendré piedad, no, cielo, tú no la tuviste con aquel chaval, ninguno la tenéis en luna llena, os convertís en animales dispuestos a todo con tal de satisfacer vuestra necesidad de matar.

Yo, obviamente, ya sabía todo eso, así que me limité asentir, temblorosa, estaba atada y no tenía escapatoria, aunque, siendo sinceros, no hubiese intentado escapar, yo tenía totalmente claro que merecía un castigo y estaba preparada para cargar con las consecuencias.

El hombre se acercó, me dijo que se llamaba Eddy, y que sería mi pesadilla durante lo poco que yo durase. Empecé a temblar aún más cuando vi que se acercaba con una daga, sin previo aviso la clavó en mi abdomen, solté un gran grito de dolor, pero ese solo sería el principio, ese hombre sería mi torturador durante varios días, eso yo lo tenía claro.

Pasé horas siendo torturada, al final de ese proceso, en esa habitación solo estaban Eddy y el cuerpo tembloroso, lleno de magulladuras, cortes superficiales o profundos, moretones, marcas de golpes, en fin, mi cuerpo se había convertido en una muestra de las distintas marcas de violencia que podían quedarle a alguien.

En algún momento cerré los ojos y me desmayé, tuve un sueño, fue lindo, en él estábamos Walt y yo cogidos de la mano bajo el árbol del patio, sonriendo, dándonos algún que otro beso, él me pedía que viviese y que no me rindiera, que su muerte no hubiese sido en vano, él me decía que confiaba en mí y sabía que llegaría el día en que yo sería una gran persona, mucho mejor que ahora, que este sólo era un bache, un trágico bache, pero que me repondría y algún día salvaría muchas vidas.

Yo no podía creer lo que escuchaba, el chico al que había asesinado diciéndome que salvaría vidas, pero, el caso es que entendí que debía vivir por él, que él lo último que querría sería verme muerta, comprendí que debía vivir para evitar que esta terrible tragedia volviera a suceder.Decidí que no me rendiría, que no me dejaría torturar hasta la muerte.

Decidí vivir por Walt Peters.

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Espero que esta historia os esté gustando, en el próximo capítulo veremos si Alice consigue salir viva del almacén o muere en el intento.

¿Será el último capítulo de la historia?

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