¡AUUUUUUW!

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Voy de puntillas y conteniendo la respiración. Me acerco más a la mochila, que se encuentra en la puerta abierta del baño. Está a cuatro metros. A dos, a medio... Alargo la mano para cogerla pero de repente se me corta la respiración y noto como una patada en la caja torácica del susto. Pero no hago ningún movimiento. Está ahí.

Un lobo gris usmeando tan silencioso que no lo había oído. Está detrás, a unos 3 metros. Si me hecho atrás, vendrá a por mí. Si cojo la mochila, vendrá a por mí. Pero tendré una navaja.

Alargo el brazo silenciosa.
Treinta centímetros.
Veinte.
Diez, ya lo tengo.
Sólo cinco...

- ¡WOURF, WOURF!-
-¡hahhj!- grito sin casi emitir sonido. El lobo no me a atacado sin más. Está llamando a la manada.

Doy un salto y cojo la mochila. El animal también salta, pero me agacho y pasa por encima mío. Se vuelve rápido antes de que pueda reaccionar. Salta hacia mi, pero lo bloqueo con la mochila. Esta se desgarra y todo su contenido se desprende en el suelo, de manera que puedo coger la navaja sin buscarla mucho.

- Gracias, estúpido bicho. -

Mi gloria se acaba ahí, porque cuando estoy agachada salta encima mío y me derriba. Está encima mío, con sus patas en mis hombros. Pero tengo la navaja en la mano. Otro lobo, negro y más grande se acerca. Cuando el gris se dispone a morderme la yugular para ahogarme, le doy un navajazo entre las costillas. Yo sólo ataqué al lugar más cercano, pero tanta suerte que entre las costillas en las que inserté mi navaja, se encontraba su corazón.

Estaba empapada de sangre caliente y acabo de matar a un animal. Aquello no me hacía ninguna gracia. Yo soy ecologista, pero, la otra salida era la muerte.

Consejo #17: matar es malo, niños.
No hacer en casa.

Aún tengo el ensangrentado, caliente y repugnante cadáver encima, cuando suena, desde el baño, un ruido metálico, como de arrancar algo.

Entonces veo a Isabel, enfurecida, con una tubería en la mano. Empieza a meterle golpes al lobo negro mientras gritaba:

-¡LA HABÉIS MATADO ESTÚPIDOS LOBOS! ¡ME ALEGRO DE QUE DONALD TRUMP ESTÉ CONTAMINANDO VUESTRO MALDITO HÁBITAT NATURAL!¡OJALÁ OS EXTINGAIS!

Entre golpe y golpe, y algún mal corte de la tubería oxidada, el lobo cojea tuerto y en malas condiciones hasta una esquina gimoteando, y con la cola bajada y entre las piernas en señal de perdón. Isabel, no contenta aún, le da un último golpe para dejarlo inconsciente, pero una vez el lobo a perdido el sentido, lo deja con vida. Malamente, pero vivo.

Entiendo que tan ensangrentada y en el suelo pareciese muerta. Le digo, con un hilo de voz:
- I, I, Isabel...
- ¡Estás viva! ¡No vuelvas a darme este susto tonta!
- Ayúdame... Con el lobo...-

El cadáver era el responsable de que no pudiera hablar, estaba sobre mi pecho y no podía respirar.
Isabel empuja el muerto con dificultad. Parece que ya se le acabó el subidón de adrenalina.

Me levanto y me veo sin querer en un espejo del baño. Dios mío. Tengo todo el torso con sangre... Pero ni comparación con el brazo derecho con el que aún sostengo la navaja. Está todo granate.
Me da un escalofrío.

- Pensaba que los lobos iban en manadas de más de dos.- dice Isabel.
- Y van en manadas de más de dos. A no ser... Que se hayan asustado.-
- Pero el lobo negro está vivo aunque inconsciente. Vendrían a por él. Están haciendo otra cosa. ¿Pero qué?-

Entonces palidezco y se me hiela el aliento.

- La... La... ¡La habitación 1! Cuando las visité, ¡No cerré la puerta!-

Armadas con la navaja multiusos y la tubería oxidada, corremos hacia la uno. Hay tres lobos. Uno gris claro, uno gris oscuro y uno blanco y grande.

Se dirigen sigilosos hacia las únicas personas que estaban durmiendo juntas en la cama de abajo, Rachel y Daniela.

El lobo oscuro mira al blanco y se dirige hacia Rachel.

-¡Nooo!- grito y me lanzo sobre él. Le hago un corte en la navaja en el lomo, pero solo hago que se enoje. Este se vuelve, pero Rachel y Daniela ya se han despertado. Daniela le dá un empujón antes de que me muerda, lo que hace que se desequilibre y durante unos segundos deje la tripa descubierta, y Rachel le dá un doloroso puntapié. El lobo se aparta. Estamos Daniela, Rachel, Isabel y yo cerca de la cama en la que dormían, y los lobos en frente.

El lobo blanco hace un gesto y los grises saltan a la vez contra nosotras. Rachel y yo sacamos la escalera de la litera y la ponemos a modo de escudo para ambas. La cabeza del animal queda atrapada entre los palos de la escalera cuando intenta pasar para atacarnos. Lanzamos la escalera (y por lo tanto al lobo) lejos. Vemos cómo intenta sacar la cabeza, pero le llevará un rato.

Nos giramos y vemos que Daniela e Isabel lo llevan peor. Isabel grita:
- ¡Atrás! - mientras zarandea la tubería. El lobo la esquiva y salta sobre Daniela. Ella es fuerte, así que intenta empujarlo con los brazos, pero el lobo, furioso, le muerde el brazo.
-¡AAAY!- exclama ella.
Entonces es el lobo el que la empuja y la deja inconsciente. Antes de que le haga nada, Isabel se abalanza sobre el lobo. Este la vuelve a esquivar y ella rueda hasta Rachel y yo.

Los dos lobos se dirigen hacia nosotras. El lobo blanco le arranca la tubería a Isabel. Mi navaja la perdí atacando al gris. Estamos rodeadas.
- Bueno, moriremos juntas.- dice Rachel, tan "positiva" como siempre.

Consejo 18: los amigos, son hasta la muerte.

El gran lobo blanco me estaba ya respirando encima. Pero entonces se oyen tres disparos seguidos y el lobo blanco cae muerto.

- ¡Vía libre, Lydia! - grita el monitor pelirrojo.

En aquel momento aparece Lydia, (sí, Lydia, yo creía que no había venido). Estaba armada con una sartén, y le mete un cacharrazo al lobo gris que quedaba, el cual, entre el golpe y verse solo, sale corriendo.

- Este es Mathiew. - Dice Lydia.
- Me ha ayudado a llegar hasta aquí, os lo explicaré todo.-

Cómo sobrevivir a un campamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora