Capítulo 5

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Ando un buen rato hasta que llego a un gran árbol con dos ramas bajas que forman una especie de V, y me siento en ellas. He venido más veces aquí. Se está muy bien la verdad. Saco un vaso de plástico y una cuchara. Saco también el litro de leche y un cuchillo de plástico he intento cortar una esquina del brick de leche. Tardo un rato, no es que corte mucho un cuchillo de plástico. Lo consigo después de unos minutos. Me sirvo un poco en el vaso, y pongo la leche entre mis piernas. Saco los cereales, los abro y me sirvo. Que delicia. Esta riquísimo. Una vez que acabo vuelvo a servirme. No estoy llena, pero si que he desayunado bien, además tengo que guardar un poco para el resto de días.

No sé cómo voy a guardar la leche en la mochila. No quiero mancharla. Es muy importante para mí. Me la regalaron mis padres cuando tenía 5 años para ir al colegio. Es la cara de un oso de peluche y luego tiene un asa para agarrarla de la mano y otras dos para colgársela en la espalda. Toco las orejas del peluche, que suave. La huelo. Ha perdido el olor de mi casa, de mi hogar. Ahora huele...huele raro la verdad. Como ha plástico, y ha encerrado. Huele como cuando entras en una residencia de ancianos, una mezcla de plástico, medicamentos, tristeza y depresión. Me da pena que tenga ese olor. A parte de que es raro que tenga ese olor.

Aparte de andar para intentar salir de este bosque, no sé que hacer de mis días, me aburro bastante. Y pensar en mi familia no es la solución. Dormir tampoco. Solo me queda andar. Andar sin un destino fijo. Solo andar. Simplemente. Andar.

IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora