7.

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Chloé.

En un abrir y cerrar de ojos llegó el tan esperado baile de máscaras.

Los Bourgeois somos una de las familias más influyentes en la sociedad actual y mi padre al ser el alcalde tiene un status que no puede ser desvaloralizado por lo que siempre nuestra familia organiza una fiesta. Y solo los más ricos e importantes son invitados.

El baile es hoy, y no tengo ganas de asistir. Al ser una de las anfitrionas no puedo ausentarme por ningun motivo, pero con lo de Adrien no me siento de humor para finjir sonrisas ni para entablar conversaciones con todas esas viejas chismosas y falsas.

Dos días desde que recibió la nota de su supuesto "admirador secreto", sin embargo a la mañana siguiente había un peluche amarillo en forma de abeja en su ventana.

Les pregunté a todas las sirvientas de la casa y ninguna tenía idea de como había llegado el muñeco ahí.

Me enterneció mucho que fuera una abeja, se había convertido en mi animal favorito desde que papá me habia obsequiado ese dije.

Y que tuviera en cuenta ese detalle era muy tierno, algo patetico por lo acosador, pero igual no perdía su toque de ternura.

Chloé miró hacia su pequeño velador blanco donde encima se encontraba su nuevo regalo, no dudó ni un segundo en colocarlo en ese lugar.

Si tan solo no doliera tanto el rechazo de Adrien. Tal vez todo podría ser diferente, siempre existía la posibilidad.

Al otro día se entero de la  llegada de un chocolate sin remitente de sabor menta, estaba delicioso y al parecer ese se convirtió en su nuevo sabor de chocolate preferido.

Tampoco se entero de cómo llegó hasta su hogar, pero sus sospechas solo indicaban hacía el chico tomate.

Decir que Chloé no estaba conmovida por sus gestos sería mentir terriblemente.

Chloé cada vez que miraba uno de sus obsequios se le escapaba un suspiro, de los que ni ella misma se daba cuenta.

Poco a poco ese chico se estaba colando en sus pensamientos, se preguntaba todo su actuar y lamentablemente se quedaba con las dudas.

A veces se le venía a la mente la pequeña Pam, esa niña era realmente un amor y sonreía cada vez que la recordaba.

Y se reía cuando comparaba a Pam con Nathaniel, ella a pesar de ser una niña tenía mucha mas personalidad que su tió, lo que le provocaban muchas más carcajadas.

Se volvió hacia la cama y miró su disfraz de abeja, el cual tenía unas panties con franjas amarillas y negras con un top amarillo ajustado y un par de alas a juego con las antenas.

Le encantaba, pero seguía sin muchos animos.

Resignada caminó hacia el baño y se duchó perezosamente.

Se vistió con el disfraz y se secó el cabello para después amarrarlo en una cola de caballo.
Se maquilló ligero, brillo en los labios, rimel y un poco de sombra para resaltar sus ojos azules.

Bajó alrededor de las nueve y cuando se adentró a toda la multitud fue atrapada por un grupo de señoras que estaban casadas con unos famosos empresarios.

Sin poder protestar, finjió una sonrisa y se dispuso a alabar a las presentes para momento más tarde reafirmar todo lo que decían.

Chloé hacía mucho tiempo atrás había aprendido, que si le llevas la contraria, te excluían y te criticaban por lo que desde ese momento solo asentí y afirmaba cosas de las que ni siquiera estaba enterada.

Así pasaron dos horas, y luego llegó el momento de los bailes.

Era común que la sacaran a bailar los jovenes de varias familias adineradas o influyentes.

Herederos, futuros empresarios, politicos entre otros más pretendientes.

La mayoría eran chicos egocentricos y aburridos que solo conseguian fastidiarla.

Algunos eran guapos, pero un rostro no compensaba sus otros defectos.

Puede que sonara algo hipocrita viniendo de su parte, pero por ningun motivo ella se emparejaria con alguien así.

Ni aunque estuviera loca.

Ya llevaba quince vals y los pies la estaban matando, se había puesto unos tacones negros que por lo menos tenian diez centimetros y al estar parada y después bailando sin descanzar por la pista la tenían agotada.

Se acercó a la mesa vacía mas cercana y se dejó caer con delicadeza en la silla.

Soltó un enorme suspiro de alivio y masajeó sus pies.

Quien la viera pensaría que era una desubicada pero eso ya le daba igual, ya nada le importaba realmente.

No tenía que impresionar a nadie y le valía poco la opinion de los demas.

Sin embargo, nunca podría pasarse de la raya, ser hija del alcalde no le permitía ser escandaloza ni mucho menos rebelde y eso no cambiaría.

Luego de masajearse los pies, aceptó una bebida de uno de los camareros y bebió de ella.

Ni si quiera se dio cuenta de que tenía tanta sed hasta que casi se atraganta al tomarla.

Dejó el vaso en la mesa y cerró los ojos.

Como le gustaría estar en su cama, mirando por la ventana, observando la noche y su oscuro cielo plagado de estrellas.

Por los altavoces del salon se escuchó una suave melodía que envolvió todo el lugar con una aura magica. O eso es lo que a ella le pareció, al tener los ojos cerrados todo se percibía de otra forma.

Escuchó como alguien se aclaraba la garganta y abrió los ojos.

Se sorprendió mucho al encontrar a un hombre vestido de pirata con el cabello rojo, traía un parche en el ojo izquierdo y una pañoleta negra envolviendo su cabeza, estaba extendiendo una mano hacia ella.

— ¿Me permite este baile, mi bella dama? —preguntó suavemente.

Y se sorprendió aún más cuando al escuchar su voz, lo reconoció. 

Ese no era cualquier hombre, no era nada mas ni nada menos que Nathaniel Kurtzberg.

Era el pintor de pacotilla...

¿Qué estaba haciendo ahí?
¿Cómo habia logrado entrar?
Y ¿Porqué?

Todas esas dudas la asaltaron de golpe.

Y cuando este le sonrió, Chloé no pudo recordar una sonrisa más bella que la que tenía en frente.

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Nueva actualización.

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Hasta la proxima transmisión 👌👌👌.

CassyVallens.

Corazón De Hielo [Nathloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora