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El Sol quemaba como nunca, a Calum no se le había ocurrido llevar una gorra para cubrirse de la estrella más grande y calurosa del Sistema Solar y no había ninguna sombra cerca, sentía como si su cabeza quemará y se maldecía por tener el cabello completamente negro.

El autobús estaba retrasado o quizá él había llegado demasiado temprano por culpa de su padre que no dejaba de apresurarlo para que se fuera.

El moreno se estaba impacientando y para el colmo traía la guitarra colgando de su espalda. Por eso odia llegar temprano a los lugares, siempre termina esperando y prefiere que esperen por él, esperar no es de sus mejores virtudes.

Y para el colmo, olvidó los audífonos, la espera sería un poco menos pesada si pudiera escuchar a sus bandas favoritas pero no y todo por no revisar los bolsillos antes de salir y sin mencionar que su papá no ayudo nada. Sería una suerte si trae la plumilla que su mejor amiga le regalo en su cumpleaños, sino estaría jodido.

Odia ser tan despistado y odia estar de mal humor por culpa del sol que está quemando las pocas neuronas que aún le quedan.

Una loca idea pasó por su cabeza pero negó rápidamente para alejarla de su mente, escuchó el pitido de un coche a lo lejos, volteó hacia la izquierda y vio al bus aproximarse a la parada, suspiró aliviado, al menos ya no estará bajo el sol quemándose la cabeza.

Cuando el bus paro enfrente de él, dos personas bajaron y luego subió él, le pagó al chófer y al voltear para busca un asiento se dio cuenta que todos estaban ocupados. Caminó hasta el fondo, sé quito la guitarra de la espalda y la recargó en uno de los tubos y se acercó a él para sostenerse y cuidar su estuche un poco más.

— Odio tomar el autobús — susurró para el mismo.

The Perfect Casuality -cth-Where stories live. Discover now