Muérete.

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—¿¡Una galería de fotos!? Vaya, yo solo he logrado un mural y varias pinturas. —me dejo caer en la cama con el celular en la oreja. —¿A qué hora comenzará?

Desde las ocho estará abierto, estás invitada y puedes llevar a quien quieras. —contesta mi compañero Zick.

—Entonces esta noche te veo. —asiento. La puerta de mi habitación se abre, me siento en mi cama al ver a Vegeta entrar como si fuera su propio cuarto... como siempre. —Eh, te hablo después. ¿Sí?

Cuelgo el celular y miro al Saiyajin, éste sorprendentemente iba con ropa normal y fue directamente a acostarse en mi sillón.

—¿Qué te trae por aquí, Vegeta? —me levanto de la cama. Él gruñe.

—Ya lo sabes...

—¿Otra discusión? —me recargo en el respaldo para verlo, tenía los ojos cerrados. —¿No crees que ya es mucho?

—¿Qué insinúas? —abre sus ojos y me mira. Me sonrojo levemente.

Desde aquel día no puedo evitar sonrojarme con su mirada, y parece que se divierte con ello. Sabe lo que causa en mí y eso me fastidia más.

—Nada. Ven, quiero mostrarte algo. —hago un gesto con la cabeza y lo guío hasta el otro lado de la habitación. Vegeta se levanta del sillón y me sigue por detrás, nos detenemos frente a un caballete. Miro al príncipe a mi lado para ver su reacción.

Frunció el ceño.

—¿Qué te parece?

—¿Soy yo?

Una pintura a medio hacer estaba frente a nosotros, el día anterior revisaba la cámara y recordé las fotos que tomé cuando fuimos con Goku. Inmediatamente me dieron ganas de pintarlo y ahora lo hago.

—Sí, pero todavía me falta terminar. —explico. Alzo mi dedo y señalo los detalles. —Siempre aparentas un gesto muy serio, pero a la vez cálido, me está costando trabajo dibujarlo, que realmente tengas un aire de príncipe como sueles tener. —le miro sonriente. —Te lo puedo regalar cuando termine.

—Algo me dice que lo quieres más tú que yo. —bromea. Mis mejillas se sonrojan.

—Agh, eres tan detestable. —me cruzo de brazos. —Por cierto, ahorita iré a una galería de fotos. ¿Quieres ir?

—No me interesa. —niega. Vaya, yo quería que fuera.

—Bien. —suspiro. —Es mi imaginación o últimamente la temperatura bajó.

—Se acerca invierno. —dice él obvio. Observaba la pintura seriamente, después de unos segundos se fue al sillón de nuevo. —La peor época del año.

—Puedo ver tu sufrimiento, el mismo que yo tenía cada fin de año. —me acerco hasta el sillón donde estaba acostado. Vegeta chasquea la lengua, pero no dice nada. — Las fiestas de Bulma.

—Es tan fastidioso.

—Y ruidoso. —asiento. —Tanta gente desconocida...

—Y ridícula...

—Creo que mejor me desaparezco esos días. —pienso en voz alta.

—Cobarde. —murmura Vegeta casi con odio. Me río entre dientes.

—Cuando se trata de Bulma no hay otra cosa que no pueda hacer más que huir. —sonrío ampliamente. —Bueno... Yo debo irme, pero si quieres esconderte de mi hermana, puedes quedarte aquí.

Te obligaré a quererme. |Vegeta x Tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora