Mateo, un chico de Granada, se muda a la capital. Es joven, atractivo pero muy tímido. Cuando conoce a los hermanos Oviedo, más conocidos como Gemeliers, su mundo empezará a girar de una manera distinta. Una historia desenfrenada entre el amor por...
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Llevaba tan sólo unos horas en Madrid. Y es que pude convencer finalmente a mis padres de que me dejase venir a este campamento de verano. Antes que nada, debería presentarme. Mi nombre es Mateo, tengo tan sólo 16 años, y no aparento ni más ni menos. La gente me suele ver atractivo porque desde que recuerdo llevo practicando deporte, lo que conlleva a que tenga un físico cuidado. Pero en su justa medida. Me gusta el mundo de la fotografía y es por ello que me parecía una buena oportunidad venir a Madrid para los meses de verano. Podría completar mi álbum con varias fotografías de la zona.
Cogí un vuelo desde Granada y luego un autobús que me dejaría hasta la sierra madrileña, donde entre la naturaleza y los lagos naturales se encontraba el campamento. - Hola, tu debes de ser Mateo. Ya nos avisaron de que llegarías con retraso. - comentó el monitor que me recibió. Chequeó su listado hasta dar con mi nombre y luego me entregó una tarjeta. - Esta es la llave de tu cabaña. La número 4, no lo olvides. - imposible hacerlo si en el llavero te lo venía bien grande puesto. - Ve allí a dejar tus cosas y luego reúnete conmigo en la oficina. - me señaló con el brazo una caseta de madera donde ondeaba una bandera con la imagen de una ardilla dibujada. - Esa de allí.
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Llegué a la número 4 sorprendido de las bonitas cabañas de madera que allí había. Se encontraban en una zona separada del claro y del lago, donde mayormente haríamos las actividades. Estaba tan ilusionado por comenzar que no caí en la cuenta de que conviviría con compañeros hasta que abrí la puerta y me encontré con uno de ellos. Estaba echado sobre aquel sofá con una camiseta de tirantes y en bóxers leyendo una revista. Cuando entré me miró y sonrió. - Vaya, al fin el último para completar la cabaña. Se levantó y me tendió la mano. Yo estaba un poco cortado por las pintas en las que estaba. El chico tenía un buen físico y se percibía bajo la tela de su prenda interior que también iba bien armado. - Yo... yo... es un placer. Mateo. - le dije aceptando su mano y apartando la vista de su cuerpo.
- Yo soy Daniel, y Jesús es mi hermano. Está en la habitación de la izquierda ahora. Espero que no te moleste que hayamos cogido ya habitación y te haya tocado compartir conmigo. Aunque me pareciese injusto que hubiese hecho el reparto de cuartos sin estar yo, no me quejé. Lo seguí hasta la puerta y escuché ciertos gemidos en la otra habitación. - Jesús... tiene novia. - comentó Daniel. No hice ningún comentario y sólo pasé adentro. Había dos camas, una cómoda y un armario. Dejé la maleta sobre lo que supuse que sería mi cama y saqué algo de ropa limpia. - Voy a cambiarme porque debo visitar al monitor. - le informé con la intención de que se marchase del cuarto y volviese afuera, al saloncito de la entrada. - Yo también tengo que hablar con Álvaro. Espera y te acompaño. Daniel se fue a la cómoda y sacó un bañador. Antes de que pudiese reaccinar se quitó la camiseta de tirantes y sus bóxers quedando completamente desnudo a espaldas de mi. Tenía un trasero redondeado y firme. También le gustaba hacer deporte como a mi. Se colocó la prenda y me miró: - ¿Qué? ¿No te vistes? Asentí rápidamente y como él, me desnudé con algo más de lentitud mientras notaba su mirada. - Creo que nos vamos a divertir juntos... - escuché decirle por lo bajo.