Capítulo 1

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Sakura Haruno observó preocupada a los asistentes a las fiestas de Halloween ataviados con coloridos disfraces. Ella había tenido que optar por una indumentaria de sus años de instituto porque, a pesar de que no tenía mal sueldo, no podía permitirse lujos como la compra de disfraces. En realidad el salario le permitía sólo estar al día con las facturas de la casa que compartía con su padre.

Los últimos dos meses habían sido demasiado traumáticos para ocultarlo con un simple disfraz. Ino y el resto de sus amigos la habían convencido de que le vendría bien salir de su casa y, aunque Sakura tenía ciertas reticencias porque su padre acababa de regresar, Ino había conseguido que por fin acudiera a su fiesta. Sin embargo, de camino al apartamento situado en el centro de la ciudad, Sakura no podía evitar sentirse un poco estúpida. Aunque también era cierto que había pasado una semana terrible y necesitaba relajarse y olvidarse de todo. 

El comportamiento de su padre se había vuelto cada vez más violento desde la tragedia, porque se sentía responsable. Así había sido como un profesor de universidad como él había dejado su trabajo de repente y se había convertido en un alcohólico. Sakura había intentado que se pusiera en tratamiento de todas las maneras posibles, pero él se había negado rotundamente. Su último episodio violento le había hecho pasar tres días en la cárcel, tiempo durante el cual Sakura había podido al menos descansar de la tensión que le provocaba estar con su padre. Esa noche sin embargo estaría allí cuando ella regresara de la fiesta, y le había insistido mucho en que no llegara tarde, y no porque fuera eso lo que ella hacía normalmente.

Dio un sorbo a su refresco con el corazón inundado por la tristeza. No tenía ánimo para beber alcohol, con lo que allí se encontraba completamente fuera de lugar. Y, para colmo de males, su disfraz, y su larga melena rosa, atraían la atención de todos los hombres. Cada vez resultaba más obvio que había elegido la indumentaria equivocada para este tipo de fiestas, pero creía que de haber asistido vestida con su ropa habitual también habría llamado la atención.

Huyendo de un tipo que insistía en enseñarle el dormitorio de Ino, se encontró con la anfitriona, puso como excusa un fuerte dolor de cabeza y se dirigió a la puerta. Una vez en la calle, se llenó los pulmones de aire fresco y comenzó a caminar.«Vaya locura de fiesta», pensó mientras recordaba el humo que llenaba la casa, tan denso que dificultaba la visión. Por un momento había pensado que sería divertido ir a una fiesta, pensó incluso que podría conocer a un hombre que la sacara de todo aquello y que fuera capaz de hablar con su padre. Y que las vacas comenzarían a volar...

Lo cierto era que llevaba meses sin salir con nadie; la última vez había invitado a cenar a casa a un posible pretendiente que, después de ver los modales de su padre, había desaparecido para siempre. Tras esa experiencia, Sakura había perdido la esperanza de atraer a nadie. Además, por el momento ya tenía demasiadas cosas en que pensar. En aquel momento un ruido la distrajo de sus pensamientos y, al acordarse del tipo que la había estado acosando en la fiesta, deseó con todas sus fuerzas tener un abrigo que le tapara al menos las piernas. Llevaba una minifalda muy estrecha, una blusa escotada y una boa de plumas rosas, por no hablar de la cantidad de maquillaje... En definitiva, era el blanco perfecto para cualquier degenerado.

Al dar la vuelta en la esquina vio a dos personas agachadas en mitad de la oscuridad, rodeando a lo que parecía un hombre tumbado en mitad de la acera.

—¡Eh! ¿Qué demonios hacéis ahí? - Gritó ella haciendo aspavientos para asustarlos y que salieran corriendo, como efectivamente sucedió.

La mejor defensa siempre era un buen ataque, pensó todavía con el corazón en un puño mientras se acercaba al hombre que permanecía tendido en el suelo. Parecía inconsciente, Sakura no tardó en descubrir que estaba sangrando; parecía que los asaltantes lo habían golpeado con saña. Lo palpó con mucho cuidado a la altura de la cintura y enseguida encontró lo que esperaba. Estaba claro que alguien tan elegantemente vestido tenía que llevar un teléfono móvil. Después de llamar a una ambulancia, se sentó en el suelo a su lado y se dispuso a esperar con la mano del desconocido entre las suyas.

Lejos del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora