Justo cuando parecía que el mundo empezaba a desaparecer a su alrededor, se oyeron por el pasillo unos pasos que se acercaban a la puerta del dormitorio. Sasuke se apartó de ella inmediatamente y la miró a los ojos mientras maldecía su suerte. Se puso en pie e inmediatamente fue hacia la ventana y perdió la mirada en el jardín al tiempo que intentaba recuperar la calma. Sakura por su parte tiró de la manta que tenía por encima hasta que le cubrió los hombros. Tenía que recuperar el ritmo normal de respiración, pero le resultaba muy difícil cuando se acordaba de lo que acababan de estar haciendo Sasuke y ella.
Se abrió la puerta de par en par y apareció Itachi con una bandeja en las manos.
—He pensado que debías de tener hambre — dijo con una amable sonrisa en el rostro —. Ha venido la señora Chiyo a preparar la cena y ha hecho esto para ti.
—¡Gracias! — Exclamó Sakura —. Y dale también las gracias a la señora Chiyo. Empezaba a sentirme un poco hueca.
Al oír aquello, Sasuke emitió un extraño sonido y ella ni siquiera se atrevió a mirarlo después de tan desafortunado comentario.
—¿Te ocurre algo? — Preguntó Itachi a su hermano.
—Me duele un poco el estómago.
—¿Por qué no te tomas algún analgésico? — Le recomendó Itachi, preocupado por su mala cara.
—Sí, será lo mejor — respondió Sasuke y, de camino a la puerta miró a Sakura —. Me alegro de que estés bien.
—Gracias, y gracias también por la conversación — dijo ella incapaz de mirarlo a los ojos. De pronto Sasuke la miró como si acabara de ocurrir algo inaudito y su rostro se llenó de oscuridad.
—¿Estás bien? — Le preguntó Sakura impulsivamente.
Pero no contestó, simplemente siguió mirándola, para sorpresa de su hermano. Al verla sentada en la cama con aquella tierna sonrisa y el pelo cayéndole sobre los hombros, Sasuke tuvo de pronto la sensación de que todo su mundo acababa de dar un giro de ciento ochenta grados. Aquella era una mujer de buen corazón, una mujer que había puesto en peligro su vida por salvar la de alguien a quien ni siquiera conocía. ¿Por qué no se le ocurrió pensar eso cuando se enteró de lo sucedido en Houston?
—Itachi te debe la vida — dijo de pronto —. Pero me preocupa que arriesgaras la tuya para ayudarlo.
—Tú habrías hecho lo mismo si hubieras estado en mi situación.
—Sí — respondió después de pensarlo unos segundos —. Supongo que sí.
—¿Lo ves? Tienes un montón de potencial como marido — añadió en tono jocoso —. Eres sexy, rico, tienes un estupendo coche y además te gustan los animales. Definitivamente, eres un estupendo partido.
—Yo no pienso casarme — espetó Sasuke con furia.
—No te preocupes — lo tranquilizó ella —. Todos los solteros se resisten al principio, pero se te pasara — antes de continuar, hizo un gesto como para animar a un niño pequeño —. Si me traes un anillo de compromiso, te enseño mi colección de papeles de chicle.
Sasuke seguía furioso, y sin embargo Itachi soltó una sonora carcajada.
—A mí me encantaría ver esa colección — afirmó Itachi entusiasmado —. De hecho, hasta pensaría en casarme contigo con tal de verla.
—Lo siento — continuó con la broma —. O Sasuke o nadie, mi corazón le pertenece — frunció el ceño —. Es una lástima que no tenga nada que ofrecerte por él.