El Rancho Uchiha era más o menos como Sakura lo había imaginado. Enormes extensiones llenas de pasto y ganado, un granero lo bastante grande para albergar un avión de pasajeros y una preciosa casa con reminiscencias de arquitectura española. Cerca de la vivienda había un bonito jardín con árboles y un par de estanques. En el más grande chapoteaban varios patos disfrutando del suave sol del mes de noviembre.
—¿Hay peces en los estanques? — Preguntó con curiosidad cuando Sasuke detuvo el coche a la entrada de la casa.
—Sí, y también hay nenúfares y flores de loto - respondió este sin demasiado entusiasmo.
—¿También hay peces en el que están los patos?
—No. Si hubiera peces se los comerían los patos — explicó Sasuke en un tono que le daba a entender que la creía estúpida por no haber deducido tal obviedad.
—Esto debe de ser una maravilla en primavera.
—Sí, a todos nos encantan las flores - intervino Itachi -. Detrás de la casa hay una pequeña rosaleda de la que se encarga Akane.
—A mí me encantaría tener montones de plantas y flores, si tuviera tiempo — comentó Sakura con cierta tristeza.
—Claro, pero limpiar habitaciones es un trabajo demasiado acaparador - murmuró Sasuke sarcásticamente al tiempo que salía del coche.
Itachi se volvió a mirarla lleno de curiosidad.
—¿Tú limpias habitaciones?
—No — dijo ella sonriendo —. Pero no quiero arruinar la pobre imagen que tu hermano tiene de mí.
—Vaya, que interesante. Parece que eres una mujer con secretos.
—Más de los que imaginas - respondió con gravedad -. Pero ninguno del que tenga que avergonzarme - se apresuró a matizar.
—No entiendo por qué Sasuke se comporta así contigo - comentó casi como si estuviera pensando en voz alta -. No es propio de él ser así con los débiles.
—Yo no soy débil - protestó Sakura inmediatamente -. Sólo estoy un poco en baja forma, pero ya me pondré bien.
—Claro que sí - aseguró él —. Además, aquí te encontrarás a salvo. Tu única misión es hacer galletas. Para cuando haya terminado tu recuperación, tu padre estará completamente sobrio y asistiendo a terapia.
—Eso espero - respondió sin demasiada convicción. Sus ojos parecían los de un animalito herido.
—Sakura - le dijo él con ternura -. Si alguna vez necesitas hablar de algo, sea lo que sea, te escucharé sin juzgar.
—Muchas gracias, Itachi — contestó con sincera gratitud -. Pero no creo que hablando vaya a arreglar nada. Lo único que tengo que hacer es aprender a vivir con... Ciertas cosas.
—Ahora estoy verdaderamente intrigado.
—No me presiones. Todavía no estoy preparada para hablar de mis problemas. Es demasiado reciente y demasiado doloroso.
—Y, si no soy un granjero estúpido, juraría que hay algo más además de tu padre.
—Puede ser.
—Bueno, tómate todo el tiempo que necesites, aquí vas a estar muy bien. Te lo prometo.
—¿Estás seguro? - Preguntó al ver que Sasuke se acercaba a ellos acompañado por una señora mayor ataviada con un delantal.
—Esa es la señora Chiyo - la informó Itachi -. La convencimos para que volviera a hacernos las galletas, pero me temo que la artritis la ha obligado a abandonarnos. Ella te enseñará cómo funciona todo, pero no ahora — añadió rápidamente.