—¡Pero papá no se va a marchar, tengo un pavo asándose en el horno!
—Podría llevárselo con él - sugirió Sasuke con generosidad.
Sakura se echó a reír y lo abrazó con fuerza.
—No puedo creérmelo.
—Yo tampoco. Pero ni siquiera cuando desconfiaba de ti podía perderte de vista. Sigo sin poder. Esta semana ha sido una verdadera tortura. Pensé que necesitaba un par de semanas para recapacitar sobre lo que estaba sucediendo, y que entre tanto las cosas se enfriarían un poco; pero lo único que he sacado en claro es que me sentía muy solo sin ti. Amo mucho mi libertad, pero no más de lo que te amo a ti.
—Yo también te amo, Sasuke - susurró ella emocionada —. Y también yo estaba muy sola. Tengo la sensación de conocerte desde hace siglos.
—A mí me pasa lo mismo. Creo que nuestro matrimonio va a ser estupendo.
—Estoy de acuerdo - y levantó la cabeza para besarlo otra vez, cosa que todavía estaban haciendo cuando su padre salió de la cocina para preguntarle si tenía previsto dejar el pavo en el horno hasta la cena de Acción de Gracias del año siguiente. Sasuke le contó las buenas noticias mientras Sakura corría hacia la cocina a rescatar lo que quedara de pavo.
...
Sakura se las arregló para trabajar un par de semanas más antes de abandonar su trabajo. A su jefe le dio mucha rabia que los abandonara, pero comprendió que ella no podía tener un marido en Jacobsville y un empleo en Houston, e incluso les hizo un bonito regalo de boda.
Tampoco tardó en llegar a un acuerdo con el amigo de los Uchiha para trabajar en su clínica, eso sí, solo tres días a la semana en lugar de seis. El único inconveniente era que los hermanos de Sasuke se habían puesto de acuerdo para encargarse de todos y cada uno de los detalles de la boda, incluyendo su vestido.
—¡Pero si no sabéis mi talla! – Protestó Sakura cuando se enteró de sus planes.
—Claro que la sabemos – corrigió Itachi -. La hemos mirado en tu ropa – admitió como si fuera lo más normal del mundo.
Sakura no sabía si reírse o llorar, lo mismo que le ocurrió cuando surgió el tema de la luna de miel:
—Tú hablas francés, ¿verdad? – Le preguntó Itachi a su hermano.
—¿Francés? – Repitió Sakura asustada.
—Sí, os hemos reservado habitaciones en un hotel de cinco estrellas en Niza, en la Riviera francesa.
—No está nada mal para haberlo hecho tan deprisa – les elogió el futuro esposo mientras su futura esposa comenzaba a darse cuenta de que todo lo que le había contado Akane era verdad.
—¿Es cierto que secuestrasteis a Suki y la metisteis en una caja con un lazo para Shisui? — Preguntó asustada.
—Es que no tenía regalo de bodas – le explicó Itachi con igual normalidad que siempre.
—¡Sois unos salvajes!
—Vamos, no exageres, solo le encontramos la pareja perfecta, como hicimos con Akane.