Todo alcanzó proporciones inimaginables y yo decidí que ya era suficiente. Ya no lo veía en la escuela, se había desatendido por completo. Tan solo lo veía en la calle, cuando venía de alguna de esas tiendas extrañas que frecuentaba, donde vendían rituales satánicos u objetos de culto. Estaba delgado, casi escuálido, rayando en lo ridículo. El tipo atractivo y divertido se había perdido por completo; se le veía enfermo y débil, y para colmo, tenía cortadas enormes en las palmas de la mano.
No podía permitir que siguiera con esto, por lo que lo confronté y le dije que sabía todo lo que estaba haciendo para invocar a la mujer desnuda --aunque no le dije cómo lo había descubierto--y que si no desistía hablaría con sus padres. Él intentó atacarme, pero en ese estado no podría vencer ni a una mosca. Me acusó de no tener ni la menor idea de lo que era el amor, y de lo que se tenía que sacrificar para obtenerlo. Yo, como todo buen católico, traté de hablarle del amor que conocía, que es querer lo mejor para una persona. Le dije que si ella, real o no, lo amara, habría aparecido desde que él comenzó a hacerse daño para llamar su atención.
"El amor es cosa de vivos", eso le dije.
Él me disuadió de hablar con sus padres diciéndome que había entendido, que yo estaba en lo cierto. Me dijo que olvidaría todo el asunto, pero que le diera tiempo, que tenía que dejarlo de lado a su manera. Quizá fue el dolor que vi en sus ojos lo que me convenció, pero eso no me contuvo de volver a revisar la página para ver si era cierto. Él había publicado otro mensaje esa tarde.
"Hoy, después de un día de ayuno, de otra ofrenda de sangre y una noche en vela, se me apareció una vez más, ¡por fin!, mientras hacía un trazo de ella sentada en mi cama cruzando la pierna. Estaba envuelta en mis sábanas, sonriéndome, y siguió posando para que yo pudiera terminar mi dibujo. Esta vez, vi algo entre sus cabellos parecido a alas largas: se veía como un angel. Fui paciente, no me apresuré; al terminar, solté mis cosas con mucho cuidado y fui de rodillas hacia ella, suplicándole, rogándole. Se dispuso a desaparecer, pero yo alcancé a sujetarle un tobillo. Y esta vez no desapareció, se quedó quieta. Yo me arrastré como un gusano hasta su pié sin dejar de suplicarle, de rezarle. Lo tomé entre mis manos, logre besarlo, acariciarlo con toda mi cara, impregnarme de esa esencia. Seguí besándole el pie, luego el chamorro, y seguí subiendo; pero cuando llegué a la rodilla, ella se fue. Ya no sé qué hacer, ya no puedo más! Y por si fuera poco, alguien se dio cuenta de lo que estoy haciendo y está pisándome los talones. ¿Qué puedo hacer para estar con ella ya?"
Entonces los usuarios de la página le propusieron esto:
"Es una señal de que tus esfuerzos te están acercando a ella. Pero debes entender que tú eres un ser corpóreo tratando de amar a un ser fuera de nuestro plano. Aunque su amor es fuerte, no pueden vencer esa separación. Quizá a ella le cuesta más estar ante ti de lo que a ti te está costando. Debes entender que ya es hora de que tú te arriesgues al máximo sacrificio por ella".
Entonces decidí que era el momento preciso para romper el silencio y hablar con sus padres. Les conté todo lo que sabía, desde la fiesta hasta los mensajes de la Deep Web. Les dije que su hijo corría un terrible peligro. Cuando él llegó, sus padres y yo ya lo estábamos esperando. Su padre estaba furioso y su madre estaba muy afligida por su comportamiento, y yo que sólo quería hacer lo correcto, estaba ahí, sintiéndome como un maldito soplón. No abrí la boca durante todo el regaño, pero tampoco me fui, pues tenía que dar la cara. Sé que él me estaba viendo furioso mientras su padre le quitaba la computadora y le decía que lo enviaría con un sicólogo para sacarle esa absurda idea de la cabeza tan pronto como fuera posible. Estaría confinado en su habitación hasta que hablara con alguien al respecto. Fui escoltado a la salida por su madre y me despedí. Al estar alejándome de su casa, alcancé a ver la flor en su ventana. Increíblemente ésta seguía fresca y hermosa.Esa noche, yo no pude encontrar reposo por lo que había hecho. No dejaba de decirme que sólo quería el bienestar de mi amigo, pero nunca había cruzado esa línea. Nunca dejé de preguntarme si hice lo correcto.