Los miserables

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Iba por la calle tratando de no pisar las rayas de la vereda. Bastante infantil por cierto. Cuando un hombre me pide algo de dinero.

-¿Le puedo hacer una pregunta, pequeña?- dijo el con los dientes algo desordenados y una barba que le cubría los labios.

-Mmm...Si...-dije algo temerosa. La gente de la calle no me da repugnancia como muchos dicen, si no miedo, por ser tan ingenua.

-¿Que tan miserable tengo que verme para recibir mas dinero?- se aclaro la garganta y prosiguio- Verá, hace años podía conseguir monedas en el centro de la cuidad con una simple barba tirado en el suelo, pero el tiempo avanzo y tuve que comenzar a cantar, luego tuve que cambiarme de lugar puesto que la gente pisaba mis manos sin darse cuenta, cuando me di cuenta fui dando vueltas por la cuidad sin conseguir ni para el pan. La gente ya ni siquiera se daba el tiempo de mirarme con lastima, solo me hacia ser invisible. Creo que la gente ha estado cambiando y no lo he notado. Se que soy pobre y tengo olor a prutefaccion. Pero tengo miedo que muera y la gente ni siquiera lo sepa. Así que, si mañana usted pasara por aqui, me puede dar algo mas que dinero, un saludo estaría bien.

-...- No supe que decir. Me rei. Y luego suspire. Lo mire, reímos juntos. -Podría volver a la escuela, reírme de esto y mañana tomar otra ruta...-

-Se que no lo vas a hacer. Veo en tus ojos que eres gentil.-

-¿Usted en Jesus?-

-¿Tu crees que lo soy? Bueno yo se orar, y también creo en Dios. Pero no, no lo soy. Yo soy solo un ebrio, que encontró a un angel.

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