3. Calixto Eriol

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      La rubia, en sí no se había dado cuenta de algo. ¿Quién era ella después de todo? Desde que había despertado, jamás reflexiono sobre su vida o motivos de existencia. Le cayó como un balazo de agua fría, no supo que contestar y su mirada se perdió entre murmullos incomprensibles. Estaba teniendo una crisis nerviosa. Tomo su cabeza por los cabellos y comenzó a jalarlos inquieta, cerro sus ojos tratando de recordar algo, fuera lo que fuera. Octavia la miraba con esa monótona mirada, no hubo reacción de parte de ésta, solo se quedó ahí, en silencio.

       Se tranquilizó y miró hacia el cielo. Había algo extraño que el qué no noto antes; cubriendo al sol, estaba a luna. El cielo estaba rojo cual ardiente atardecer. No había rastro de aves, y nada. Desconcertada dirigió su mirada a todos lados en busca de algún ser viviente. Al no encontrar nada, miró a hacia Octavia. Esta permanecía allí, inmóvil. Sólo de observadora.

— ¿En qué año estamos Octavia? —preguntó temerosa.

—Actualmente estamos en el año 3066. Hoy es viernes 13 y son las 7:30 p.m.

—No es posible...—miró sus manos asombrada. Tocó su cara, su cabello y se tiró de rodillas al suelo aún sin poder creer en el año que se encontraba. Tal vez no pudiera recordar nada, pero no era tonta. Sabía que ella había nacido alrededor del año 1967, hasta entonces habían transcurrido mil noventa y nueve años, y ella seguía igual de joven.

— ¿Recuerdas tú nombre? —preguntó Octavia.

—Mi nombre... —titubeo la mujer—. No lo recuerdo... No sé quién soy... ¿Qué le sucedió al mundo?

       Octavia estaba a punto de contestar pero no pudo porque una risa se dejó oír en todo el lugar. Tal risa macabra resonaba tan fuerte en los tímpanos aturdiendo a la rubia. Sus oídos tapo con desdén y dio un leve grito. Mientras Octavia buscaba con la mirada la fuente proveniente tal risa. Un poco molesta, abrió levemente los ojos al contemplar tal figura en frente de ellas.

       Un hombre alto y escuálido, vestido completamente con un traje de gala negro, pálido totalmente como la nieve y ojos totalmente rojos, de facciones tenebrosas y sonrisa simplona. Se hizo presente en medio del bosque mientras posaba su vista en el dúo con una sonrisa burlesca en su rostro.

—Veo que aún estás con vida Octavia —escupió él hombre con sarcasmo.

—Calixto —Octavia lo miraba con evidente rencor. Era él después de todo, aquel hombre que rechazo a su propia especie, traiciono e incluso elimino de la faz de la tierra

—Entrégame a Yelina. Esta vez no te fallaré Octavia, esta vez no los dejaré reproducirse no vivir como seres inmundos que son.

Falsos Recuerdos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora