7. Recuerdos

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     Comenzaba a entrar en pánico, no podía respirar. Mirando desde el otro lado de la cúpula la observaba un hombre de aspecto siniestro, se miraba como cualquier doctor. Usaba una bata con una insignia del lado derecho con las siglas "TITT", de cabellos grisáceos, ojos cafés y usando lentes. El hombre alzo un brazo y jaló una palanca hacia abajo, la cúpula de Yelina entonces comenzó a vaciar ese líquido azulado y ella cayo hasta el fondo propinándose un fuerte golpe en la cabeza. Retomó la compostura y tomando sus cabellos en señal de dolor, volvió la mirada hacia el hombre.


—¿Quién eres tú? —preguntó aún mareada.

     Él sacó una tabla de madera e hizo apuntes. Alternaba miradas entre Yelina y el pequeño tablero. Se sentía como una rata de experimentos pues aquel hombre silencioso no parecía si quiera parecer tomarla en cuenta. Caminó lentamente hacia ella acercando su mano. En una fracción de segundos la rubia despertó en su cama. Era evidente, solo había sido un sueño aquello.

«Esto no puede seguir así, necesito averiguar que es lo qué está pasando.»

     El papá de la rubia se levantó mareado tirando cosas a su paso, llegó hasta la mesa y gritó enfurecido al no ver ningún plato de comida en la mesa. Elina salió de su recamara con botella de vodka en mano y sólo miró sarcástica al eufórico de su marido.

—¿Qué ocurre Evan? —la mujer chasqueó la lengua sonriente.

—¡Tengo hambre! Y mi desayuno no está en la mesa.

—Si tanta hambre tienes, ve y dile a tú amante la hermosísima Leah que te prepare algo de comer, que de algo sirva tú gran estatus económico —Elina dio un sorbo a la botella de vodka y rió al ver la expresión de Evan.

     El hombre totalmente rojo del coraje, tomó su abrigo y salió azotando la puerta de la entrada.

     Elina caminó por los pasillos de la enorme casa que había compartido 20 años con aquél hombre, observando las fotografías de sus hijas, las familiares e incluso en las que aparecía ella recién casada. Tocó una en específico, donde ella encontraba en un parque sosteniendo la mano de Yelina y a su lado su otra bebé Melina Eleni, la hermana menor de Yelina.
Al mirar la sonrisa de las tres en esa foto, rompió silenciosamente en llanto, dejándose caer al piso en posición fetal.

«Mis niñas, perdónenme por tener una madre como yo, por no poder ser cariñosa, por ser una maldita alcohólica, por ser una fracasada»

     Detrás de un pasillo, Melina observaba con dolor a su madre, a sus catorce años de edad ella ya consumía marihuana, no parecía o no quería comprender el dolor de su madre y sólo se olvidaba de la situación fumando. Iba sacando un cigarro, cuando al observarlo, decidió tirarlo al piso y mejor irse a su habitación.

     Yelina se encontraba dando vueltas en la cama. Había algo que no era capaz de comprender, si pasó a través de un portal no tenía sentido que apareciera de nuevo en su cama, alguien debió ayudarla, cambiarla y recostarla. Si ella quedo inconsciente al llegar a su época, entonces éso pasó.
Entonces recordó a la única persona que estaba con ella ayer en su cuarto, su mamá.

     Para cerciorarse de que su teoría estaba en lo correcto y lo ocurrido en el futuro no era solamente un sueño, miró sus muñecas con detenimiento y efectivamente ahí había marcas de que estuvo atada, marcas de cuerdas. Por instinto levantó su bata al observarse en un espejo, quedo atónita ante lo que miraba. En su abandonen, había unas inusuales estructuras, no parecía humano. Entonces al recordarlo mejor, ella tenía otras memorias, memorias donde experimentaban con ella, donde se encontraba encerrada en una cúpula, donde ella... Era creada.

—Yo no soy Yelina... Yo soy un robot... —unas lágrimas escaparon por sus frías mejillas.

Falsos Recuerdos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora