6. Anormales.

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       Desconcertada, despertaba en una apacible habitación. Cubierta por el olor a panqueques y el típico café matinal. Una mujer de cabello canoso, amarrado en un improvisado recogido canoso y de prendas finas pero discretas de un color grisáceo, la observaba mientras sonreía y tomaba un sorbo de la taza de porcelana que sostenía con su mano izquierda.

—Veo que despertaste, dormiste por un buen tiempo —la mujer soltó sarcástica y tomó otro sorbo.

—Madre, ¿Qué ha pasado? ¿dónde esta Octavia?

—¿Quién? ¿perdón? Ya estas alucinando querida Yelina.

       Yelina miró de nuevo sus manos. Repitiendo las mismas acciones ocurridas cuando despertó en el "futuro". Sus manos pálidas, en contraste con el brillantes sol de afuera. La melena algo alborotada y atada delicadamente en una trenza, vestida en pijamas color turquesa; un conjunto algo infantil de una bata larga y unas medias largas decoradas en motas blancas.

        En silencio, observó el día de afuera. Tratando de asimilar todo lo ocurrido. ¿Era un sueño? ¿todo en verdad había sido un sueño? No sé lo podía creer, había sido demasiado real para ella. No supo qué decir así que solo aguardo en silencio, tomando café con su progenitora y evitando contacto visual.

        Allí estaba de nuevo ella. En esa horrible casa, donde mamá era alcohólica, papá era un hombre borracho y engañaba a su esposa. Donde su hermana menor era una total marihuana y vagabunda. Ella parecía ser la única cuerda en esa casa llena de retrogradas. Yelina Aledis, joven de tan solo 19 años. Trabajaba en un café por las mañanas, y de voluntaria en un jardín de infantes por las tardes. Ante todo el pueblo y comunidad, ella era una hija modelo. Ante todos, eran la típica familia perfecta. Matrimonio perfecto, hija mayor realizada, hermana menor; pequeña bailarina de ballet y dulce niña. Grave error. Ellos no eran normales.

       Un sonido estruendoso se oyó en la entrada principal. El padre de la rubia entraba totalmente ebrio y con una bella mujer al lado de él. Elina permaneció indiferente ante la situación. Ya se había acostumbrado a la infidelidad de su marido y solo ahogaba sus frustraciones en alcohol.

Yelina suspiro y tan solo dio otro sorbo sin siquiera mirar a su "padre".

—Mi amor, ya llegue —dijo el hombre ebrio abrazando a la amante.

—Papa ve a ducharte. Y señorita por favor retírese ¿Si? Mamá se esta poniendo mal —Yelina le dijo amablemente a su padre y la mujer.

       Leah, el cual era el nombre de la amante. Sin molestarse, soltó al hombre, quien cayo bruscamente. Salió empujando la puerta ferozmente. Yelina suspiro y tomó a su padre por las muñecas y lo recargo en ella.

       Durante la tarde, su papá dormía, al igual que su madre. Fastidiada por el largo día, se dejo caer plácidamente sobre el sofá. Suspiró y miró hacia arriba. Pensativa se preguntaba si lo que había pasado con el futuro, realmente era real. Entre tantos pensamientos se quedo dormida.

       Despertó flotando en una cúpula. Un liquido azulado se encontraba junto con ella, allí encerrada y flotando. Se dio cuenta que no podía respirar y comenzó a entrar en pánico.





Falsos Recuerdos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora