Danza en el abismo

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Chicas, he estado leyendo los comentarios del capítulo anterior. Tengo que decirles que, antes de escribir un historia pienso en los puntos claves de la trama y la traición de Mydori fue uno de los más fuertes, uno que espere desde que inicié a escribir la novela para poder ver sus reacción.

Lamento haberlas hecho sufrir, pero Kyoshi trabaja bajo esa política.

Yo soy la verdadera villana de estas historias (?

Por cierto! ¿Alguien acá se está leyendo el Kataang Book?

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Por cierto! ¿Alguien acá se está leyendo el Kataang Book?

[Mydori]

El viento nocturno le azotaba el rostro como el frío aliento del crudo invierno, arrebatándole las lágrimas de la mejillas con dedos bruscos y gélidos.

Mydori se abría paso entre las calles de Ciudad República corriendo tan rápido como sus piernas delgadas se lo permitían.

Debía de ser cerca de las doce de la noche, pero había más gente de la esperada, moviéndose lentamente por las calles como sombras pesarosas, arrastrando los pies uno tras del otro.

Una niebla platinada había caído sobre la ciudad, tan espesa que uno no podía ver nada más allá de un metro de distancia.

Mydori sentía que estaba perdida. Era como si las calles le fueran desconocidas, volviendo la metrópolis un laberinto de concreto y edificios imponentes a su alrededor.

Ella tenía que tener confianza en su memoria. Era lo único que le quedaba para poder encontrar el lugar.

En sus brazos, Bumi ya había despertado. El bebé gimoteaba quedamente, hambriento, acariciando ciegamente con su nariz el pecho de Mydori, buscando la leche dulce del seno de su madre sin éxito.

Lo único que ella pudo hacer fue arrullarlo con suavidad, intentando dormirlo de nuevo, esperando que así se olvidar del hambre.

Había planeado llevar consigo su chupete y algo de fórmula, pero las cosas no habían salido como lo había planeado y tuvo que irse sin llevarse nada.

Sabía lo que tenía que hacer desde que el Clan atacó la isla, pero aún así cuando llegó el momento, estaba tan nerviosa a la hora de servir el té que casi dejo caer el pequeño frasco de cristal que llevaba colgado al cuello bajo la ropa, donde se guardaba el sueñodulce.

Se había obligado a detener el temblor de sus manos. Si temblaba, podría equivocarse al poner las gotas. Ella no podía equivocarse, no en algo tan delicado como eso.

Solo una gota de más y podría ser terrible...

Aún ahora tenía la persistente duda de haber colocado solo tres en el té de la Maestra Agua.

Rising Shadows [RM #02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora