Rising Shadows [RM #02]

El juego del corazón ajeno

Waaaaaa llegando ya a las diez mil lecturas para RS mis bebés :3 esto es realmente hermoso y yo ya he llegado a los trescientos seguidores! ¿Deberíamos celebrarlo de alguna manera?

He estado leyendo sus comentarios y eso pone una sonrisa en mi cara. Estoy feliz como lombriz.

Sigo trabajando duro en el dibujo digital 💪😎 y les traigo acá algo que hice (robe los bocetos de internet, pero yo le di color) esto es un pasatiempo para mi, así que no me juzguen con rudeza!

¡Sigamos trabajando tanto junt@s! Espero leer más de sus comentarios ☺️

[Kenta]

La oscuridad se había transformado en una amiga.

Kenta ya no era capaz de recordar como era la luz de sol. Sus días se basaban en abrir y cerrar los párpados en la oscuridad.

No había nada más que eso.

¿Había existido algo diferente alguna vez?

Con cada segundo que pasaba, algo del viejo él se desmoronaba lenta y gradualmente.

La única forma en la que podía seguir respirando era aferrándose a sus recuerdos, pero incluso confiar en ellos era una apuesta dudosa.

De vez en cuando le susurraba a las sombras su nombre, solo para recordar el sonido de la voz humana y aferrarse a esa identidad que había tenido.

¿Que aspecto tendría ahora? ¿Quién era él? No se sentía como el viejo Kenta, se sentía derrotado y perdido.

Las cosas habían dejado de tener sentido después de haber perdido el dedo meñique.

Había adquirido la costumbre de abrir y cerrar la mano de vez en cuando, pues al hacerlo podía sentir el fantasmal recuerdo de su dedo apuntado.

Pero el dolor no lo dejaba olvidar; ni siquiera en sus sueños ese dolor lo dejaba tranquilo, así que ahora ya no podía recurrir a ellos para escapar de su celda al menos unos minutos.

Aún podía sentir el cuchillo descender lentamente, traspasar su carne y hueso entre las lágrimas y gritos.

¿Que significado tenía todos se dolor? Bueno, al menos ahora el tenía la respuesta a la duda que lo había aquejado tanto. Él lo sabía, todo esto era por Shinju, por los errores que había cometido.

Después de todo lo que había pasado, pensar en ella dejaba una sensación dolorosa en su pecho, pero no era un dolor físico o algo parecido.

Era como si una venda hubiera caído de sus ojos en el transcurso de su cautiverio y ahora era completamente capaz de ver los errores que él había cometido.