- Cartas a Angélica -

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Había transcurrido una semana desde que conocí a Alexander, este hombre no era un simple bastardo inmigrante con una brillante mente e ideas nuevas que harán de este un mejor país. Sino todo un pícaro, que escribía preciosas cartas de amor. Un perfecto balance de halagos y coqueteos, aproximadamente tres hojas destacando todas mis virtudes, comas y puntos perfectamente usados, su letra y ortografía impecable. Pero los detalles más importante eran aquellas hermosas y complejas palabras para cautivarme. Me encontraba releyendo la carta del día de hoy, puedo sentir mi sonrisa ensancharse a la par que mis ojos rodaban por la hoja de papel. Me levanté de golpe de la cama soltando un chillido mientras reía para ir al escritorio de mi habitación.

Una hoja, una pluma, tinta y una enamorada chica apunto de responder las cartas del hombre que ama. Suspiré lista para escribir un ensayo lleno de cosas cursis que ni siquiera me imaginaba que podía tener en mente. Se me hacía bochornoso el tener tantos pensamientos melosos que no sabía expresar. Me costó mucho encontrar palabras adecuadas para no humillante o que me tomara como una chica fácil. Seré su mayor desafío, me esmeré por plasmar largos párrafos que lo impresionaran, mordía mi labio inferior para pensar más oraciones decentes. No podía dejar de sonreír a la par que escribía y mi mente divagaba en el diccionario mental que cree para que se me facilite el encontrar adecuadas palabras. ¡Esto del amor es difícil!

Pude escuchar suaves risas tras de mí, gire mi cabeza para bajar a Peggy y Eliza mirándome con enormes sonrisas, me partía el corazón ver a Eliza a los ojos, sabía que reflejaría su tristeza y su decepción. En el fondo ella desearía tomar mi lugar, pero solo sonríe observando a su admirable hermana actuar de una manera que jamás imaginó. Eliza, debes dejar de mirarme de esa forma que me partes el corazón

— ¡Ju, Ju! Alguien parece feliz — Peggy tomo una de las hojas en las que Alexander había escrito sus preciosas cartas para mí, leyó velozmente para sonreír —. ¡Pero que cursi! — le pasó la carta a Eliza, ¿Por qué hizo eso? Peggy, amada hermana eres una avispa en casi todo, porque verdaderamente metes la pata cuando se trata de Eliza. Ella toma la carta y la leé, sonríe suavemente y me mira

— Es un hombre culto, de verdad lo mereces — creo que romperé en llanto, su sonrisa era forzada, podría engañar a cualquiera pero no a mí, te conozco Eliza, sonreír no es la mejor opción. No me hagas sentir culpable, no he hecho algo malo para merecer esto. Te devolví la sonrisa para disimular mi lástima

— Es maravilloso, pero también entiendo sus intenciones. No soy ciega y sé que debo tener cuidado — hablé al terminar de escribir, tomé un sobre para meter la hoja de papel

— ¡Ahs! ¡¿Otra vez con esa Angélica?! ¡No seas paranoica! — exclamó alzando los brazos, para mirarme con una sonrisa pícara —, pero si no lo quieres puedes compartirlo, a Eliza y a mí nos encantaría un poco de amor — subió y bajo las cejas con picardía, tomando a Eliza de los hombros, las mejillas de Eliza se sonrojaron mientras me levantaba para dar vueltas sujetando la carta que acababa de escribir para amado Alexander

— ¡Ja! — solté para recostarme de espalda a la cama —, buena broma — reí divertida

— ¿Broma? — hablo Peggy con picardía, tomé una almohada y se la lancé a la cara, solté un "humn" para salir del cuarto dando saltitos para poner esta carta en el buzón de correspondencia, muero de ansias por recibir la siguiente carta de Alexander

A mañana siguiente, daba pequeños saltitos de felicidad, tome los extremos de mi vestido para levantarlo y empezar a girar mientras tarareaba alguna canción. Rápidamente me detuve para avistar al cartero apunto de dejar la correspondencia, sonreí para ir en busca de mis zapatos, rayos ¿Dónde los deje? Un rato de búsqueda los hallé bajo mi cama, pero antes de salir saqué de uno de los cajones de mi escritorio una caja de madera con detalles de plata, la llave está atada a mi cuello y dentro de esta caja se encuentran las cartas de Alexander, cartas que planeo guardar para rendirle en el futuro, quiero que los historiadores lo recuerden como el mejor de los amantes

Corrí a todo lo que mis tacones y el vestido me pudieron permitir, estaba por salir de la casa en dirección al buzón —. ¡Angélica! — la potente voz de mi padre me llama, desde la sala. Trague en seco para respirar hondo y ir donde me llamo

— ¿Sucede algo padre? — hablé segura, con la frente en alto mirando con tranquilidad a mi padre, para luego alarmarme al ver la pila de cartas en la mesa de café y mi padre sosteniendo una carta en particular, leyendo su contenido con una expresión sería

— Desde anteayer me preguntaba con curiosidad y algo de extrañes quien te escribía con tanta frecuencia y porque tanta emoción de tu parte — arqueo una ceja observandome con frialdad, mi alma se alejaba de mi cuerpo, sentí los suaves pasos de mis hermanas acercarse y detenerse en seco en la entrada de la sala —. Ahora cuéntame, Angélica, ¿Cuando planeas invitar a el joven Hamilton a cenar para que se presente formalmente a tu padre? —

Creo que me voy a desmayar

[...]

Me parece imposible que Eliza le pregunté a Angélica sobre un trío, creo que Peggy lo haría a modo de broma para molestar a Angélica

Ay, siento que hago justicia para la niña ♥ Angélica también merecía ser feliz UwU

- Solo Está Vez - [Hamilton] [Alexander×Angelica] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora