El fuego consumía los troncos de la chimenea, quemandolos pasándolo de su característica café oscuro a un intenso rojo que de apoco se apagaba a un negro azabache, la madera se convertía en un objeto inútil, se perdía su uso una vez era completamente consumido por el ardor de las llamas, que devoraban sin piedad la madera trallendole un agradable calor al despacho de su padre, donde se encuentra encerrada sin ninguna clase de movilidad. Solo aprecia como el fuego consume la madera, como su vida se desvanece como el humo en un axficciante dolor, con su corazón era como aquella madera negra. Su amor fue consumido hasta no dar más, fue devorado por Hamilton, y el lanzó un balde de agua helada con la aparente intención de destruirlo todo. Porque lo consiguió, destruyó todo. Sus vidas, su carrera política y su matrimonio
Angélica tenía unos cuantos meses de embarazo, por lo que intentaba en lo posible verse serena ante la situación que vivía. Alexander no solo se metió con una mujer casa, también la llevo a su casa con todo el descaro del mundo, ni la más vulgar prostituta entraría a la casa de un hombre casado, pero esta tal María Reynolds ignoro el estado civil de Alexander y repitieron sus encuentros durante todo un año, no solo eso sino que también fueron seis años los que se mantuvieron en secreto el tan bochornoso escándalo por algunos cuantos rumores que se esparcieron como polvo, ella como buena esposa conociendo a su marido, defendió a capa y espada el honor de Alexander, llegando a llamar ignorantes a todos aquellos que acusaron a su marido de adulterio, corto tantas relaciones que casi no fue invitada a fiestas ¿Pero a ella qué le importaría? Ellos se metían con el buen nombre de su esposo. Pero que dicha, pero que gran dicha la de todos aquellos que le advirtieron cuando el Panfleto de Reynolds fue publicado, no solo escrito por el puño y letra de Alexander, sino que la vergonzosa declaración fue de noventa y ocho páginas en las cuales Alexander daba sumo detalle a su relación con María y el esposo de ella. Y dónde evidentemente, Angélica quedaba en ridículo como una ignorante y una ciega, al haber confiado tanto en su esposo
En su regazo reposaba la caja de madera que tanto amaba, esa caja donde están todas las cartas de cortejo de Alexander. No pudo evitar releer las entre lágrimas silenciosas una vez releyó el panfleto por décima sexta vez. Es que aún no divertía que Alexander la haya engañado, que haya llevado a una mujer a su cama y que entre sus sábanas... Sintió asco de haber dormido ahí durante seis años, de hecho tuvo que llevar su mano derecha a su boca conteniendo el amargo líquido que amenazaba con salir. Entre el embarazo y el desagradable suceso, se encuentran más enferma y vulnerable que nunca. No estaba segura de odiar a María Reynolds, había leído también la versión de la historia de ella y llegaba a ser repugnante el como su esposo la obligó extorsionandola con su hija, no por ello se apiadaria de ella por culpa del rencor que en su corazón florecía de apoco. Simplemente no quería pensar en esa mujer. Solo estaba enojada con su marido, está decepcionada de él, quiere ir donde esta y decirle algunas cuántas cosas sobre el honor y el supuesto legado que protegía ¡Por dios! ¡Perdió la oportunidad de ser presidente!
Llevo su mano al puente de su nariz, sujetandolo con firmeza. No quería pensar en la lógica de ese hombre. Le piden que regrese a casa y se niega, Burr le pide que sea más sigiloso con sus planes y dice que no, ella le suplica por una vacaciones familiares con su hermana, sus hijos y padres y se niega rotundamente por su trabajo ¡Pero llega una mujer a cortaejarlo y no sabe que demonios decir! ¡¿Es que Alexander puede se más....?! Mejor ni pensar en lo que es, el estrés le da fuertes dolores de cabeza que pasan a mareos insufrible que se convierten en ganas enormes de vomitar. Tomó aire y lo dejó escapar por su boca
¿Que hacer? No podía esconderse con su padre para siempre, eso lo tenía clarísimo. Si regresaba a su casa marital sería por su hijo que se lo pedía constantemente, pero solo después de dar a luz y que el niño nazca sanó. En esos momentos deseaba desestresarse, deseaba que los palacios que Alexander construyó con palabras se derrumbarán, que sus sentidos se congelarán ante las palabras sutiles. Deseaba...
— Quiero verte arder — observó la caja con cartas, de levantó suavemente del cómodo asiento de su padre, a paso lento se dirige a la chimenea. El cáliz abrazo su cuerpo con una imperceptible dulzura que era congelada en odió, rencor, tristeza. Sus ojos rojos e hinchados por culpa de las lágrimas se encuentran cegados en ira, su cabello revuelto era levemente agitado, un movimiento muy corto al ojo completamente imperceptible, sus labios apretados en un gesto de dureza tenían una leve marca por habérselos mordido con tanta fuerza por las noche en busca de ahogar los gemidos de dolor que desgarrábamos su garganta. No dudó en aventar con fuerza la caja a la chimenea, tal vez de lo único que se arrepentiría es de ver cómo la caja de hace pedazos al chocar con la piedra de la chimenea pues esa caja fue un regalo de Peggy, pero esa leve satisfacción al ver las cartas de Alexander en fuego no sería algo de lo que se arrepintiera
Regresaría a su casa, pero Alexander deberá dormir en su oficina ya que le gusta tanto, ella se desharias de la cama y sábanas de su cuarto, le daba náuseas la idea de que otra mujer se revolcó con su esposo en la misma cama y que ella durmió ahí tanto tiempo. Alexander perdió el derecho de ser considerado su esposo, ahora no habrían apodos dulces entre ellos. Alexander perdió su corazón, en su memoria y la de él viviría el vago recuerdo de cuando fue suyo, y solo suyo. Su hombre, su amor, su esposo y su compañero. Ese recuerdo tal ver moriría si nunca presentaba a Alexander, deseaba con todas sus fuerzas que así fuera, borrar a Alexander sería lo mejor para ella pero otra parte deseaba que lo buscará y le dijera que lo ama. Tomó aire y soltó un suspiro, nuevamente lágrimas que se perdía por sus mejillas y ban contra el suelo, nunca lloro tanto
— Te odio... — murmuró, las cartas ya habían sido consumidas en su totalidad, el humo era más grueso y con un olor pésimo, tuvo que alejarse si quería soportar estar ahí, posiblemente saldría a solo un par de segundos puesto que no se el humo que se colaba por su nariz —. Pero apesar de ser tan testarudo y cabeza dura, no dejo de amarte — se giró. Con la gente en alto y secando sus lágrimas salió del despacho de su padre donde se mantuvo aislada durante días comiendo do únicamente peras que era su mayor antojó. Lo último que se le vino a la mente fue la imagen de su boda y el rostro sonriente de Eliza. Como se alegra que su hermana no esté en su lugar, tal vez ella no lo soportaría
[...]
¡Hey!
Aún quedan algunas cositas~
✔ María si escribió un panfleto narrando su versión, pero este desapareció hace años por lo que no se sabe que se dice. Yo me inventé lo del marido abusivos y que el la amenazaba con su hija
✔ El panfleto no fue un simple papel como muestran en los animatics, fueron 98 hojas. Alexander fue reconocido por su honestidad pero también se le degradó por el engaño a su esposa
✔ Eliza vivió un tiempo con su padre, y antes de la muerte de Philip perdono a Alexander. Se mudó de nuevo con él después de la perdida de su hijo
✔ CREÓ que a estas alturas de la historia, Peggy esta muerta no estoy segura
Nos leemos~ bye
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- Solo Está Vez - [Hamilton] [Alexander×Angelica] [Finalizada]
Short StorySolo está vez, juro que solo está única ves seré egoísta contigo Eliza Yo te amo, eres todo para mí. Siempre podré mi felicidad por debajo de la tuya y la de Peggy porque lo son todo para mí. Las amo más que a mí misma, yo dejaría todo a un lado por...