Dentro de un apartamento estaba Frank, sentado al lado de una ventana, un escritorio frente a él, con una carta sobre este.
Reconocía la letra de la persona que lo había escrito, pero después de leer su contenido, se negaba a creer que en realidad esa persona había sido capaz de escribirla sin ninguna imperfección; sin letra temblorosa, borrones o más hojas hechas bola tiradas al rededor, demostrando que en realidad no sabía como decir las cosas que venían escritas ahí. Pero no había nada de eso, y demostraba que no era algo del momento, sino que había sido preparado con anterioridad, incluso podía jurar que habían ensayado que iba a poner, escribiendo borradores y perfeccionándolos hasta quedar con un texto breve y claro dónde expresara sus sentimientos y sus motivos; entonces, decidió que por primera vez, no le gustaba algún trabajo de su esposo, que no le gustaba ese trabajo de su esposo. Tiene que ser un broma, pensó. Miro a través de la ventana, esperando ver alguna señal de que su esposo venía a casa. Le había dicho que iría a una junta importante, pero que no tardaría, y volvería un poco después de que él llegara a casa, tal vez, incluso antes. Observó el reloj que estaba sobre el escritorio, y vio que ya habían pasado más de tres horas desde que había llegado; ahí fue cuando sus esperanzas se destruyeron. Sacó su teléfono y marcó el número de su esposo. Tal vez se le hizo tarde, tal vez no calculó bien cuanto tiempo tardaría en terminar la junta. El celular sonó varias veces, antes de mandarlo buzón de voz; quiso decir algo, pero no pudo hacerlo.
Pasaron al rededor de quince minutos y el seguía con el celular en la mano, cerca de su oído, esperando que Gerard contestara, aunque sabía que eso no pasaría. Tenía lágrimas en sus ojos, listas para salir de ellos y recorrer su cara; pero él no pensaba dejarlas hacer eso. Cerró los ojos y bajo el celular, poniéndolo en el escritorio al lado de la carta, y empezó a leerla de nuevo.
Gerard ya no sería su esposo. Se había ido, había decidido que era tiempo de que ambos dejaran de lastimarse y empezaran a conocer otras personas. Decía que tenía sueños que quería cumplir, y Frank estaba dispuesto a estar ahí con él cuando lo hiciera; pero al parecer eso no era lo que él quería. Y le dolía.
¿No se supone se que amaban? ¿No estaban arreglando las cosas?
Al parecer no.
Gerard había decidido que ese era su final, y que lo que los había empujado hacía el era Frank, que eran sus problemas los que los distanciaron hasta llegar a ese punto.
Y mientras Frank estaba releyendo esa carta con manos temblorosas, con la vista borrosa a causa de las lágrimas que seguían luchando por salir, al igual que los sollozos que había logrado retener todo este tiempo; el podía jurar que su esposo estaba feliz en la casa de alguna persona, probablemente la mujer que conoció hace unos meses, o tal vez el recepcionista, o alguna persona que conoció en algún bar; no lo sabía, y prefería que se quedara de esa manera, no quería saber si lo había dejado por alguien más joven, o mejor parecido, con más dinero o con más éxito.
Entonces todo resultó ser una mentira. Todas sus promesas, las cosas que él juraba que eran verdad; su matrimonio era una mentira. Ahora que no estaba, ¿qué pasaría con esas mentiras?, ¿debía seguir creyéndolas?
¿Y qué hay de él?
Él decía que algo maravilloso en su relación había muerto; y que era su derecho decidir qué pasaría con esta, que era lo mejor terminarla porque "no tenían oportunidad de arreglarlo". Empacó sus cosas y se marchó, dejando a la persona que una vez juró amar. Y a él le dolía.
Frank se levantó de la silla, puso la carta donde la había encontrado y caminó por el pasillo hacía la cama que solían compartir. Se acostó en ella mirando al techo, y se puso a pensar qué debía hacer ahora. No iría detrás de él, esperando que le diera otra oportunidad; dejaría que huyera de los problemas, y que se escondiera de ellos. Dejaría que fuera a encontrar a alguien mejor. Dejaría que huyera como si fuera lo más simple, como si fuera lo mejor para ambos.
Se volteó a un lado y quedó mirando el mueble que estaba al lado de la cama, pudo ver que algo brilloso estaba ahí. Se acercó a ver que era, encontrándose con el anillo de Gerard. Lo tomó entre sus dedos y lo acercó a él para verlo mejor, recordando todo lo que habían pasado juntos. Miró su propio anillo por unos instantes antes de quitárselo y poner ambos anillos en el mueble; hizo una nota mental de luego quitarlos de ahí, de preferencia mañana, ya que no único que quería hacer ahora era dormir. Se sentó en la cama para alcanzar a ver el reloj, viendo que aún era muy temprano para dormir. Pero a él no le importaba, ya no tenía nada que hacer el resto del día, nadie con quién hablar, ni algún amigo al cual visitar; además, se sentía cansado por el montón de emociones que había experimentado en tan poco tiempo.
Se recostó dándole la espalda al mueble y cerró los ojos. En cuanto lo hizo, sus pensamientos se salieron de control, decidiendo que aún no era su momento de descansar.
Si tan sólo hubieran tenido un día más, al menos el resto de ese mismo, y hubieran platicado sobre su relación; tal vez Frank entendería porqué Gerard pensaba que ya no tenían futuro, entendería porqué estaba tan seguro de eso, podría procesarlo mejor, y así aceptarlo. Pero el tiempo ya había pasado, y no podían cambiar nada aunque lo quisieran.
Antes de que se diera cuenta, un sollozo salió de su boca, y con eso, las lágrimas empezaron a derramarse.
Y aunque ahora estaba hecho un desastre, se prometió que en cuanto despertara, no volvería a llorar por él, que seguiría con su vida normal y se desharía de esos anillos. Sabía que eso no lo sanaría en un instante, pero aprendería de todo esto y aunque doliera, saldría adelante. Todas esas promesas y esperanzas para sí mismo, que en ese momento parecían tan reales y motivadoras; sabía que probablemente mañana cuando despertara sólo serían un recuerdo sin valor.
Y con todos sus pensamientos rondando por su cabeza, sus lágrimas recorriendo su cara para después caer en la almohada y humedecerla aún más; y su cuerpo temblando por sus sollozos, Frank de alguna forma logró quedarse dormido.

ESTÁS LEYENDO
The Last Five Years ; Frerard
Fanfiction"Hay dos lados en cada historia de amor." Historia de la relación de cinco años entre Gerard Way y Frank Iero. La historia de Frank es narrada en orden cronológico inverso y la de Gerard en orden cronológico . Adactación de la película The Last Five...