Para M parte 2

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Supongo que siempre se dice que el tiempo lo cura todo, ¿no? Que mejores cosas vendrán y que no hay que preocuparse de lo malo que pueda pasar, pero, ¿qué pasaría si lo que quieres curar aun no termina de hacerte daño? ¿Si ese algo el cual te hiere, esa punta de flecha, esa afilada espada, sigue enterrada en tu cuerpo? Que continua y continua hundiendose en el mar de tu mente hasta que ya no queda nada por lo qué sentir la esperanza de volver a como era antes.

Era un martes, la noche lo cubría todo y mis lagrimas seguían cayendo en la pantalla del celular. No podía pensar en ella sin que mi llanto volviera a salir y me nublara los pensamientos, donde solo la imaginaba a ella en un paraíso junto con él miemtras que yo miraba desde las afueras sin siquiera poder aspirar a entrar en aquel maravilloso lugar. Esto no podía continuar así, tenía que hacer algo, ¿pero qué podía hacer?

Tomé uno de mis cojines y comenzé a golpearme en la cara suavemente hasta que se me ocurriera algo. Definitivamente eso era mejor que estar ahí lamentándome. Pensé y pensé hasta quedar dormido, ¡eso es! Solo debo distraer mi mente con lo más simple que encuentre para así no tener que pensar en ella todo el tiempo.

Parecía tarea fácil cuando comenzé, pero a medida que los días pasaban no podía encontrar nada en lo que distraerme, todo me recordaba a ella. No podía mantener mi mente tranquila, corría como un animal furioso en una jaula. Tomé el teléfono para ver cuantos días habían pasado desde que comenzé, ya debía llevar por lo menos unas semanas, pero me desvanecí al ver que solo llevaba 3 días.

Comenzé a desesperarme, no sabía que hacer, no tenía a nadie con quien hablarlo y tampoco es como si fuera a ayudarme eso. Me recoste en mi cama, llore unos cuantos minutos y me rendi ante el sueño, un lugar donde al menos se que las cosas no son reales y que no me podrán lastimar.

Desde ese día no he vuelto a hablar con ella, es casi como si me ignorara por completo, como si no existiera, y creo que es lo mejor para ambos. De esta manera no la molesto con mis ganas de hablarle todo el día, ni ella sigue alimentando el monstruo que llevo en mi interior que día a día y lentamente me va consumiendo hasta que ya no quede ninguna gota de humanidad en mi.

Sueño de un amor desesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora