Linaje

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Temática: romance lesbico.

Te veo subir al altar, envuelta en una bonita tela de seda blanca, a punto de convertirte en reina, no puedo explicar el sentimiento que surge en mi interior cuando diriges esa mirada llena de dolor hacia mi, por un lado me siento orgullosa de ti. Y por otro la tristeza me embarga como un remolino, pensar que otro tocará tu blanquecina piel que ya fue reclamada por mí, que otro besará tus labios que ya fueron saboreados por mí y tendrá el amor que una vez me tuviste a mí.

Soy una simple criada, pero tu siempre fuiste mi reina, aun sin una corona.

Tus labios tiemblan cuando el sacerdote pronuncia las tan ansiadas palabras "¿Lo aceptas como tu esposo?", siento el impulso de ir y decirle que la única a la que amas soy yo, la simple criada, tu simple amante. Tragas las lagrimas y con una voz quebrada respondes "si", aquel príncipe ni siquiera notó tus lágrimas descender por tus mejillas, pues sus ojos estaban tan nublados como los tuyos o los míos, sólo colocó el anillo que nuestra separación firmó, aquel rubio tomó tus manos y observó sobre tu hombro, allí, parada y con la cabeza inclinada, una muchacha de la cocina.

Finalmente la hora del beso llegó, ambos "recién casados" con miles de pequeñas lagrimas tomaron el rostro del otro con una caricia, quitaron mutuamente todo rastro de lagrimas del rostro contrario, y para lo que sigue aparté la mirada, dolía, dolía mucho verlos, sé que también sufres, que también te duele aquel beso que de forma indirecta rompió algo dentro de mí, algo que no se repararía fácilmente, una herida que sangraba por mis ojos de forma cristalina.

La ceremonia termino y me dirijo a verte bajo la tonta excusa de ver que no necesitaras nada.

-Mi lady, mis felicitaciones por su corona, usted se la merece, sé que será la mejor reina que este pueblo haya conocido jamás, usted y su esposo, claro-

Tras mis palabras desgarradoras para tu alma, corres hacia mis brazos escondiendo tus labios con los míos, fundiéndolo en uno, por última vez; siento presentes mis lagrimas sobre nuestra unión, pues su sabor salino estuvo presente, duró demasiado poco, el aire comenzó a faltar, y sin mas remedio, de ti me separe cuando tu reciente esposo entro y fingió no haber visto nada, así como yo tampoco vi como se despedía de su amada.

Tras verte tomar su mano y dirigirte fuera del salón, supe que te perdí.

Siempre fui consciente de que este día llegaría, que tú jamás podrías ser mía completamente.  Pero no tuve tiempo de prepararme, estaba muy ocupada amándote y siendo feliz, que lo olvide, olvide decirme a mi misma que en ninguna circunstancia podríamos estar juntas, somos mujeres, tu eres la próxima reina, ya tenías un prometido desde antes de nacer, es parte de tu linaje.

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