Historias cortas (cuentos)

Excusas

Temática: el juzgar antes de saber los hechos

¡Que imbécil! Mira que faltar a esta reunión, ya no tiene excusa. Maldita la hora en la que decidí hacer un grupo con ella.

Siempre fue una alumna aplicada, de notas considerables y gran capacidad para entender un tema, en especial este, una de las razones por las que decidí reunirme con aquella chica.

Entendí la primera vez, cuando dijo que tenia un compromiso muy importante en el hospital. O la segunda cuando el viento calaba la ropa y hacia tiritar hasta los huesos.

Fueron tres días los que teníamos en clases para concretar aquel trabajo en clases, además de las reuniones fuera de ella.

No se presentó ninguno de esos tres días, el trabajo lo empezamos juntas, pero lo terminé yo sola.

Ella sabe los problemas económicos que sufre mi familia, por lo que nos dividimos los gastos de los materiales para la clase. Es irónico pensar que todo lo que esta sobre esta mesa, salió de mi bolsillo, jamás fue capaz de pagarme nada. Aun así necesitaba esta nota, por lo que terminé definitivamente aquel trabajo. Al día siguiente me enfrentaría a ella, le diría tantas verdades que no tendrá mas excusas que escupir cual víbora venenosa.

La vi entrar por aquella puerta, cabizbaja, con su azul mochila recargada en un solo hombro y su negro cabello cubriendo su cara, efecto del viento, quizás.

Arrojó su bolso en su asiento, de él quitó un pequeño frasco color blanco, y se colocó un gorro de lana gris.

No saludó a nadie que ya estaba en el aula, será descarada. ¿Que le habrá pasado a la gentil y tierna niña buena?

Pues allí iba yo a darle de mis palabras igual de venenosas ahora que lo pienso.

- No entiendo que ocurre contigo - solté en medio de un grito que hizo a varios de nuestros compañeros de clases voltear a vernos. Todo ese tiempo su cabeza se mantuvo gacha dejando a la vista el atuendo que cubría su cabeza -, ¿Crees, acaso, que no tengo problemas que atender?, ¿crees que el dinero es abundante para mí? Y no intentes poner otra excusa, el trabajo ya esta hecho, tu aporte fue nulo, lo siento mucho, pero no puedo poner tu nombre en él -le hable algo mas calmada, desahogarse de verdad hacia que me sienta libre de todo peso que cargaba al pensar que decirle o como reaccionaria.

El alivio duró demasiado poco para mi gusto, ya que ella levantó su cabeza y apartó su pelo de la cara, dejando ver fuertes tonos violáceos bajo sus ojos, piel blanquecina, y sus labios, seguramente agrietados, los vería de no ser por el... ¿barbijo? Que llevaba.

Parecía que iba a articular alguna frase, pero dirigió dos de sus dedos a la tela descartable sobre su rostro, lo bajó de un tirón y pude observar múltiples erupciónes en su piel cerca de los labios, que estaban rojos, agrietados e hinchados, los abrió y colocó dos pastillas en su lengua, los tragó sin ninguna dificultad, sin apartar su vista de mi, y eso me perturbaba un poco.

- No pongas mi nombre en él, después de todo la escuela ya no es importante para mí, quizás en unos años la deje, quizás no llegue a terminarla - dio un largo suspiro al aire y continuó -. Todos tenemos problemas aquí, algunos mas que otros, el mio fue el horrible cáncer que recorre mi piel y desfigura mi cara.

Si tan solo no hubiese tardado tanto en usar la excusa de una importante cita con el médico, o si no hubiese salido aquel día de extremo frío de mi casa para llegar a la tuya y terminar desmayada en mitad del camino, si me hubiese tomado mas de tres días de reposo, quizás hoy tendría al menos un poco mas del 25%  de probabilidades de vida y tú podrías seguir reclamando por mis excusas - su voz era tan baja que casi no la oigo, creo que prefería no haberlo hecho, su tono era distorsionado y sus ojos estaban levemente enrojecidos, y yo no sabia que responder o como actuar.

Ahí fue la primera vez donde comprendí que detrás de cada excusa había una verdad que dolía y por eso era callada.

Que esas excusas conformaban una historia, que yo opacaba con la mía, pensando que era la más desdichada.