Capítulo 6

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El Martín se fué enojado a su cuarto, la rizo lo siguió para hacerle compañía.

Por lo que yo me quedé con mi hermana... Y ahora si que tenía unas buenas ganas de tomar vodka.

—¿Acaso te quieres quedar con resaca?

Mi hermana me mira en modo Poker face, intimidado dejo en la mesita de estar todo lo que me quería tomar.

—Entiende mi autoestima... Si igual es fome lo que me está pasando.

Mi cara de perrito mojado si que debe dar pena, la Emi me pasa el vaso y me tomó todo de un trago.

—Con eso ya tienes mucho, ahora suelta la lengua.

Le cuento que cómo lo conocí, las vergüenzas que pasé y el beso que me dio.
El grito no se hace esperar.

—¡Tu primer beso Lulú!— Me mira traviesa, se lo que viene —hermano, creo que debo darte la charla...

—¡Pero si se cómo va la cosa!— me siento hecho un tómate—
¡además yo soy el mayor!

—¡Pero aún así sigues siendo virgen!— me dice exaltada— además no es cómo si tu fueras a ser el dominante de la relación, ¡tienes más cara de sumiso que el Martín!

—¡Te escuche desgraciada!— el Martín aparece como diva ya más calmado— obvio que el es más sumiso, si yo era su pareja perfecta.

Martín hace pucheros, se que tendré que hablar pronto con el, es mi amigo, no puedo no decir que nunca me había fijado en el, talvez en un comienzo, pero ahora que lo conozco, se que es un demonio y prefiero verlo como un hermano.

—Tú eres perfecto para ayudar al Lulú con tus historias y experiencias, pero es preferible que no comience con todo lo suave, hay que darle con toda la artillería pesada.

Emi y rizo, no, ahora es olivia, puedo decir que su personalidad a cambiado con la mirada directa que se han mandado las dos.

Martín se acomoda detrás mío y siendo los dos miedosos lo único que queremos es escapar de lo que se viene.

—Olivia... Trae tus mangas.

Y se que de aquí, por lo menos, mi mente no saldrá virgen.

Luego de varias horas puedo ir a dormir a mi habitación, un tanto confuso por tanta información, la preparación, vaselina, sexo, roles, sumisos, activos...

Pienso en que mañana debo ir a la universidad, pero las ganas de dormir hasta las 2 de la tarde está dándome interés, luego recuerdo que veré a mi estrella, pienso en el miedo e incertidumbre que el me causa, cierro mis ojos y trato de dormir...

Nop, no lo lograré.

—¡Emi! Ven a dormir conmigo en este instante, ¡si no puedo dormir es por tu culpa maldita seas!

—Pero Lulú, no es que sea mi culpa, aceptaste tu sexualidad, eso es bueno, yo solo te oriente— me hace pucheros al abrir la puerta, la cierra y se mete a mi cama.— Que te conste hermano, esta es la excepción, porque desde ahora, podrás dormir con el hombre que quieras.

Que Dios se apiade de mi.

Que Dios se apiade de mi

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