El camino hacia "la locura" era más corto de lo que Osomatsu hubiera pensado. Pasando de nuevo el jardín en donde había perdido su "inocencia", llegó en pocos minutos a la fuente que Todomatsu le había mencionado como referencia. Los primeros árboles, secos y más muertos que la vida sexual de sus padres, ya se dejaban entrever en las cercanías. Adentro del bosque, a primera vista, se veía una oscuridad aplastante y aterradoramente silenciosa, Osomatsu simplemente se encogió de hombros mientras comenzaba a avanzar a paso rápido, mientras más pronto llegar a aquel castillo más pronto disfrutaría de ver gemir bajo su cuerpo a su lindo conejito.
–You're not a living thing with feelings... Here we go! One, two, three! – Cantaba despreocupadamente nuestra pequeña Alicia en ese tono de voz tan dulce que poseía y que, al parecer, destrozaba los oídos de los pocos animales que habían tenido la desdicha de escucharla. –La da da da da... La da da da da... Wind me up, turn the gears...
Las hojas muertas y las ramas secas que estaban adornando el suelo de aquel bosque crujían de manera lastimera bajo los tacones de los zapatos de Osomatsu, además de que un extraño viento sonaba entre las secas copas de los arboles dándole un ambiente aún más aterrador al lugar. El de rojo simplemente siguió caminando y caminando, hurgándose de vez en vez la nariz, volteando hacia los lados esperando encontrar al menos alguien que le dijera como llegar a aquel castillo o mínimo que le dijera como salir de aquel asqueroso bosque. El panorama no parecía cambiar y cuando Osomatsu estaba a nada de darse la vuelta e ir a buscar a Todomatsu una susurrante voz comenzó a oírse entre los árboles.
–¿Qué se supone que eres? –Habló alguien, en algún lugar, pero por más que Osomatsu volteara hacia todos lados no daba con el paradero de la voz.
–¿Quién anda ahí? –Trató de que su voz no sonara asustada, si era algún loco que estaba a punto de saltarle encima entonces tenía que estar alerta. –¡Muéstrate!
–Que voz más molesta y chillona, sonaba como si estuvieran masacrando a una ardilla. –De entre las oscuras ramas de la copa de los muertos arboles emergió lentamente lo que parecía una persona, más bien solamente su cabeza. Los ojos caídos y de un profundo morado, las orejas de gato adornando el revuelto cabello negro y los dientes afilados en esa sonrisa mordaz. – ¡Oh! Al parecer solo estabas cantando.
–¡U-una cabeza...! ¿De un gato...? –Osomatsu tomó lo primero que encontró a la mano lo cual resultó ser un pequeño caracol que pasaba tranquilamente por ahí.
–Gran observación, Sherlock. –La cabeza rodó los ojos con algo de fastidio ante la evidente estupidez del travesti que se mostraba ante él. –¿Y a qué se debe esta inoportuna interrupción en MI territorio?
–¿Tu territorio? –Osomatsu resoplo dejando de lado al pequeño caracol que había levantado del suelo y que estaba a nada de arrojar hacia la cabeza flotante que tenían enfrente mientras se recargaba en uno de los troncos secos. –No veo tu nombre escrito en los árboles.
–Pero si mi semen manchando los troncos. –Sonrió con todos los dientes y esa mueca de malicia al ver como Osomatsu se separó del árbol con una mueca de profundo asco.
–¡Estás loco! –Chilló de nuevo limpiándose las manos con la falda del vestido que traía puesto.
–Todos aquí lo estamos, genio. –La cabeza materializo su cuerpo, el traje morado y negro resaltando lo pálida de su piel. – Soy Ichimatsu ¿Qué es lo que quieres?
–Osomatsu. –Aun tenía cierto desagrado de acercarse a aquel gato, si pintaba los arboles de semen no quería ni imaginar lo que le haría a las personas, además no podía confiar en una persona que, para presentarse, solo hacia aparecer su cabeza primero. –Me acabo de perder en este horrible bosque y ahora no se a dónde ir... Si pudieras decirme qué camino tomar...
–Si no sabes hacia donde ir ¿Qué importa el camino que vayas a tomar? – El hombre-gato bajó rápidamente hasta ponerse a la misma altura que el de rojo, pero sus pies seguían sin tocar el suelo del bosque ¿Qué clase de hongo se habrá tragado para tener esas habilidades? Fue lo primero que pensó Osomatsu –Sigue caminando derecho, con suerte te caes por un barranco.
–¡Eso no me ayuda en nada! –Se altero de nuevo, Ichimatsu simplemente lo miraba con la misma expresión aburrida y los ojos de pez muerto.
–Bueno, debiste pensar en eso antes de llegar a MI bosque a interrumpir lo que estaba haciendo. –Los colmillos mostrándose con amenaza, Osomatsu retrocedió, pero solo un poco, no iba a dejar amedrentarse por esa mirada.
–Como si hubiera algo que hacer en este lugar. –Resopló, lo único que quería es que alguien le dijera hacia donde ir para llegar más rápido al maldito castillo. – Solo quiero llegar al maldito castillo de los cojones ¡¿Es mucho pedir?!
–¿Al castillo? No hay nada para ti en el castillo a menos que quieras perder la cabeza...– El de morado se quedó divagando unos momentos pero después volvió a poner aquella aterradora sonrisa.– Pensándolo bien, gira a la derecha en el próximo árbol, llegaras donde el Sombrerero y ahí él te dirá qué camino tomar para llegar al castillo.
–¡Al fin! Eso es todo lo que pedía. –Dio un pequeño saltito antes de irse por donde el gato le había mencionado.– ¡Prepara ese virgen y felpudo culo mi lindo conejito doloroso!
–Con que virgen ¿Eh? –Se burló el de morado mientras flotaba hasta posicionarse de nuevo en la copa del árbol donde había aparecido viendo como aquel loco enfundado en un vestido desaparecía por el camino que le había indicado.– ¿Oíste eso, MierdaMatsu? El pobre idiota cree que sigues siendo virgen.
—I-Ichimatsu... please, let me go... —Karamatsu se encontraba enredado entre las enredaderas del árbol en el que el gato lo había atrapado. No es que no le gustara seguir teniendo comunicación con su antigua pareja, después de todo realmente sentía un cariño muy especial por Ichimatsu, pero el de morado parecía no aceptar aun que lo suyo había terminado hace mucho tiempo ya. Para hacer crecer su mala fortuna, el camino más corto hacia el castillo de la Reina de corazones era cruzando el bosque que habitaba el de morado; le fue relativamente fácil al de ojos amatistas hacerlo caer en su trampa y secuestrarlo amarrándolo a aquel árbol. —My Little Kitty... Se me hace muy tarde ya para entregarle estos papeles a la Reina, sabes como es ella, si lo hago mal me cortara la cabeza.
—Por mi como si te cortara el pene, MierdaMatsu, lo único que necesito de ti es tu culo. —Soltó despectivo con el desprecio recorriéndole la amatista mirada. Se negaba a aceptar que la relación que ambos habían mantenido durante tanto tiempo se hubiera acabado.
—¡Ichimatsu... para! ¡No! —Se retorció como gusanito al sentir el cuerpo del menor pegarse al suyo, tenia una idea de lo que estaba a punto de pasar y tuvo miedo por su pobre parte trasera. Si había algo que no extrañaba de aquella relación era lo brusco que su gatito era a la hora de hacer el amor.
—¿Y perderme esta oportunidad de hacerlo sobre mi árbol favorito...? —Sonrió con todos los dientes haciendo que Karamatsu temblara de miedo y pequeñas lagrimas comenzaran a acumularse en las esquinas de sus azulados ojos.
—No me hagas esto... please... —Rogó quedito, sabiendo que tocaría la fibra mas sensible del gato. Ichimatsu podría parecer un psicópata, sádico, asesino serial, pero tenia un corazón muy frágil y en el fondo era una buena persona. —Prometo regresar y visitarte en otra ocasión, pero por favor, déjame ir...
Ichimatsu no dijo nada y simplemente se separó de mala gana del cuerpo de su ex pareja quien ni corto ni perezoso pidió que le desataran de aquellas molestas enredaderas; la silueta de Karamatsu se perdía entre las sombras del bosque ante la atenta mirada amatista, el pobre conejo a duras penas y podía avanzar sin que se le notaran los golpes que le había propiciado el gato al forzarlo a subir a aquel árbol. Ichimatsu torció la boca, una molesta espinita en su interior le estaba picando, aquel travesti quería colarse entre las piernas de SU conejito, porque si, Karamatsu seguía siendo suyo y de nadie mas, mataría al bastardo que intentara quitárselo. El gato sonrió con todos los dientes antes de desaparecer lentamente entre las sombras quedando únicamente su blanca y afilada dentadura. Aquel día parecía tornarse cada vez más interesante.
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SR Alicia
FanficÉrase una vez...- Porque todas las buenas historias siempre inician con un "Érase una vez..." ¿Verdad?