El tan esperado día viernes había llegado, para mucho hoy era el último día de trabajo o escuela, pero para mí la semana de trabajo por suerte acabo un día antes.
Mi día viernes comenzó a la misma hora de siempre, a las siete y media, y en el instante en el que llegué al baño para despejarme un poco, recibí un correo de Bárbara, la secretaría del colegio.
De: Bárbara
_____, lamento no haberte avisado antes pero hoy no habrá clases, ayer me encargue de llamar a todos los padres de los alumnos, lo siento si te tuviste que levantar temprano por mi irresponsabilidad, pero fue un despiste.
No quiero ser muy latera, pero lo que sucedió fue que murió uno de los rectores, no te pido que lo sientas porqué lo más probable es que no lo hayas conocido, pero para los que lo conocieron es un hecho muy importante, así que hoy el colegio está lamentando su muerte. Es uno de los fundadores importantes del colegio.
Atte. Bárbara Morrison
No diría que lo sentía, porque realmente no lo hacía, no conocía a él señor, pero supuse que era una buena persona, pensé que quizá debería pasarme a dar el pésame, pero rápidamente descarte la idea. Lo más probable es que la casa estuviera llena de gente, y además no conocía a él señor.
Aún era temprano, así que decidí darme un relajada ducha, y quizá acostarme o hacer algunos deberes de la casa.
Me deshice de mis prendar para quedar solo en sujetador y en bragas frente al espejo, cosa que comúnmente no me gustaba verme, me sentía de alguna manera, al mirarme me sentía observada y no me sentía a gusta con lo que veía, no me agradaba verme, en paños menores.
No era de esas chicas con autoestima baja, ya que no siempre me sentía mal por mí, había veces que me sentía hermosa y otras en las que simplemente no me sentía bien conmigo misma. Tenía el autoestima normal, ni muy bajo, ni muy alto, simplemente normal.
Al sentir el agua caliente sobre mi cuerpo, automáticamente me relaje. Me gustaba que el agua se deslizara en mi cuerpo, y que fuera muy caliente, casi hirviendo, me gustaba sentir ese ardor sobre mi piel, siempre ha sido así.
Inmediatamente se me vino a la mente el incómodo momento cuando Nicole nos preguntó si éramos espositos y el no saber cómo responderle. Se me apretaba el corazón en pensar en esa niña. Quizá muchos niños sufren del abandono de uno de los padres, pero nunca había vivido un tan cercano. Aunque técnicamente mi madre me abandono por su esposo y mi padre... bueno, mi padre realmente me abandono.
Vestirme casual era la mejor opción. Unos pantalones Jean de mezclilla muy oscuros, casi negros, una camiseta negra de polar sin diseño, un chaleco cerrado color gris, sin diseño y unas zapatillas que solo usaba cuando estaba en casa, converse negra.
En casa no era mucho lo que había que hacer, así que tome desayuno sin prisa alguna. Un zumo de naranja helado, y galletitas de chocolate estaban bien para comenzar un buen día.
Al terminar, fui a hacer mi habitación como corresponder, solo cuando mi padre estaba en casa se mantenía ordenada, el resto de los días ropa iba y venía por todos lados. Cambie mis sabanas azules con nubecitas, por unas color rosa con corazones y flores, que estaban bastante gastadas, las tenías desde hace muchos años - y por mucho me refiero a unos siete u ocho años más o menos- con un cubrecama color café.
Me encargue de ordenar mi ropa en sus cajones correspondientes, blusas y chaquetas de trabajo en mi closet, cuadernos, guías y papeleo en mi escritorio, y libros en los estantes.
Una vez que termine de ordenar y poner todo en su lugar, mire las cosas por hacer pendientes, y la primera era ordenar, no dude un segundo en tacharla, luego seguía lavar la ropa sucia, que por suerte estaba hecho, sacudir los muebles, cosa que también tache, luego venía ir a pagar la cuenta de la luz y el agua. Eso aún no lo hacía.