Atada A Ti (Michael jackson)

Capítulo 3

Me había despertado temprano, tenía mucho que hacer y una parte de mi tenía la  esperanza de que Leo llegara pero no lo hizo.

Michael había llegado hace unos minutos y se habían encerrado con mi padre en su oficina.

G: Cariño, debes cuidarte.

Estaba con mi madre esperando a que ellos decidieran salir de su encierro. Ni siquiera sabía que haría ahora.

—Madre, ya no se sí quiera seguir con este plan. — Susurré.

G: Ya no puedes echarte para atrás, los papeles se firmaron ayer.

—Pero es que... Tiene que haber algo que hacer.

G: Debiste decirlo antes pequeña.

F: Hija. —Mi padre apareció junto a Michael, ambos estaban muy guapos con sus trajes.

Me acerque a mi padre y él me abrazó.

—Dime —Susurré.

F: ¿Ya estas lista?

—Las valijas ya están en el coche, sólo los estaba esperando.

Se me había formado un nudo en la garganta, lo abracé más fuerte.

M: Ya es hora, tengo otras cosas que hacer.

Mi padre se alejó despacio y besó mi cabeza.

F: Todo estará bien, te lo prometo. —Susurró en mi oído.

Mordí mis labios y me aleje para seguir a Michael.

El chofer me abrió la puerta y entre.

M: Quiero que te quedes hoy en casa, puedes recorrerla y ordenar tus cosas.

—Esta bien.

M: Mi nana te ayudará en algunas cosas, si tienes alguna duda ve con ella.

—Genial —Mire hacia otro lado.

M: Trata de distraerte.

—Creí que nos conoceríamos y me besarías y... —>Él me interrumpió.

M: ¿Quieres que te bese?

Me sonroje al darme cuenta de lo que dije, negué sin mirarlo y sentí sus dedos en mi mentón, me miró a los ojos y sonrió.

—Yo sólo creí que como nos vamos a casar y viviremos juntos..

M: Sí quieres lo haré —Volvió a interrumpirme.

Volví a sonrojarme y mire sus suculentos y apetecibles labios para después ver sus ojos.

Me alejé de él y volví a mi posición inicial oyendo su suave risa.

M: Esto no será así.

—¿Por qué quieres que me case contigo?

M: A eso iba a llegar. Tú me ayudarás.

—¿En qué?

M: Tengo un hijo.

—¿Qué? — así que era por eso que me había preguntado si me gustaban los niños.

M: Mi hijo necesita una madre y creo que tú serías una muy buena.

—Tengo 17 años, ni siquiera se cuidar de mi misma, ¿y quieres que cuides a un niño?

M: Aprenderás.

—¿Y su madre?

M: Nos abandonó.

—¿Cuándo?

M: No tengo porque estar contándote cosas de mi vida privada.

—Claro que sí, tengo que saber todo si quieres mi ayuda.