Luciano...

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-Y... A parte de chocarte con las personas, ¿tienes algo más que hacer?

-Sí. Tengo que ir a clase... -le volví a sonreír-.

«Me di la vuelta, avancé tres pasos, me paré, giré sólo la cabeza para mirarle y me sonrojé un poco, bastante, al ver que seguía parado mirándome, a lo que él también se sonrojó y miró hacia abajo. Volví sobre mis pasos para preguntarle algo»

-¿No eres un poco joven para ser "El Bibliotecario" del Instituto? -se empezó a reír muy a gusto-.

-Tengo tu misma edad... Tonta -y me empujó un poco con el dedo en la frente-. Yo también me voy ya a clase -y sonrió-.

-¡¿De verdad?! -dije ilusionada-. ¡Vaya! Ya sabía yo que me parecías demasiado joven...

-Gracias, supongo -y me sonrió-. Bueno, me voy, mi clase es por aquí.

-Hasta luego.

-Hasta luego, Iris la niña.

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Cuando caminaba con mi hermana me preguntó sobre Luciano.

-¿Te gusta El Bibliotecario?

-¿Q-qué? ¿Dices L-Luciano?

-Ese mismo, sí... -me miró con una sonrisa pícara y una mirada un poco acusadora-.

-¡N-no! Ya te lo dije... No quiero tener novio.

-Está bien, está bien... Pero voy a hablar con él, ¡que lo sepas!

-Vale n-no me importa... -miraba al frente y luego a ella de reojo tres pares de veces demasiado rápido-.

-Bueno... ¿Y cuantos años tiene?

-Trece.

-¡Como nosotras! Parecía muy joven, sí.

-Bueno... ¿Y tu vida amorosa?

-¿Qué? Nada... Bueno hay alguien pero... No quiero, no, no. Déjalo...

-¡Me lo vas a contar!

-¡No es nada!

-Anastasia, por favor, eh. ¡Que soy tu gemela! -la cojí por las muñecas, la estampé contra la pared de la calle, la miré fijamente y, ella, completamente roja me dijo-.

-¡Está bien, está bien! ¡¡Luego te lo cuento!!

-Más te vale... O seré malvada contigo -sentencié. Asintió con la cabeza energéticamente, la solté y seguimos el camino hacia casa-.

¿Quién está muerto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora