Capítulo 4 - Parte II

407 17 0
                                    

Lucía: Ya te dije que no hay más.

Atticus: Claro que sí, ¿Por qué no quieres decirme?

Hacia un largo rato que Atticus y Lucía se estaban peleando ya que ésta no quería contarle más nada de las otras visiones que había tenido.

Atticus: ahora entiendo porque Sarah se enoja contigo. ¡Mientes!

Lucía: ¡No miento!

Atticus: Pues avísale a tu cara.

Lucía: ¡Oye, ya basta! Yo solo… —Ya hacía un largo rato se podían escuchar reiteradamente truenos y la luz de los relámpagos iluminaba el exterior y la ventana de la cabaña. Lucía al estar tan enojada y tener que soportar el ruido ensordecedor de esos truenos la saca de quicio. Lleva sus manos a la cabeza y alborota un poco sus cabellos intentando tapar sus oídos —. ¿¡Por qué diablos hay tantos truenos!?

Atticus: Matt está ayudando a Josh a obtener sus poderes haciendo caer un rayo… pero eso no tiene nada que ver con nuestro tema.

Lucía: Pues con… —De pronto Lucía recuerda algo, algo importante. Voltea velozmente la cabeza y su mirada se dirige en forma automática hacia los ojos de Atticus. No se había percatado pero tenía la boca abierta por el asombro que traía consigo. Tampoco se había dado cuenta de que se había puesto de pie de un salto.

Atticus: ¿Qué? ¿Qué sucede? —Atticus no entendía nada de lo que estaba sucediendo, solo veía a Lucía allí parada con cara de asombro y terror a la vez. Tenía el seño fruncido y sus ojos enfocados en los de Lucía…y allí, a través de esos ojos color verde amorronado de Lucía, Atticus entendió todo. Su boca también se abrió lentamente al igual que su seño se iba alisando y sus ojos se abrían cada vez más. Se pone de pie en un segundo—. Tienes que estar bromeando.

Y allí sucede. No fueron precisamente testigos pero pudieron sentir el aterrador estruendo de un rayo que al parecer había caído muy cerca de allí y había provocado un pequeño temblor que hizo temblar las pequeñas tasas de porcelana que habían sobre la mesa sin mencionar que también hizo que la luz parpadeara varias veces. Ambos se quedaron inmóviles por el susto que se habían llevado. Lucía vio como Atticus la estaba mirando fijamente. Por su mente pasaba una imagen de cuando estaban en una clase de Geografía. Recordó que su profesora les había dicho que había muchos tipos diferentes de rayos. Algunos son más largos, otros son más cortos, pero en este momento precisamente recordó que cuanto más grande sea el estruendo, más grande es el rayo y cuanto más grande… más letal es.

Lucía: ¡JOSH! —Sale corriendo de la cabaña sin darle importancia el haber dejado caer la silla que había estado aferrando con sus manos. 

Atticus sale corriendo atrás de Lucía.

Cuando llegaron al Lugar pudieron ver a varias personas alrededor de Josh. Era increíble que todos hubiesen llegado y lo único que estén haciendo era quedarse viéndolo. ¿Por qué no iban a pedir ayudar? fue una de las preguntas que cruzaron por la mente de Lucía mientras corría hacia el apelotonamiento de personas. Lo que ella no sabía es que Belén ya había ido en busca de ayuda.

Cuando Atticus y Lucía llegaron a donde estaban todos se hicieron paso entre las personas y se encontraron con la aterradora escena.

Josh estaba tirado en el suelo. Estaba totalmente empapado por la lluvia que seguía cayendo. En todo su cuerpo se podían notar quemaduras graves que había causado el rayo. Se veían muy mal, todas ellas sangraban, eran de un color amorronado y de un tamaño considerable. Lucía no quiso prestar atención pero su olfato estaba diciéndole que había un olor a quemado. Piel quemada. Josh estaba en una posición fetal, sus brazos estaban acurrucados en su pecho y estaba completamente inmóvil. 

THE OLYMPIANS El Cetro de Cronos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora