Rojo sangre.

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Me pinté los labios porque encontré el color exacto para ellos.

Rojo sangre lo llamabas tú,

puede ser, decía yo.


Entre botellas y miradas perdidas encontré la tuya

No sé si fue un error

pero te juro que no te estaba buscando.


Tenía tanta prisa por disparar que se me olvidó darle al gatillo

y tú fuiste más rápido que yo,

pues en un pestañeo te vi disparando.


Un trago

Me dijiste.

Y accedí dejando la marca de mis labios en tu botella.


Tú hiciste que mis ojos brillaran y mi corazón palpitara después de disparar.

Me hiciste sentir viva.

Rojo sangre.


Ahora duermo imaginando que estás a mi lado,

suspirando por ti y por ese líquido rojo y brillante,

deseando que te vuelvas a acordar de como apretar el gatillo por si se me vuelve a olvidar.    

pero ya no estás

La última florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora