Sal

614 106 6
                                    

—¿Me pasas la sal? —preguntó de forma suave, mientras estiraba la mano hacia la persona de un costado.

Le hacía falta un poco de condimento para incrementar el sabor. Y Hiro, sin decir más, se la depositó en su mano, Miguel lo aceptó alegre hasta notar de su propio error, pero había sido demasiado tarde para retractarse, quedó congelado, mirándole con una expresión toda adolorida.

—¡Te pasas! —exclamó, poniendo un puñado de sal en su mano izquierda después.

—¿Me pasó? —a Hiro todavía le costaba entender el lenguaje coloquial de Miguel hacia él, sorbió un poco de la sopa y le miró todavía esperando a que éste le explicará mejor.

—¡Sí, lo haces!

—¡Ahora lanzame la sal sobre el hombro!

Está bien, Hiro estaba muy confundido, nada más miro a su novio como si fuese una especie de fenómeno.

Porqué en ese momento eso era mientras le tendía el puñado de sal, Hiro vio los granitos de su blanco y luego al mexicano frente a él.

—¡Lánzalos!

Y sin más, obedeció, pero esta vez la perfecta puntería de Hiro decidió fallar, ya que éstos pequeños granos fueron a parar directo a su cara. Miguel se cubrió el rostro de inmediato al sentir la quemazó meterse tanto en su nariz, como en sus ojos , jadeando de dolor al tener la sensación de ardor de la sal.

—¡Hiro te dije a mi hombro, no a mi cara!

—¡Tú dijiste que te la lanzará!

—¡Pasar la sal es de mala suerte! —exclamó, apuntando el salero con cierto resentimiento, mientras todavía se tallaba el ojo.

Ahora no quería ver cuánto desorden vendría en su vida.

Efímero (Hiro & Miguel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora