Parte Siete

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Las compras fueron en total silencio.

No se miraron a los ojos y no dijeron nada salvo cuando Dave le preguntó si quería helado, o de que sabor iba a querer el yogurt. Nada personal, todo se sentía muy frío y tenso y Anna solo quería irse de ahí, después de lo que había pasado no podía comportarse con frialdad, cosa que demostraba lo inmadura que era por aferrarse a algo que por todos lados se notaba que era una aventura...

Pero en sus sentimientos ella no mandaba y se le hacía difícil reconocer que todo era un error y desprenderse de su distorsionada fantasía cumplida, porque le estaba haciendo daño y mejor antes de que se metiera más de cabeza en un sinsentido con Dave.

- ¿Necesitas algo de la tienda? -Ella negó. – ¿No quieres llevar esa revista que estás leyendo?

-No, señor, gracias. -Dejó la revista de chismes con las demás mientras él pagaba a la cajera.

Salieron de la tienda en total silencio y cargaron la camioneta con las compras de igual manera. Ella podía sentir el peso de su mirada pero evitó el contacto visual para no sufrir más, para no atormentarse con esos bonitos y cálidos ojos cafés.

Dave se puso en carretera rápidamente. No puso la radio y Anna fingió revisar su móvil. Sus padres aun no la habían llamado ni le habían enviado un mensaje de texto. Poco le importó, su cabeza estaba ocupada en otros dramas que no tenía antes.

-Lo mejor es que apenas lleguemos te tomes dos pastillas. -Dijo Dave ya casi en la entrada de la propiedad. –Solo dos.

-De acuerdo.

-Me han explicado que puede darte dolor de cabeza o nauseas. Puedes tomarte una ahora y la otra, doce horas después, pero creo que es mejor que te las tomes de una sola vez para que te afecte menos. -Ella asintió y él la miró. - ¿En verdad no me dirás nada más, cariño? -Anna lo ignoró y siguió entrando y saliendo de las aplicaciones de su móvil.

Dave siguió manejando por el camino y poco a poco ella se iba sintiendo mejor y al mismo tiempo destruida al acercase a la casa. Para su sorpresa no giraron por la primera entrada a la derecha que los conduciría allí, sino que él siguió recto por el camino.

- ¿Qué hace? ¡Se ha pasado!

-Sí podías hablarme. –Gruñó.

- ¿Qué hace? -Repitió con fuerza. - ¿A dónde me lleva? -Dave no respondió. Siguió conduciendo, giró a la izquierda y apagó el carro cuando estaban solamente rodeados por árboles. –Por favor, lléveme a la casa, señor Dave.

- ¡No más! ¡No aguanto más! ¡Perdón! –Ella no le dijo nada solo siguió con la vista en su móvil y las manos aferradas a él. –Lo siento, cariño... Ya sabes que puedo ser un completo idiota pero estoy tan cansado y abrumado que ya ni pienso. Nunca quise decir eso, perdón. –Ella no levantó la mirada, no era su culpa y ya iban dos veces que él la hería. Un "lo siento" no iba a borrar las palabras dichas. - ¡Dime algo!

-Ya le dije lo que tenía que decir y pensé que habíamos llegado a un acuerdo.

- ¡No, maldita sea, no!

-Usted no quiere más problemas, señor Dave. No le puedo ofrecer la alternativa de devolver el tiempo para... ¿Cómo dijo usted? ¿No enredar más la mierda? –Ella negó. -Como sea... no puedo darle eso, pero sí le puedo decir que no tiene que sentir ningún cargo de consciencia, no lo molestaré más y haré de cuenta de que nada pasó.

-No quiero que hagas una mierda de lo que me has dicho... Solo quiero que me perdones.

- ¿Por qué? ¿Qué quiere de mí? ¿Qué saca con meterse en esta locura? -Anna no podía dejar de usar las palabras que él le había dicho, las tenía tan marcadas que eran como un eco en su cabeza. - ¿Quiere más sexo? ¿Es eso? Porque eso es lo único que hay aquí.

Derritiendo la nieve (Forbidden I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora