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Froté mis ojos ojerosos frente al espejo, mientras Luna se frotaba en mis piernas, maullando.

- Pero mira que eres mimosa.- la dije alzándola en mis brazos.

Anduve hasta el sofá y me acurruque con Luna en mi regazo, ronroneando y volví a cerrar los ojos. Estaba tan cansado.

Dos años, un mes y dos días habían pasado desde aquel día que Otabek se fue por la puerta pequeña de mi vida. Dos años de aislarme del mundo, de mis amigos y hasta de Jack. Suspiré agotado y caminé hacia el baño para prepararme para trabajar.

Como Otabek había dejado el puesto libre sin avisar, Jules, mi jefe en el Borderline se había puesto de muy mal humor ya que tardaría en volver a encontrar a alguien. Cuando se lo conté a Jack no tardó en ocupar su puesto, para mantener un ojo encima mío.

- Tú me cuidaste a mi y ahora me toca hacerlo a mi.- me decía cuando me acompañaba a casa. 

Había crecido tanto. Sólo tenía dieciocho años, y ya estaba hecho un hombre. Había madurado muchísimo y supongo que por mi culpa. Él fue quién me animó a pasar página. Pero sin embargo Otabek es una de esas páginas de tu libro favorito en la que doblas una esquina, para volver a leerla.

Y hoy era uno de esos días. Hoy era el cumpleaños de Otabek. 31 de Octubre, llovía a cántaros y hacía un frió que no era ni medio normal. Por eso, como era su día, tras vestirme me enfundé en el único abrigo que había dejado. Acaricié a la gata antes de salir y tras cerrar con llave corrí a toda velocidad hacia el coche.

Cuando llegué, Jack ya estaba allí con una sonrisa, limpiando mesas. Su sonrisa era tan contagiosa que cuando la esbozaba era imposible no devolvérsela. Por eso sonreí a su vez. Y me hacía falta.

- Buenos días, Yuri.- me dijo dejando de frotar su mesa para dirgirse a mi.- ¿Has dormido bien?- preguntó frotando mis ojeras.

- Como siempre, ya sabes.- sonreí triste.

- He pensado en que después de trabajar podemos dar una vuelta, mañana es día libre.- me dijo colgándose el trapo al hombro.- Te presentaré a unos amigos y...

- No quiero que me presentes a nadie.- respondí seco.

- De acuerdo, tigre.- contestó riendo.- Entonces solo tú y yo, salida fraternal. ¿Te parece?

Al igual que su sonrisa, su buen humor era tan contagioso como la misma gripe. Era increíble que al haber crecido en un entorno tan difícil hubiese desarrollado ese carácter fuerte, positivo y alegre.

Vale.- suspiré.- Pero yo elijo el sitio.- sonreí.

Tras un largo día de trabajo me dirigía al coche con un mohín cuando Jack tomo mi brazo.

- ¿Te has olvidado de lo que teníamos planeado, hermanito?- canturreó.

Claro que lo había olvidado, pero no se lo iba a decir ni de broma.- Claro que no.- sonreí.- Pensé que podríamos ir en coche...  

- Ah no, no.- tiró de mi brazo, llevándome en dirección contraria, calle arriba.- Así nos da el aire.

- Pero si hace un frío mortal...

- Has de aprender de disfrutar del lado bueno de las cosas.- carcajeó.

Entramos en un bar cualquiera y pasamos unas horas hablando y riendo, hasta que su tono se volvió triste.

- ¿Piensas en mamá de vez en cuando?- preguntó mirando al fondo del vaso.

- Claro que sí.- le dije apretando su mano.

- Me pregunto si... - guardó silencio unos segundos para encontrar las palabras.- Si las cosas hubiesen sido distintas.

- ¿Distintas?- pregunté frunciendo el ceño.

- Si ella se hubiese quedado.- dijo dolido.- Si ella se hubiera quedado quizás habría podido ayudarte con Isak. No habrías huido de casa. Habríamos sido una familia feliz.

- No lo digas con ese tono, sabes que papá provocó que...

- Lo sé.- sus ojos se llenaron de lágrimas.- Pero no puedo evitar sentirme abandonado. Se fue y no nos dijo adiós.

Alcé mi mano y limpie la lágrima que caía por su mejilla.

- Mucha gente se va de esa manera.- pienso en Otabek y se me revuelven las entrañas.- Supongo que huir duele el doble si te despides.

- Es algo egoísta.- dijo con voz quebrada.

- Lo es.- contesté con media sonrisa.

- Otabek se fue así, ¿verdad?- me pregunto mirándome a los ojos.- No me contaste que te dejó una carta. La vi el otro día bajo tu almohada, cuando estiré tus sábanas.- yo solo cerré los ojos, conteniendo las lágrimas.- Supongo que duele mucho más que se despidan a medias prometiendo que volverán.

- Duele mucho más.- afirmé en un sollozo.


Bueno pues aquí lo tienen,la continuación de casiopea. 

Take me home. [Otayuri]Where stories live. Discover now