21 : Regreso a la odiosa universidad

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La alarma empezó a sonar, eran las siete con quince minutos y Momo se encontraba durmiendo hasta que el pequeño ruido le arruinó el sueño

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La alarma empezó a sonar, eran las siete con quince minutos y Momo se encontraba durmiendo hasta que el pequeño ruido le arruinó el sueño. La japonesa soltó un gruñido mientras intentaba presionar el botón para apagar la alarma; al hacerlo, se acomodó nuevamente en la cama con la intención de seguir durmiendo pero, su queridisimo padre, entró a la habitación.

— ¡Ya es lunes, hija mía! — Exclamó el señor Hirai — Debes volver a la universidad, muevete rápido. — Momo se limitó a responderle con un gruñido. No quería volver a ese infierno, solamente ansiaba quedarse en su cama, relajada y pensando en cosas estúpidas. — Momo... Vamos, levántate, ya no eres una niña pequeña. ¡Estás en la universidad! — Le dijo su padre. El señor se acercó a su cama y la miró haciendo una mueca, hasta que se le ocurrió decir algo que, tal vez, la animaría. — Recuerda que puedes ver a JeongYeon en la universidad... — Soltó en un tono bajo. Momo abrió sus ojos rápidamente y una pequeña sonrisa se encontraba decorando su rostro. Escuchar esa pequeña frase hizo que su corazón comenzara a latir con rapidez, pensar en que podría ver el angelical rostro de la chica que le gustaba le alegraba.

Con tan sólo esa frase, su padre logró animarla; Momo se levantó de la cama y fue corriendo al comedor para tomar el desayuno que su padre le había preparado. Mientras tanto, el señor Hirai quedó sorprendido de lo poderoso que era al nombrar a JeongYeon, ya tenía una nueva técnica para que su hija haga las cosas de la casa.

Momo se devoró prácticamente su desayuno y se fue al baño, haciendo la típica rutina de todos los días. Por último, eligió la ropa que iba a usar el día de hoy y se tiró en el sillón, esperando el sonido del timbre que no tardaría en llegar.

— ¡diiing doooong~! — Se escuchaba una voz tras la puerta mientras tocaban varias veces el timbre, una y otra vez sin parar.

— Anda a abrirle a las niñas e invítalas que entren, aún tienen algunos minutos para tomar algo. —

Momo se levantó y aún con un poco de sueño, fue abrir la puerta.

— ¡MOMO-CHAAAAN! — gritó la más alegre del grupo

— Sana-chan, Mina-chan, buenos días~ —

— Hi... —

— Mi padre dijo que entren, pueden tomar algo porque igual tenemos unos minutos — Después de decir esto, las dos japonesas dijeron "Ah, gracias" y pasaron. — Por mientras ustedes van a la cocina, yo subiré, tengo que hacer algo —

— ¡Chicas, buenos días! — Les saludo el señor Hirai

— Hola tío, ¿Cómo está? —

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