Capítulo 0

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Hey!  Antes de empezar muchas gracias por entrar!  ;)  Es la primera historia que me lanzo a publicar así que espero que os guste! 

El capítulo 0 es principalmente introductorio y lo que sucede no tiene mucho impacto en la continuación de la historia así que he dudado de si dejarlo así, recortarlo o eliminarlo totalmente XD Si tenéis alguna opinión al respecto no dudéis en comentar!

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Podía sentir la húmeda y penetrante olor de la tierra bajo su nariz. Estaba seguro de haber quedado inconsciente, el suelo estaba helado. Madre mía que día, ¡qué día! Las cosas no podían haber ido peor; a primera hora mientras volvía hacia la casa se le había escapado un magnífico ejemplar de jabalí de la forma más estúpida, el resto del camino se lo había pasado tan atento como había podido para al menos intentar atrapar ni que fuera una liebre, pero no había habido manera. Además, minuto a minuto, durante todo el día, una extraña sensación de ansiedad había crecido en su interior exprimiéndole el pecho cada vez más fuerte. Y ahora esto, ¿Qué demonios había pasado?

Todo empezó durante la noche. Normalmente, si el frío no cala los huesos o el viento lo fuerza a llegar hasta allí, dormía en una hamaca que había hecho él mismo fijándose en las de los barcos, así no era necesario montar una tienda o buscar refugio lo cual sería una tarea mucho más laboriosa. También era mucho más cómoda que el suelo. Pero esta vez había pasado una noche terrible, lo habían acosado sueños raros y laberínticos, no recordaba exactamente lo que pasaba en ellos, pero sí que había andado calles arriba y calles abajo en una ciudad interminable mientras un viejo encorvado con la piel tan marchita como el más antiguo de los pergaminos flotaba a su lado y no dejaba de hablar en un lenguaje sin el menor de los sentidos. Para guinda a medianoche se había alzado una ligera brisa que le había helado el culo y la espalda hasta la mañana.

La temperatura había seguido bajando cada vez más hasta un punto en el que incapaz de dormir había decidido levantarse mucho antes del alba, cuando aún era oscuro, tenía tanto frío que ya ni temblaba. Ni siquiera Nolan estaría despierto a estas horas. Un descenso de temperatura tan pronunciado no era normal en ésa época y cuando se producía solo podía querer decir una cosa: tormenta.

Recogió y se puso en marcha sin perder tiempo, lo mejor que podía hacer para entrar en calor era empezar a caminar. Hoy quería volver a la casa, pero se había levantado tan temprano que pensó que podría aprovechar y cazar algo pues los días anteriores no había tenido mucha suerte. La bolsa solo le molestaría así que la dejó colgada en las ramas de un árbol y cogió únicamente el arco con el carcaj y las flechas. Entonces subió un poco la montaña hasta un pequeño estanque que había dejado atrás el día anterior. Conocía el área como la palma de su mano y estaba seguro que algún animal sediento se acercaría beber tras despertarse.

Francamente tenía sentimientos encontrados al cazar, por un lado, le resultaba desagradable matar, especialmente tras pasar tantos días solo en el bosque y ser testigo de la harmonía de sus habitantes, por otro le estimulaba la emoción de la caza, la paciente espera y la satisfacción del éxito. La contradicción no tenía demasiado sentido, pero se escondía en que sus presas ayudaban considerablemente a sus hermanos y al abuelo para no pensar demasiado en ello.

Esperó pacientemente subido a las ramas bajas de un árbol con la flecha ya encajada en la cuerda del arco. Hacía frío, pero el estado de tensión y alerta eran suficientes para que pudiera soportarlo. Lentamente pasó el tiempo hasta que finalmente detectó un ligero movimiento en un arbusto no muy lejano y la espera pagó su cuenta. Un enorme jabalí macho se dirigía a paso ligero hacia el agua. Su atención se acentuó. Esperaba el momento perfecto para disparar cuando el animal, tras mirar furtivamente a su alrededor, bajaría la cabeza totalmente desprevenido y expuesto. Tensó la flecha en la cuerda del arco, el jabalí se acercó al agua y se quedó parado justo en la orilla, giró la cabeza primero hacia la derecha, luego hacia la izquierda, unos segundos más... empezó a bajar la cabeza. Y... un enorme escalofrío le recorrió la espalda y se le escapó la flecha, que fue a parar directamente al agua. Evidentemente el jabalí salió disparado huyendo del peligro.

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