Capítulo 19

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Suna estaba contenta, ya tenía ganas de dejar el bosque y por fin se acercaban a campo abierto. Era la primera en saborear los encantos de los árboles, pero ya sentía la necesidad de mirar hacia arriba y ver las nubes. Ahora que habían cruzado el río se empezaban a notar los cambios en el bosque. Aquí las raíces eren visiblemente más delgadas y las copas de los árboles quedaban mucho más cerca del suelo. Si Éslir tenía razón, esa misma noche dormirían bajo las lunas. Primero, sin embargo, descansarían un rato en el refugio, que debería de estar cerca.

Avanzaron en línea recta, como les había dicho el elfo, y en nada ya lo habían encontrado. Era prácticamente igual que el que habían usado unos días atrás, mucho más al norte. Hecha de madera visiblemente vieja, una única estancia, literas, chimenea, hierbas en el botiquín... desde dentro apenas podría nombrar un par de diferencias. No encontraron señales de que el fuego se hubiera encendido recientemente, seguramente no tendrían visitas.

- Descansad bien que todavía nos queda mucho camino hoy. Anoche estuve mirando el mapa con Éslir, y creo que si llevamos un buen ritmo hoy no solo saldremos del bosque, sino que llegaremos a la costa. – Dijo padre, que había entrado detrás suyo.

- ¿La costa? ¡Bien! Echo de menos e mar. – Exclamó Nilus desde la puerta.

Suna estaba bastante sorprendida con la normalidad con la que se había estado comportando Nilus recientemente. Parecía que por fin aceptaba su entorno, y pese a que todavía no había renunciado a volver a su casa, por lo menos había entendido que era algo que no sucedería mañana.

Los últimos días también había habido un cambio en la relación que ella tenía con Tulipa, nunca la había rechazado, pero sí que había mantenido la distancia con ella. Ahora no obstante se habían vuelto mucho más cercanas, hasta el punto que casi la notaba más relajada con ella que con Nilus. Por supuesto nunca tendría la relación que tenía con él, pero con Nilus siempre estaba durmiendo o atenta a todo lo que sucedía a su alrededor, en comportamiento claramente protector. Solo cuando Nilus se alejaba se comportaba como una cría normal aunque sobredimensionada, y era con ella con quien jugaba. En un primer momento le había dado vergüenza pensar que tal vez Nilus podía estar viendo y sintiendo lo mismo que Tulipa; siempre sabía dónde estaba y qué es lo que hacía, incluso lo que pensaba, pero ¿acaso notaría como le rascaba la tripa? No se había atrevido a preguntar, y él no había dicho nada en ningún momento, así que había enterrado la idea en su mente y ya ni pensaba en ello.

Nilus y ella se tumbaron en la parte baja de una de las literas cada uno. No tenían sueño, y todavía no habían recorrido tanto camino como para estar demasiado cansados, pero allí dentro el aire era fresco y, aunque fuera tampoco hacía mucho calor, se sentía demasiado bien como para no aprovecharlo.

- Voy a revisar las alforjas ahora que los elfos ya no están cerca. – Dijo padre ya saliendo.

El día que partieron Nilus les había contado todo lo que le habían cargado en el caballo, incluido el oro. Turiel había sido verdaderamente generoso con él; un caballo, equipo y oro suficiente para comprar cinco más. Con eso podría vivir cómodamente bastante tiempo. En ese momento ella se había lanzado hacia su propio caballo para comprobar si había cosas de más, pero padre la había parado diciéndole que, siendo como eran los elfos, tal vez se tomarían como una ofensa que esperaran algo más de lo que ya les habían ofrecido. Así que se habían abstenido de registrar sus alforjas. Ya sabían que les habían dado las tiendas, ¿pero habría algo más? Si así fuera se sentiría como la aventurera que regresa de su viaje con un botín. Justo estaba a punto de dejarse llevar por la curiosidad y abandonar la vagancia cuando una exclamación de sorpresa se oyó fuera y la hizo saltar.

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