Capítulo 6. Tú no sabes

1.8K 213 16
                                    

-Lexa intento ayudarte, pero si no me hablas no puedo hacerlo

Había pasado un mes y medio desde lo ocurrido, Lexa solo había estado una semana en el hospital, completamente sola, sus padres como bien sabía de antemano no habían estado con ella, había escuchado la voz de Anya exigiendo entrar, pero se lo habían prohibido, así que estuvo una semana en silencio, ya que no tenía con quien hablar, siguiendo las instrucciones que le daban, viendo las miradas de pena en los ojos de las enfermeras, la dureza en la de los médicos, a los cuatro días dejó de importarle como la miraban, era como una muñeca que obedecía sin decir nada. El pelo le estaba creciendo, ahora tenía las raíces de su color, el resto seguía de un color verde apagado. A pesar de que sus heridas estaban sanando, la dejaron en el hospital, en revisión de un especialista, un psiquiatra que iba a verla todos los días, que intentaba que Lexa hablase, pero había estado tanto tiempo sin decir nada que su voz no le salía, tampoco tenía nada que decir, así que se mantuvo en silencio. Los días pasaban sin apenas darse cuenta, en una monotonía aburrida, donde sabía en el momento que alguien entraría, lo que haría, las enfermeras dejaron a la semana de intentar hablarle, así que directamente hacían su trabajo sin prestar atención a la ojiverde.

-Lexa, ¿me estas oyendo? Llevas un mes y media sin hablar, sin relacionarte con nadie, eso no es sano, debes estar fuerte, pensar en tus amigos, en el baloncesto, debes...

No sabes que es esto, ¿por qué debo luchar? Estoy cansada de hacerlo, solo quiero quedarse así, mentira, ni siquiera quería que me curáseis, ¿a quién le hubiera importado? A Anya tal vez, es a la única que le importo, Raven estaría triste un tiempo, después seguiría con su vida, al igual que Murphy, aparte de ellos, nadie más lloraría por mi, mis padres se sentirían aliviados, ya no les avergonzaría, pero seguro que en mi entierro dirían que he conseguido avergonzarlos aún más, tendrían la lacra de que su hija fue una suicida, todo el mundo lo sabría, habría manchado su apellido. Deseas que luche, pero no tengo motivos, sé que lo haces con tu mejor intención, sé que realmente deseas que mejore, pero ya no puedo más. No sabes que es estar en mi vida a diario, cómo se siente ser Lexa Woods, lo intenté y fracasé, no me hagas volver a esa vida, no me digas que todo pasará, que en un futuro esto no será más que agua pasada, un mal recuerdo, esto es el ahora, esto es importante, ¿cómo pensar en un futuro si no logro vivir un día feliz en este presente? No me conoces, no intentes hacer como que me conoces, quizás haya más como yo, pero ninguna de ellas soy yo, somos diferentes, somos personas que han tirado la toalla, hay quien decide luchar, hay quien ve la esperanza de salir, pero yo... yo solo quiero ser feliz y aquí no lo soy. Lo siento Raven, te dije que seríamos amigas siempre, pero yo... no sé como hacerlo. Clarke... no sé en que momento me dejaste de ver como tu amiga y empezaste a ver la versión distorsionada de mi. ¿O soy yo la que no me veo realmente como soy? ¿Tan engañada vivo? ¿Tan mala persona soy? ¿Qué clase de monstruo soy?

***

-Te has superado- Octavia se sobresaltó al escuchar una voz detrás suya, había estado tan absorta mirando la taquilla de Lexa que no había escuchado a nadie acercarse. La taquilla a pesar de haberse limpiado, seguía con la marca de la palabra en la puerta, parecía no irse nunca, por mucho que se limpiase. La morena se giró para ver a su hermano detrás de ella mirando la taquilla- Siempre te creí capaz de cualquier cosa, pero de mandar a una chica al hospital...

-Yo no la he mandado al hospital, si ella intentó suicidarse es cosa suya yo no...

-¿Es lo que te dices para dormir mejor por la noche? La presionaste tanto que acabó así, puede que tu no la cortaras, pero eres culpable, pero oye, ¡tienes tu puesto! Así que habrá merecido la pena, ¿no?

Octavia no pudo responder, su hermano se había marchado, de todas formas tampoco habría sabido que responderle, una parte de ella sabía que tenía razón.

-Oye- dijo al ver a la latina en su taquilla- Raven, ¿verdad?

-Llevo meses en el equipo, ¿y aún debes preguntar?- comentó Raven molesta- ¿Qué quieres Octavia?

-¿Sabes algo de Lexa?- preguntó Octavia en apenas un susurro

-¿Lexa? ¿Qué Lexa?- Raven se pellizco la barbilla haciendo la que pensaba- No sé de quien me hablas, ¿seguro que no te has confundido de persona?

-Hablo en serio- dijo Octavia molesta

-Yo también, nunca te ha importado, solo para hacerle la vida imposible, así que...

-No quería que pasase esto... yo no quería hacerle ningún mal...

-Pues te has lucido- Raven cerró su taquilla de un fuerte golpe y se marchó

-¿Qué quería?- preguntó Murphy cuando Raven llegó a su altura, en el otro extremo del pasillo

-Aliviar su culpa- dijo indiferente Raven

-¿Sabes algo de ella?

-No... He pasado varias veces por su casa, pero Anya tampoco sabe nada

-¿Crees que habrá...?

-¡No! Lexa está bien, tiene que estarlo, no la perdonaré si me deja sola contigo

-Si...- Murphy pareció darse cuenta de lo que había dicho y arrugo la frente- ¡Oye!

***

-¡Es solo un maldito paso! ¿A quién le importa si sale mal?- gritó por tercera vez Clarke desde que había empezado el entrenamiento de las animadoras, tantos sus compañeras como las jugadoras de baloncesto la miraban asombradas. Clarke lanzó con furia los pompones al suelo y salió de allí- ¡A la mierda!

Clarke condujo su coche, conducia sin un destino fijado, con la ventanilla bajada para sentir el aire en la cara, sabía que la había vuelto a pagar con sus compañeras, llevaba más de un mes insoportable, saltando a la mínima y no sabía porqué, bueno, sí lo sabía, por Lexa, pero no sabía porque le importaba tanto, llevaban años sin hablar, ¿qué más le daba? Seguramente si lo hubiera hecho en otra época ni se habría dado cuenta, pero Clarke sabía que era la culpa lo que la comía por dentro, el no saber como estaba, el no saber si estaba viva o muerta, y el soñar cada noche con que Lexa se le aparecía y le echaba la culpa, una Lexa con las manos llenas de sangre, con lágrimas en los ojos, esas mismas lágrimas que le había visto derramar, ella pudo hacer algo, pero no hizo nada y eso hacía que su humor fuera insufrible.

Parada delante de un semáforo, Clarke miró a un lado, ¡y de repente la vio! ¡Lexa estaba justamente allí! Su pelo volvía a ser castaño, lo llevaba más largo, tenía unas gafas de sol, su ropa era diferente a la que solía usar, pero era ella.

-¡Lexa!- gritó, pero no la miró, se alejaba de ella

Clarke se bajó del coche, sin importarle dejarlo en mitad de la calle, comenzó a correr, pero Lexa se perdió en una calle entre la multitud de personas, desanimada, la rubia volvió a su coche, omitiendo los insultos que le estaban lanzando los otros conductores

-¿Era ella realmente? Clarke, te estas volviendo loca- dijo al tiempo que pisaba el acelerador y salía de allí

***

-Vas a volver a casa Lexa- dijo su psiquiatra- No voy a dejar que te escondas aquí, debes salir y enfrentarte al mundo, a aquello que tienes miedo, nada conseguirás quedándote aquí, quiero que vengas a verme, tendremos sesiones más seguidas, espero que para entonces te hayas dignado a hablar. Sé que es difícil, pero es lo mejor, ya lo veras. ¿Estas escribiendo en tu diario?- Lexa asintió- Eso está bien, sigue haciéndolo, te ayudará

Lexa salió de la consulta, al llegar a la habitación que había sido suya durante ese mes vio a Anya recogiendo todo, la mujer cuando la vio se echó a llorar abrazándola, Lexa a pesar de su apatía, abrazó a Anya, se sentía bien sentir que le importabas a alguien

La chica del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora