Capítulo 21. Independencia

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-¿Y qué harás? –Clarke estaba sentada en la arena junto a Lexa, mientras el rumor de las olas las acompañaba

-No lo sé, no quiero volver a esa casa, no quiero ver a Anya, no estoy preparada para enfrentarme a eso –Lexa acarició el dorso de la mano de Clarke, sus manos estaban entrelazadas, había soñado mil veces estando en esa situación, solo le hubiera gustado que las circunstancias fueran mejores

-¿Y por qué no pides la emancipación? –propuso Clarke-. Tienes 16 años, podrían dártela, tus padres nunca están, no habría mucha diferencia

-Nunca me la darían, tengo una enfermedad mental que no me hace apta para vivir sola, ningún juez me daría la emancipación –suspiró Lexa

-Yo te ofrecería mi casa, pero sabes que mi madre...

-Lo sé, no te preocupes, tampoco puedo abusar de la hospitalidad de los padres de Raven

-Entonces debes enfrentarte a Anya...

-No tiene por qué ser así... -Lexa movió para quedar justo en frente de Clarke- Puede parecer una locura, ¿pero y si me fuera a vivir sola sin independizarme?

-¿Cómo harías eso? Para vivir sola deberías tener un piso y para poder tener uno necesitas que tus padres te lo compren y no creo que te lo compren porque sí

-¿Y si no se enteran?

-Repito, ¿cómo lo harás?

-He falsificado la firma de mi padre muchas veces, cada vez que he comprado algo con la tarjeta y necesitaba su firma, las notas del colegio...

-¿Las notas? Pero si eres de sobresaliente, ¿para qué querrías falsificar la firma de tus notas?

-Porque es obligatorio que los padres firmen las notas y los míos nunca están en casa, o la falsificaba o me quedaba sin que quedara registrado en mi expediente académico. En fin, podría comprar un piso, algo pequeño, ponerlo a mi nombre, mi padre... el señor Wood, ni siquiera mira el dinero, tiene tanto que le da pereza hacerlo, si no es una gran cantidad ni se dará cuenta. Si voy sacando pequeñas cantidades podré vivir sola sin que se enteren

-¿Estás segura...? Nunca has vivido sola, no tendrás a nadie que te limpie, te haga la comida...

-Aprenderé, no tiene que ser tan difícil –Lexa se dio cuenta de que Clarke quería decir algo más pero no se atrevía, veía la cara de preocupación que tenía- Suéltalo, ¿qué es realmente lo que te preocupa?

-¿Y si vuelves a...? Ya sabes...

-¿A hacerme daño?

-Sí, siempre has tenido a alguien allí, alguien que llamase a una ambulancia, que supiera que hacer..., si volviese a pasar... ¿quién estaría para ayudarte?

-Estoy tomando mi medicación, aunque me vaya de casa no voy a dejar de tomarla, ni de ir al psiquiatra..., quizás esto es lo que necesito, salir de esa casa..., quizás así me vaya mejor. Tendré cuidado, pero no puedo volver, no puedo ver a Anya todos los días, no puedo estar en esa casa y pensar que no me pertenece. Sí, es hipócrita porque voy a pagar el piso con su dinero, pero si ellos pudieron pagar por una hija, yo puedo comprarme un piso

***

-¡Raven! –la latina se paró al escuchar su nombre, nunca imaginó encontrarse a esa persona esperándola al salir de clase

-Anya... ¿qué haces aquí? –Raven miró a todos lados

-Necesito saber cómo está...

-Anya yo...

-Raven se fue hace tres meses, no la he visto desde que se marchó, ni siquiera me dejó explicarme, he estado con ella toda mi vida, aunque me odie, aunque no quiera saber de mi..., yo necesito saber que está bien..., por favor Raven –Anya estaba suplicándole y los ojos llorosos no pasaron desapercibidos para la latina- He venido a veces, pero no la he visto, ¿es que no viene a clases?

La chica del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora