Cuando Chuuya le dio las llaves de su casa fue consciente de que lo había invitado a vivir en casa, a compartir la experiencia con él, pero si había algo de lo que estaba completamente seguro de que NO le había invitado a dormir en su cama.
Despertó en el centro de su cama, con los brazos estirados y muy lejos de su almohada, observó su entorno gracias a la poca luz que se colaba a través de la ventana, miró a su derecha y parpadeó un par de veces cuando notó que otra vez el castaño estaba tumbado en el borde de la cama, de espaldas a él. Puso una mueca de disgusto al verlo a su lado y, aprovechando que Dazai debía despertar pronto para ir a su "trabajo" ¿Por qué no ayudarlo a despertar?
Girando sobre sí mismo en la cama, estiró su pierna golpeando a Dazai en la espalda y haciéndole caer de la cama al suelo.
—¡Au!
Chuya gateó sobre la cama hasta que llegó al borde para ver a su víctima.
—Buenos días, bastardo —Lo saludó con cierta socarronería.
—Buenos días... mon petit mafia —Respondió intentando no sonar dolorido.
Dazai se levantó y salió de la habitación para preparar el desayuno mientras el mafioso acaparaba el cuarto de baño. Bostezó al entrar a la cocina y se puso manos a la obra.
Preparó el desayuno con la mayor parsimonia posible, no tenía prisa por ir a la Agencia, después de todo sería un milagro si él llegaba a tiempo a trabajar y desde que iba a ser padre usaba el bienestar de Chuya y su bebe como una excusa para justificar su entrada tardía al trabajo y que Kunikida ardiese de rabia por no poder gritarle.
Gracias a esa pequeña criatura aún no nacida se atribuyó las tareas caseras como preparar el desayuno y ayudar con la limpieza, se rió al pensar en cómo se vería la cara de Mori al saber en qué se había convertido su ejecutivo más joven, pero a decir verdad nunca se había sentido tan útil en toda su vida. Ahora estaba haciendo cosas mundanas que tiempo atrás le habían parecido tan interesantes cuando las hacia Odasaku y definitivamente esto era mucho más reconfortante que llenarse las manos de sangre.
—¡AHHHHH!
El grito de Chuya lo alertó, soltó lo que llevaba en sus manos para ir al cuarto donde había dejado a Chuya. Escaneó su habitación y al no verlo dedujo que aún no había salido del baño.
—¿¡Chuya!?
En el interior del baño, Chuya palideció.
—¡Vete!
—No hasta que me digas que pasa.
Esperó mortalmente callado que Chuya le diese alguna confirmación para poder entrar y revisar su estado.
—Pro-promete que no te vas a reír...
Su voz apenas era perceptible, fue gracias al silencio sepulcral de la habitación que escuchó la voz del perchero.
—Los dos sabemos que me voy a reír, déjame pasar.
Tras una pequeña lluvia de gritos por parte del pelirrojo le dio permiso para entrar. Dazai entró al baño y sus ojos se ampliaron al mismo tiempo que su sonrisa. Delante del espejo estaba Chuya, con el botón y cremallera de sus pantalones abierta y sus manos tirando de su camisa para poder juntar ambos extremos y poder abotonársela. No obstante, una pequeña y al fin perceptible tripa le impedía llevar a cabo su misión.
Al fin había llegado el tan ansiado momento para Dazai...Chuya había empezado a engordar ¡Y SE LE NOTABA!
—¡No puede ser! —Exclamó entre carcajadas.
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Nueve Meses (Soukoku) [M-preg]
FanfictionCuando Chuya le dio la inesperada noticia solo lo hizo con animo de informarlo ¡No para que el bastardo vendado se colase de nuevo sin permiso en su vida!